El fiscal pide la destituci¨®n de Clinton en aras de la igualdad ante la ley
Crecen los partidarios de que comparezcan los testigos del 'caso Lewinsky'
El perjurio y la obstrucci¨®n a la justicia, incluso en asunto privado, entran en el campo de los "graves cr¨ªmenes y fechor¨ªas" que, seg¨²n la Constituci¨®n, permiten al Senado deponer al presidente, insisti¨® ayer la acusaci¨®n en la ¨²ltima de las tres jornadas de exposici¨®n de sus argumentos en el juicio de Bill Clinton. El congresista republicano Henry Hyde, principal acusador de Clinton en Senado, asegur¨® que el presidente "ha traicionado la confianza" qu en ¨¦l deposit¨® el pueblo americano. Clinton, mantiene Hyde, traicion¨® al cometer perjurio ante el Gran Jurado.
Los congresistas republicanos Lindsey Graham, Steve Buyer y Charles Canady recordaron a los 100 senadores que dos jueces fueron destituidos en los ochenta por el Senado por perjurio en asuntos que no ten¨ªan que ver con sus deberes oficiales. "?Vamos a aplicar un doble rasero: uno para el presidente y otro para el resto de nuestras autoridades?", pregunt¨® Buyer.La acusaci¨®n concluy¨® con un llamamiento a que el Senado aplique a Clinton la misma justicia que aplic¨® en los ochenta a los jueces federales Harry Clayborne y Walter Nixon. Sometidos a procedimiento de impeachment, los dos fueron juzgados y destituidos por el Senado por mentir bajo juramento en asuntos privados: la declaraci¨®n de impuestos en el caso de Clayborne; un negocio, en el de Nixon. "El Senado", dijo Buyer, "sent¨® entonces el precedente de que una autoridad puede y debe perder su puesto por violar, aunque sea en temas que no tienen relaci¨®n con su cargo, el principio fundamental de nuestro sistema de justicia: la declaraci¨®n bajo juramento".Canady record¨® que la destituci¨®n prevista por los "padres fundadores" de EE UU no priva a nadie de su libertad, su propiedad o su vida. "No es un castigo a un criminal", dijo, "es un mecanismo para limpiar nuestro sistema de altos funcionarios que, seg¨²n se descubre con posterioridad, no merecen la confianza que en ellos depositaron los electores". El caso de Clinton, a?adi¨®, entra de lleno en ese gui¨®n previsto por la Constituci¨®n de EE UU. Su salida de la Casa Blanca, argument¨®, "no constituir¨¢ una tragedia nacional, la voluntad de los electores ser¨¢ respetada por su sustituci¨®n por el vicepresidente, nuestra democracia y nuestro sistema de justicia ser¨¢n reforzados y el pa¨ªs sobrevivir¨¢".
As¨ª concluyeron los tres d¨ªas de la acusaci¨®n, a los que, a partir del martes, seguir¨¢n otros tantos de la defensa. La acusaci¨®n, representada por 13 miembros de la C¨¢mara de Representantes, que proces¨® a Clinton en diciembre, ha sostenido, a veces con brillantez, otras con reiteraci¨®n, que el presidente cometi¨® perjurio ante un gran jurado federal al volver a negar en agosto, como hizo en enero en el caso civil promovido por Paula Jones, que sus relaciones con Monica Lewinsky fueran de car¨¢cter sexual.
La acusaci¨®n dio como probado ese perjurio por el testimonio de Lewinsky y la prueba irrefutable de la mancha de semen en el famoso vestido azul; record¨® que 115 personas est¨¢n encarceladas en EE UU por delitos de perjurio mientras Clinton sigue en la Casa Blanca, e introdujo una idea nueva: exonerar a Clinton porque mentir bajo juramento sobre sexo no es grave amenazar¨ªa los derechos de las mujeres que denuncian acoso sexual.
Las denunciantes, record¨® la acusaci¨®n, tienen en esos casos el derecho a reconstruir la vida sexual del acusado, lo que intent¨® hacer Paula Jones, y en numerosas ocasiones sus ¨²nicas armas son declaraciones bajo juramento de las partes y los testigos. "?Vamos a aceptar que un acusado, como lo era Clinton frente a Jones, salga impune tras mentir bajo juramento?", dijo James Sensenbrenner.
La mejor presentaci¨®n del cargo de obstrucci¨®n a la justicia la hizo Asa Hutchinson. Al descubrir que los abogados de Jones y luego el fiscal especial Kenneth Starr estaban al corriente de sus relaciones con Lewinsky, Clinton, argument¨® Hutchinson, intent¨® comprar el silencio de la ex becaria consigui¨¦ndole, a trav¨¦s de su amigo Vernon Jordan, un trabajo; entren¨® a su secretaria, Betty Currie, sobre lo que deb¨ªa decir si era preguntada, e inst¨® a varios miembros de la Casa Blanca a difamar a Lewinsky.
La defensa del presidente tendr¨¢ ocasi¨®n la pr¨®xima semana de rebatir todo eso. Entretanto, la acusaci¨®n puede apuntarse un tanto. Sus reiterados llamamientos a que el Senado vea y escuche directamente a los testigos han tenido relativo ¨¦xito. El n¨²mero, inicialmente bajo, de senadores dispuestos a citar a Monica Lewinsky, Betty Currie, Vernon Jordan y otros creci¨® ayer con tres senadores republicanos moderados.
Nosotros creemos las declaraciones de Lewinsky y otros testigos contenidas en el informe Starr, han dicho los acusadores, pero si ustedes, los senadores, tienen sus dudas, c¨ªtenles a declarar. Citen tambi¨¦n, si lo desean, al propio Clinton.
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