La renuncia alemana a la energ¨ªa nuclear sacude los cimientos de la industria gala
Preocupaci¨®n francesa por las consecuencias de reducir su principal fuente energ¨¦tica
La escena es del pasado jueves en la Asamblea Nacional francesa. Dos preguntas se impusieron sobre todas las dem¨¢s en un improvisado debate sobre la decisi¨®n alemana de poner fin a la energ¨ªa del ¨¢tomo y de suspender a partir del pr¨®ximo a?o el env¨ªo a Francia y al Reino Unido de sus desechos nucleares. "?Francia piensa renunciar a la independencia energ¨¦tica que le suministra desde hace tanto tiempo su red electronuclear? ?Nuestro pa¨ªs va a renunciar al tratamiento de los desechos nucleares y a una industria que nos permite poner a punto nuestra tecnolog¨ªa?".La respuesta de los ministros franceses fue negativa, pero lo significativo del asunto reside en el hecho de que el Parlamento y el Gobierno de un pa¨ªs que cultiva el fundamentalismo nuclear hayan necesitado reafirmarse frente a estos interrogantes.
La renuncia alemana a la energ¨ªa nuclear ha conmocionado a Francia y el Reino Unido, porque implica el fin de las tareas de reciclaje de residuos contratadas con dichos pa¨ªses. Y ha generado las demandas de indemnizaciones correspondientes. Pero m¨¢s all¨¢ de estas quejas econ¨®micas puntuales, la decisi¨®n del Gobierno socialdem¨®crata-verde de Bonn ha tenido el efecto de una sacudida s¨ªsmica en los cimientos de la industria nuclear y en los poderes pol¨ªticos. Que una potencia como Alemania renuncie al plutonio genera inevitablemente incertidumbre sobre el futuro de esa industria. El caso de Suecia, que contin¨²a aferrada a la producci¨®n nuclear muchos a?os despu¨¦s de haber anunciado su retirada, ilustra, desde luego, las enormes dificultades del empe?o, pero no anula la zozobra.
El 80% de la producci¨®n
La industria ha empezado ya a tentarse la ropa. El presidente de la divisi¨®n francesa de Siemens, Michel Robin, se interroga estos d¨ªas sobre el futuro del proyecto del nuevo tipo de reactor EPR destinado a equipar a las nuevas generaciones de centrales. Bajo las proclamas del jefe del Gobierno franc¨¦s, Lionel Jospin, y de sus ministros -"Francia no seguir¨¢ los pasos de Alemania", "el ¨¢tomo continuar¨¢ siendo el pilar de la pol¨ªtica energ¨¦tica tricolor"-, la actitud alemana ha planteado abruptamente en este pa¨ªs la necesidad de abrirse a otras fuentes de energ¨ªa.El pa¨ªs del ¨¢tomo empieza a encontrar arriesgado fiar como hasta ahora a la producci¨®n nuclear m¨¢s del 80% de la energ¨ªa que consume. Con la excepci¨®n, quiz¨¢, de los comunistas y de la CGT, firmes partidarios de una energ¨ªa que caracterizan como "limpia y controlada", la izquierda plural ha empezado a interrogarse sobre los problemas inmensos que supondr¨ªa para Francia renunciar al ¨¢tomo, teniendo en cuenta que Alemania, que s¨®lo depende en un 30% de lo nuclear, necesitar¨¢ d¨¦cadas para cumplir su objetivo.
La pol¨¦mica se enreda ante el argumento, expuesto por los partidarios de la continuidad, de que el recurso a otras fuentes de energ¨ªa incrementar¨ªa extraordinariamente la aportaci¨®n contaminante francesa de gas carb¨®nico y, en consecuencia, al calentamiento de la tierra.
Las preguntas se amontonan: ?Qu¨¦ hacer con los 52 reactores civiles, con los 150.000 asalariados de lo nuclear? ?Habr¨ªa que renunciar a la disuasi¨®n nuclear? ?Qu¨¦ hacemos con el portaaviones Charles De Gaulle que est¨¢ a punto de ser botado? ?Los hogares franceses podr¨ªan seguir disfrutando de una temperatura media de 21 grados? ?A qu¨¦ precio? Sin petr¨®leo, ?en qu¨¦ quedar¨ªa la independencia energ¨¦tica, el poder¨ªo franc¨¦s? ?Tendremos que depender de los pa¨ªses del Golfo, del gas ruso o argelino?
Los Verdes franceses, mucho m¨¢s d¨¦biles electoralmente que sus correligionarios alemanes aunque ambos formen parte de los respectivos ejecutivos, responden a estas cuestiones como pueden, insistiendo en la idea de que la retirada de lo nuclear debe ser progresiva, en d¨¦cadas, sin que conlleve el desastre econ¨®mico y la p¨¦rdida de empleos.
Cohn-Bendit, tocado
La campa?a del candidato verde franc¨¦s para las elecciones europeas Daniel Cohn-Bendit, Dani el Rojo del mayo del 68, se ha enturbiado con los ¨²ltimos acontecimientos. Su paseo estelar por la escena pol¨ªtica y medi¨¢tica francesa ya hab¨ªa sido interrumpido con los ataques de sus competidores de la izquierda, pero tras su visita a la f¨¢brica de tratamiento nuclear de La Hague, su figura ha aparecido descompuesta. Acosado y amenazado, incluso con barras de hierro, por los trabajadores temerosos de que la decisi¨®n alemana les lleve al paro, Daniel Cohn-Bendit ha tenido que renunciar a los actos electorales en esa regi¨®n. Nadie pierde ahora la ocasi¨®n de indicarle que sus planteamientos sobre las formas de acabar con la producci¨®n nuclear son disparatados, peligrosos y poco realistas; precisamente, los ep¨ªtetos a los que los ecologistas tuvieron que sobreponerse en sus primeras etapas.
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