Giro al centro

De forma totalmente involuntaria, mi pensamiento suele relacionar los eventos pol¨ªticos con la m¨²sica. Nunca he llegado a entender qu¨¦ artificio neuronal consigue esta proeza, aunque sospecho que se debe a que dif¨ªcilmente se pueden encontrar conceptos m¨¢s dispares y que la mente se regocijaen la dificultad. En la m¨²sica (que no en los conservatorios espa?oles) reina el desinter¨¦s, la armon¨ªa, mientras que en la pol¨ªtica suena el inter¨¦s personal, el griter¨ªo. Con el ¨²ltimo show del giro al centro, no he podido menos que imaginarme al se?or Aznar, delante de su piano (guitarra, si hubiera sido socialista), cambiando solemnemente su silla de sitio para acercarla al centro, olvid¨¢ndose tanto de las teclas agudas como de las graves, reduciendo su espacio vital a un par de teclas (?el verdadero centro!) e insistiendo tercamente en hacer melod¨ªas con dos notas. Abanderados de cada extremo rivalizan en ver qui¨¦n es capaz de hacer m¨²sica con menos teclas. Pero, por primera vez, el s¨ªmil me ha trastornado: ?cu¨¢ndo los pol¨ªticos dejar¨¢n de despreciar las teclas que no son contiguas?, ?cu¨¢ndo un partido se enriquecer¨¢ con todas las posibilidades de la m¨²sica?-