"Las c¨¢rceles dan la dimensi¨®n real de la libertad"
ENVIADO ESPECIALEl gris de los muros de un patio carcelario no mayor que una cancha de baloncesto fue el ¨²nico horizonte que Nelson Mandela contempl¨® en los 18 a?os de presidio, de los 27 que permaneci¨® encarcelado, que sufri¨® en Robben Island, el Alcatraz surafricano, donde fue encerrado por sublevarse contra el r¨¦gimen racista. El rey Juan Carlos, que visit¨® ayer el penal convertido hoy en museo, escribi¨® en el libro de visitas que "las c¨¢rceles dan la dimensi¨®n real de la libertad".
Robben Island, como los campos de exterminio nazis, ha sido convertido en un testimonio para que nadie olvide ni falsee el pasado y en un s¨ªmbolo de la resistencia frente a la desigualdad racial. Tras sus muros pasaron gran parte de su vida los dirigentes del ala militar de Congreso Nacional Africano (CNA), condenados a cadena perpetua y trabajos forzados por el r¨¦gimen racista a comienzos de los a?os sesenta.
Los Reyes, en la segunda jornada de su visita oficial a Sur¨¢frica, recorrieron las dependencias del hoy museo, visitaron la celda en la que estuvo el actual presidente de la rep¨²blica y escucharon en el patio del m¨®dulo carcelario las explicaciones que un compa?ero de presidio de Mandela, Ahmed Katharada, les dio sobre las penosas condiciones en que transcurri¨® su existencia entre aquellos muros.
As¨ª supieron que el apartheid (segregaci¨®n racial) continuaba en la prisi¨®n, donde los carceleros discriminaban a los negros frente a los mestizos -menos comida, menos ropa- para humillar, a¨²n m¨¢s, a los que lo hab¨ªan perdido todo menos la vida. Katharada, de origen indio y, por tanto, menos negro a los ojos de los racistas, explic¨® que la lucha tambi¨¦n sigui¨® en el presidio. Por la igualdad de ropas, la igualdad de comidas, la igualdad de trato.
Una ampliada foto, tomada en los a?os sesenta, del patio donde trabajaban Mandela y Katharada y en el que se sentaron los Reyes ilustraba las explicaciones. Los prisioneros, sentados en cuclillas, desmigaban trozos de mineral hasta convertirlos en grava. Los ojos de Mandela, cegados por largas horas de trabajo martilleando la piedra caliza, no resisten hoy los destellos de los fot¨®grafos. Como recuerdo, el Rey fue obsequiado precisamente con un trozo de mineral similar al que en su d¨ªa tall¨® Mandela.
"Cuando se viene a Robben Island, uno entiende lo que significa estar aqu¨ª. Y, conociendo al presidente Mandela, sabiendo su pasado, su historia, su pensamiento pol¨ªtico, uno siente deseos de decir al mundo lo que significa la palabra libertad", escribi¨® don Juan Carlos en el libro de visitas. Katharada record¨® que la victoria frente al apartheid pertenece al pueblo surafricano, a los prisioneros pol¨ªticos que resistieron y, s¨®lo algunos, sobrevivieron al horror. Pero agradeci¨® la solidaridad internacional que en su d¨ªa lleg¨® hasta aquella c¨¢rcel. "Sin su ayuda", dijo, "tambi¨¦n habr¨ªamos ganado, pero habr¨ªa sido m¨¢s largo".
Robben Island, a media hora de barco de Ciudad de Cabo, donde se unen las aguas del oc¨¦ano Atl¨¢ntico y el ?ndico, fue un misterio durante a?os para algunos de sus inquilinos, transportados a la isla en la oscuridad de la bodega de un buque y recluidos en m¨®dulos de aislamiento. S¨®lo cuando la libertad lleg¨® a Sur¨¢frica pudieron conocer c¨®mo era la isla de su presidio.
Pasado y futuro
Los Reyes, que se desplazaron a Robben Island en helic¨®ptero, sobrevolaron de regreso el cabo de Buena Esperanza, el punto m¨¢s austral de ?frica, y un referente paro todos los marinos del mundo. Pero la c¨¢rcel donde Mandela forj¨® su leyenda no fue lo ¨²nico que vieron ayer los Reyes en su inmersi¨®n en la realidad surafricana. Tambi¨¦n recorrieron la escuela primaria de Nolungile, enclavada en uno de los m¨¢s humildes asentamientos de chabolas de la ciudad, y el museo anti-apartheid del distrito 6, una zona cosmopolita de la ciudad arrasada en los a?os sesenta y setenta por las leyes racistas, que imped¨ªan que seres humanos con distinto color de piel vivieran en las mismas calles o en las mismas casas.
As¨ª, en un solo d¨ªa, los Reyes pudieron viajar hacia atr¨¢s en la historia: c¨¢rceles, zonas segregadas por la fuerza con excavadoras...; y hacia el futuro: una infancia colegial en un poblado de chabolas que alterna los trajes tribales con los disfraces de majorettes.
El presente es la escasa distancia que separa la Sur¨¢frica moderna, occidental, rica y europea de un patio interior en el que crece todo el dolor que asuela el continente africano.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Nelson Mandela
- Apartheid
- Viajes oficiales
- Reina Sof¨ªa
- Congreso Nacional Africano
- Contactos oficiales
- Sud¨¢frica
- Viajes
- Incidentes
- Juan Carlos I
- Conflictos raciales
- Ofertas tur¨ªsticas
- Pol¨ªtica exterior
- Racismo
- Partidos pol¨ªticos
- Turismo
- Sucesos
- Ideolog¨ªas
- Discriminaci¨®n
- Delitos odio
- Gobierno
- Gente
- Prejuicios
- Administraci¨®n Estado
- Delitos