Villoria, en el t¨²nel
La fidelidad al alcalde y su longevidad pol¨ªtica marcan la carrera del concejal
La salida a la luz de sus negocios privados ha sumido a Enrique Villoria Mart¨ªnez, el mayor hacedor de t¨²neles de la historia de la capital, en una zona oscura. La empresa de intermediaci¨®n mercantil y asesoramiento inmobiliario que ¨¦l mismo cre¨® -y no declar¨®- siendo concejal de Obras le ha supuesto, seg¨²n fuentes de su entorno, una de las m¨¢s graves fracturas en su gran¨ªtica carrera. Un recorrido que hunde sus ra¨ªces en la protohistoria municipal, en el lejano 1970, cuando este licenciado en Ciencias Pol¨ªticas y Econ¨®micas, tras una fulgurante ascensi¨®n por la tramoya franquista (secretario del Consejo del Sindicato Espa?ol Universitario, consejero nacional de la Juventud, procurador en Cortes por el tercio familiar), se gan¨® un sill¨®n como concejal por Latina. Ten¨ªa 32 a?os y algunos de los actuales ediles, como la socialista Noelia Mart¨ªnez, a¨²n no hab¨ªan nacido.PASA A LA P?GINA 3VIENE DE LA P?GINA 1
29 a?os de poder
?se fue el inicio. Veintinueve a?os m¨¢s tarde, este superviviente nato a¨²n forma parte del poder municipal. Una parte casi consustancial. En esa larga etapa, durante la que muere Franco, se vota la Constituci¨®n, se celebran elecciones municipales, desaparece la UCD, asciende el PSOE, se suceden 10 alcaldes (entre ellos, uno llamado Enrique Tierno Galv¨¢n) y el PP toca finalmente la vara de mando de Madrid, Enrique Villoria s¨®lo ha faltado a su cita en el Ayuntamiento tres a?os, los mismos en que su partido (por aquel entonces llamado Alianza Popular) decidi¨® no concurrir a las elecciones municipales y en los que ¨¦l, pese a estar volcado en un negocio de vinos, no deja de acudir a los plenos como espectador.Pero m¨¢s all¨¢ de su longevidad pol¨ªtica, la nota principal que sugiere el nombre de Villoria en la memoria consistorial est¨¢ ligada al pentagrama urban¨ªstico. Es decir, al ¨¢rea de Obras e Infraestructuras, que dirige sin soluci¨®n de continuidad desde 1989. Es lo suyo. Una labor que de la mano del alcalde (un mero inspector de finanzas cuando Villoria ya era concejal y que ahora se ha erigido en su principal valedor) le ha permitido poner patas arriba la ciudad con designios en forma de t¨²neles (R¨ªos Rosas), asfaltados, fuentes ornamentales (Alonso Mart¨ªnez), pantallas antisuicidio (Viaducto), aparcamientos subterr¨¢neos (plaza de Oriente)... Pocas tareas asustan a este hombre de car¨¢cter poderoso que ante la pol¨¦mica suscitada por la reforma de la plaza de Oriente (5.500 millones de pesetas) sentenci¨®: "Las crisis pasan, las obras quedan". O bien, que al ser interrogado sobre su etapa franquista remat¨®: "En el Ayuntamiento franquista, la corrupci¨®n era igual a la de hoy". As¨ª, con esta flexibilidad de martillo, es como ha pulverizado los escollos que le han salido a su paso. Aunque algunos le han hecho tropezar. Como el esc¨¢ndalo que se desat¨® cuando presid¨ªa la Empresa Municipal de la Vivienda y se le acus¨® de adjudicar irregularmente pisos protegidos a militantes del PP. Fue, como reconoci¨®, el peor ac¨ªbar de su carrera. Pero de poco sirvi¨® la artiller¨ªa de la oposici¨®n. Aunque en el siguiente mandato perdi¨® el ¨¢rea de Vivienda, prosigui¨® con su fren¨¦tica actividad. M¨¢s t¨²neles y plazas. Y as¨ª hasta llegar a las listas para los comicios del 13 de junio, donde, aun con el apoyo del alcalde (admirador de su capacidad resolutiva), pocos le dan como candidato. Sus trazas de hombre de la prehistoria municipal, anterior al propio partido, no encajan con los nuevos aires del luminoso centrismo liberal. Su ¨¦poca, atacan algunos colegas, ha pasado. Pero Villoria, indestructible, sigue a lo suyo. Ahora su objetivo inmediato es cerrar el llamado ret¨²nel de O'Donnell, un subterr¨¢neo debajo de otro. Su especialidad.
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