No venga en jueves
En la Salamanca acad¨¦mica y literaria hay personas que traspasan el umbral de un apellido, seco y administrativo, para existir con el nombre propio. Los de fuera leen o vienen a visitar a Unamuno, mientras que los de dentro, cercanos d¨ªa a d¨ªa a su palabra y esperanza universales, nos referimos a don Miguel. Torrente Ballester hab¨ªa entrado en ese universo donde el solo nombre dice la autoridad, el paso y el respeto que un creador o maestro irradian. Tiene autoridad quien es autor, por lo que escribe o por lo que trasmite con la palabra viva, por lo que acoge o por lo que propulsa. Para los salmantinos de ra¨ªz y jugo, el escritor gallego era con m¨¢s y sin menos: don Gonzalo.?En qu¨¦ radicaba su autoridad? En sus muchos saberes y lecturas, en la potencia m¨¢gica de su palabra viva, en la cercan¨ªa de su amistad, en el saberse y en saberle hijo de sus obras, a ¨¦l profesor de instituto, que cumpl¨ªa con su deber y ganaba su pan como todo hijo de Ad¨¢n. Pensaba y escrib¨ªa, ten¨ªa una ancha familia y participaba en la vida cotidiana de una ciudad de provincias, haciendo de ella altozano para divisar la historia universal. ?No hab¨ªa propuesto Unamuno que habr¨ªa que intentar escribir la historia del mundo desde Matilla de los Ca?os en lugar de ver siempre la historia particular de Matilla de los Ca?os desde los acontecimientos del mundo?
Ten¨ªa don Gonzalo una sabidur¨ªa tejida de saberes y de magnanimidad, de humor y de iron¨ªa. Y conversaba con todo el mundo ense?ando y aprendiendo. El 6 de junio de 1978 comenzaba as¨ª su colaboraci¨®n en la Torre del aire: "No ser¨ªa capaz de recordar y resumir lo que hemos dicho en una charla de tres horas mi amigo el te¨®logo y yo. ?C¨®mo lamento cuando hablo con ¨¦l este hallarme tan lejos de estas cuestiones a las que en otro tiempo prest¨¦ inter¨¦s y acerca de las que tuve alguna informaci¨®n". Sus vast¨ªsimas lecturas y sus viajes por Europa le hab¨ªan puesto en contacto no s¨®lo con otras literaturas y sociedades, sino tambi¨¦n con el ecumenismo, el movimiento lit¨²rgico, Mar¨ªa Laach y Romano Guardini, la teolog¨ªa y liturgias orientales. Una tarde nos la pasamos entera hablando de Solovief, Boulgakof, Evdokimof, Florovsky y de toda la generaci¨®n de intelectuales que tras la revoluci¨®n de 1917 emigraron de Rusia a Francia. Par¨ªs s¨®lo ha sido lo que es gracias a tales inmigraciones. ?Es imaginable ya, por ejemplo, sin los rumanos Ionesco, Mircea Eliade, Cioran? Al lado del Sena los conoci¨® a casi todos.
Junto con otro gallego universal cruz¨® los Pirineos a su debido tiempo. La historia de la cultura y de la libertad en Espa?a deber¨¢n recordar a un amigo de Torrente y del que fue solidario en empresas literarias e intelectuales: el editor San Miguel. Primero fue Afrodisio Aguado y luego Ediciones Guadarrama, donde aparecieron aquellos espl¨¦ndidos Panoramas. All¨ª public¨® ¨¦l su Panorama de la literatura espa?ola contempor¨¢nea (1956), Teatro espa?ol contempor¨¢neo (1957), Literatura espa?ola contempor¨¢nea (1966). El tercer hijo de esa matriz editorial fue Ediciones Cristiandad, en las que vieron la luz obras maestras de ensayo, ling¨¹¨ªstica, historia de las religiones, ex¨¦gesis, teolog¨ªa. La muerte del fundador las sumi¨® en el silencio hasta hoy. Las nuevas manos, ?revivir¨¢n aquella magnanimidad, anchura de miras y elegancia est¨¦tica, que convert¨ªan las horas dedicadas a la lectura de sus libros en tiempo de gozo y gloria?
La informaci¨®n t¨®pica cita como fundamentales sus obras: Los gozos y las sombras, exponente de un estilo realista, y La saga fuga de J.B., exponente de su mundo on¨ªrico. Sin embargo, hay otros dos universos que son esenciales en su trayectoria. Uno es el del periodismo. Hoy podemos leer sus colaboraciones recogidas en cuatro libros: Memoria de un inconformista (28 de julio de 1964-26 de abril de 1967); Cuadernos de la Romana (2 de octubre de l973-22 de septiembre de l975); Torre del Aire (25 de septiembre de 1975-14 de diciembre de 1979); Cotufas en el golfo (1981-1986).
La primera serie de estos art¨ªculos, publicados en el Faro de Vigo, es uno de los mejores espejos para conocer la conmoci¨®n de fundamentos y la trasmutaci¨®n de conciencias que tuvieron lugar en Espa?a a ra¨ªz del VaticanoII. Este Concilio, al hacer posible y obligada una transici¨®n interior, desde convicciones de conciencia y no desde el oportunismo pol¨ªtico, confiri¨® legitimidad moral y obligatoriedad hist¨®rica a todas la transiciones posteriores. All¨ª daba una batalla incesante por una sociedad m¨¢s abierta, por una cultura m¨¢s libre, por una religi¨®n m¨¢s religiosa, por un cristianismo m¨¢s centrado en sus fines espec¨ªficos y desligado de lo que son excrecencias o acrecencias hisp¨¢nicas.
El 15 de marzo de 1979 vuelve a escribir en Torre del Aire: "Llevamos mucho tiempo sin encontrarnos y charlar mi amigo el te¨®logo y yo. Pues me lo tropiezo en una librer¨ªa, me invita a tomar un caf¨¦ y en un rinc¨®n charlamos durante casi dos horas". Al publicar mi libro Cuatro poetas desde la otra ladera buscaba qui¨¦n podr¨ªa conocer a fondo al poeta alem¨¢n Jean Paul Richter, el autor de los famosos Sue?os, el m¨¢s genial te¨®rico del humor, el creador de universos fant¨¢sticos. Y comprob¨¦ que lo mismo que a comienzos de siglo hab¨ªa dos personas que sab¨ªan todo, don Marcelino Men¨¦ndez Pelayo y don Miguel de Unamuno, en nuestros d¨ªas hab¨ªa tambi¨¦n tres personas que igualmente lo sab¨ªan casi todo. Torrente hab¨ªa le¨ªdo a Jean Paul en franc¨¦s. ?Todos los dem¨¢s, al proferir el nombre Jean Paul, inmediatamente pensaban en Sartre!
Tras un empacho de realismo se embarc¨® en la fantas¨ªa teol¨®gica, que consideraba su mejor obra. "Me entregu¨¦ a mi "Don Juan" una vez terminada "La Pascua triste", a comienzos de este a?o de 1962". Con esa obra hab¨ªa vivido interiormente en Par¨ªs, Salamanca y Sevilla. Los protagonistas han cursado teolog¨ªa, saben de Lutero y Calvino, de la inquisici¨®n, pactos con Sat¨¢n y procesos de brujas. El agustiniano T¨¦llez, el mercedario Zumel, el jesuita Molina, el dominico Ba?ez, se pasean por sus p¨¢ginas, a las que saltan incluso te¨®logos franceses modernos como Congar, fil¨®sofos como Sartre o Huxley. Como Dante y Machado sab¨ªa que hay dos realidades supremas que van siempre unidas: el amor y la teolog¨ªa. Convencido de que una obra de arte en la que predominan los valores t¨¦cnicos es siempre decadente, porque revela impotencia imaginativa y esterilidad, y de que s¨®lo los grandes temas hacen posible las grandes creaciones, eligi¨® una materia teol¨®gica para su Don Juan. "Voy a confesarle un secreto: lo eleg¨ª por varias razones: porque me fue simp¨¢tico su inter¨¦s por la teolog¨ªa. Eso siempre revela un hombre de calidad", dice uno de los personajes.
La pura raz¨®n de una jud¨ªa intelectual, seca como un sarmiento, y la pasi¨®n de un celt¨ªbero, en soledad de ideas y ardor de coraz¨®n, el pecado y el demonio, las grandes cuestiones de la libertad y de la salvaci¨®n, el individualismo y la magia, pasan por estas p¨¢ginas, que recrean en una dimensi¨®n insospechada el viejo mito hisp¨¢nico. ?Ser¨¢ verdad que cuando la modernidad ha querido repensarlo en las nuevas claves de conciencia e historia han surgido Hamlet y Fausto? El infierno, ?son los otros o es cada hombre para s¨ª mismo, cuando se hace insolidario de su pr¨®jimo y se a¨ªsla del otro? La libertad, ?qui¨¦n la otorga: el propio sujeto, los otros o Dios? ?D¨®nde se forja la felicidad y d¨®nde aparece la salvaci¨®n? "Es evidente la soledad social de Don Juan, es decir, su falta absoluta de solidaridad con los hombres, y no digamos su soledad metaf¨ªsica, soledad de profesional del pecado.
Veinte a?os m¨¢s tarde se preguntaba qu¨¦ quedar¨¢ del mito de Don Juan en una cultura donde el pecado no tenga relieve y la pregunta por la salvaci¨®n enmudezca. ?Qu¨¦ otorga dramatismo a la vida y al placer? ?No ser¨¢ quiz¨¢ el horizonte del supremo bien y santidad perdibles? En 1954 escrib¨ªa sagazmente Merleau Ponty: "?Es el erotismo una forma de valor intelectual y de libertad? Pero, ?qu¨¦ ser¨ªa de Valmont sin la inocencia de C¨¦cile, sin la castidad de la presidenta? No tendr¨ªa nada que hacer. ?Qu¨¦ ser¨ªa de los malos sentimientos sin los buenos? El placer de profanar supone los prejuicios y la inocencia". Enigm¨¢ticamente, el bien es fundamento y anverso; s¨®lo en referencia a ¨¦l tiene el mal densidad y relieve. Cuando pierda la referencia a aqu¨¦l habr¨¢ aparecido el infierno de la trivializaci¨®n e igualaci¨®n, desfiguradoras hasta la insignificancia.
Torrente tuvo dudas en publicar el libro y confiesa que lo hizo porque consideraba obras maestras los dos poemas incluidos en ¨¦l. Uno de ellos es el Poema de Ad¨¢n y Eva. Si alguien no ha le¨ªdo, no ha entendido o incluso ha aborrecido los primeros cap¨ªtulos del G¨¦nesis (manzana, serpiente, pecado, Eva...), lea estas p¨¢ginas. No conozco ni en la teolog¨ªa ni en la literatura de este siglo una recreaci¨®n literariamente m¨¢s bella y teol¨®gicamente m¨¢s verdadera.
Nos ve¨ªamos de tarde en tarde, pero nos sab¨ªamos trabajando, cada cual en su fragua, machacando en el yunque de las palabras, ideas y esperanzas propias: en la ¨²ltima visita hablamos de todo. Me cont¨® sus planes y su voluntad de asistir todos los jueves a la Academia, si se recuperaba. Yo le promet¨ª volver pronto. Al salir, ya casi en el ascensor, me llegaba una voz desde el fondo: "No tarde, pero no venga en jueves". Entretanto, otra visita no anunciada se me anticip¨®. Unamuno, estremecido y suplicante, la hab¨ªa cantado: "Vendr¨¢ de noche cuando todo duerma:/ vendr¨¢ de noche cuando el alma enferma/ se emboce en vida". Salamanca se me va poblando de ausencias y el silencio sucede a las voces, cuando ¨¦stas se van hacia la Luz y la Palabra.
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