Muerte de un anarquista MIQUEL CAMINAL BADIA
Salvador Puig Antich fue ejecutado por el procedimiento del garrote vil en la ma?ana de un 2 de marzo, hace 25 a?os. Fue un asesinato de la polic¨ªa de Franco, la Brigada de Investigaci¨®n Social (BIS), con la cobertura militar de un juicio cuya pena ya estaba condicionada de antemano. La suerte del joven anarquista estaba echada antes de empezar, como si lo hubieran dejado caer por la ventana de las dependencias policiales. Nadie impidi¨® este acto brutal. Todav¨ªa dan vueltas en la ¨®rbita de los horrores, las palabras de P¨ªo Cabanillas, ministro de Informaci¨®n y Turismo: ha sido un acto de justicia. Es dif¨ªcil olvidar las complicidades pol¨ªticas con nombres y apellidos de las personas cercanas al dictador. Fueron corresponsables de la negaci¨®n del indulto y de sus consecuencias fatales. Un gobierno de n¨²cleo duro, constituido el 3 de enero de 1974 y formado por Arias Navarro, Antonio Carro, Cortina Mauri, Coloma Gallegos, Utrera Molina, Fern¨¢ndez Cuesta, Mart¨ªnez Esteruelas, Garc¨ªa Hern¨¢ndez, entre otros, dio el enterado sin atender el clamor tard¨ªo de la oposici¨®n democr¨¢tica contra la sentencia de muerte. As¨ª era la dictadura: naci¨®, vivi¨® y muri¨® con la muerte del otro. Los aniversarios de los presos antifranquistas lo ir¨¢n recordando: Puig Pidemunt, Numen Mestres, ?ngel Carrer¨®, Pere Valverde, dirigentes del PSUC, murieron fusilados en el Camp de la Bota hace 50 a?os, en un 16 de febrero. Que Franco era un presunto delincuente en el poder ya no lo duda casi ninguna persona de bien, despu¨¦s de comprobar como empieza t¨ªmidamente a existir un derecho global que penetra en los cotos cerrados de las dictaduras fundadas en el terror. Sea cual fuere el veredicto de los lores brit¨¢nicos, ya hay un antes y un despu¨¦s de Pinochet. Karl Popper, un fil¨®sofo liberaldem¨®crata con inteligencia conservadora, escribi¨® estas palabras tan f¨¢ciles de compartir: "La historia del poder pol¨ªtico ha sido elevada a la categor¨ªa de historia universal. Pero esto es, creo, una ofensa contra cualquier concepci¨®n decente del g¨¦nero humano y equivale casi a tratar la historia del peculado, del robo y del envenenamiento, como la historia de la humanidad. En efecto, la historia del poder pol¨ªtico no es sino la historia de la delincuencia internacional y del asesinato en masa (incluyendo, sin embargo, algunas de las tentativas para suprimirlo). Esta historia se ense?a en las escuelas y se exalta a la jerarqu¨ªa de h¨¦roes a algunos de los mayores criminales del g¨¦nero humano". Lo escribi¨® en 1945 y pensaba en Hitler, Mussolini, Stalin y unos cuantos muchos m¨¢s. Pero la expresi¨®n de su pensamiento le sali¨® casi anarquista: "La historia de la humanidad no existe; s¨®lo existe un n¨²mero indefinido de historias de toda suerte de aspectos de la vida humana (...) toda la historia existente, nuestra historia de los Grandes y Poderosos es, en el mejor de los casos, una comedia superficial" (The open society and its enemies). Una "comedia superficial" que acab¨® en tragedia con la vida de un joven anarquista. No voy a citar los nombres de nuestros "Grandes y Poderosos" que lo mataron por acci¨®n u omisi¨®n porque este art¨ªculo desea ser impreso y publicado; pero s¨ª puedo escribir algo m¨¢s cruel que denunciar culpables. Salvador Puig Antich formaba parte de un grupo llamado Movimiento Ib¨¦rico de Liberaci¨®n (MIL), que casi nadie conoc¨ªa, ni sab¨ªa de su existencia, ni se preocup¨® de sus penalidades hasta que la pena capital se hizo evidente. En unos tiempos en los que se luchaba por la democracia, la autonom¨ªa y poco m¨¢s, ?qu¨¦ hac¨ªa un grupo de j¨®venes catalanes de clase media y media alta, luchando por la revoluci¨®n libertaria, atracando bancos como aut¨¦nticos representantes del demonio capitalista y hablando la lengua castellana del obrero oprimido? Una locura, visto desde una oposici¨®n democr¨¢tica muy responsable con sus l¨ªmites pol¨ªticos. Incomodaban. Como incomoda hoy la revisi¨®n de un juicio, pese a la falta de garant¨ªas procesales que hubo y la negativa a la validaci¨®n de pruebas exculpatorias. Eran, en su juventud, unos activistas tocaboires, que al final resultaron v¨ªctimas propiciatorias para un r¨¦gimen represivo hasta la estupidez, que vio en la muerte de un anarquista, una decisi¨®n de poco riesgo. Se equivocaron, lo convirtieron en un h¨¦roe. A la falta de moralidad pod¨ªan haber a?adido, como m¨ªnimo, la astucia de no dar nuevos h¨¦roes a la oposici¨®n democr¨¢tica. Hoy, Puig Antich estar¨ªa con nosotros, sin el aura pero con la vida. Su drama fue brechtiano con una buena dosis de Dario Fo. Empez¨® en una cita, descubierta a golpes de tortura por la BIS sobre el detenido Santi Soler Amig¨®. La incompetencia de seis agentes en la esquina de las calles del Consell de Cent y de Girona provoc¨® la trifulca dentro del portal, donde fueron obligados a entrar Puig Antich y Xavier Garriga. Muri¨® el subinspector Anguas Barrag¨¢n en el intento de huida de Puig Antich. ?ste fue acusado (adem¨¢s de pertenecer a asociaci¨®n ilegal y banda armada) de la muerte del subinspector y del atraco a una sucursal del Banco Hispano Americano en el paseo de Fabra i Puig, precisamente tambi¨¦n en un 2 de marzo, el de 1973, junto con otro militante del MIL, Pons Llobet. El fiscal militar pidi¨® en el consejo de guerra dos penas de muerte para Puig Antich y 30 a?os de prisi¨®n mayor para Pons Llobet, que ten¨ªa entonces 18 a?os. Puig Antich fue condenado a una pena de muerte y a 30 a?os de prisi¨®n mayor. El indulto era posible, o bien el aplazamiento indefinido del enterado. Se prefiri¨® un "acto de autoridad" de quien no le queda ni eso, con torna incluida. El mismo d¨ªa fue ejecutado el s¨²bdito polaco Heinz Chez, condenado a muerte por el asesinato del guardia civil Antonio Torralbo. Despu¨¦s de 25 a?os todav¨ªa perdura la duda, o la certeza, de que no se hizo todo lo que se hubiera podido hacer para evitar estos coletazos terminales de la dictadura. Salvador Puig Antich luchaba contra el franquismo desde su anarquismo. Fue m¨¢s extremista que otros y mucho m¨¢s ingenuo. De vivir hoy, quiz¨¢ recordar¨ªa sus excesos de juventud y, con toda seguridad, compartir¨ªa un igual sentimiento con otro joven, Francisco Anguas Barrag¨¢n, tambi¨¦n de 24 a?os. Un polic¨ªa cuya profesi¨®n era defender un orden pol¨ªtico sin preguntar, el cual le caus¨® una muerte in¨²til. Pasados los a?os, y si pudieran contarlo, llegar¨ªan a la conclusi¨®n de que ambos fueron gregarios de signo antag¨®nico de una historia al servicio de otros. Pero Salvador Puig Antich insistir¨ªa parafraseando a Brecht: "?Qu¨¦ es asaltar un banco comparado con fundarlo?".
Miquel Caminal Badia es profesor de Ciencia Pol¨ªtica de la Universidad de Barcelona.
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