La dignidad de los perdedores JOSEP RAMONEDA
Durante a?os, la perfidia de las estructuras sociales ha sido una coartada para eludir el principio de responsabilidad. En el origen est¨¢ una f¨®rmula de Rousseau: "Todo est¨¢ bien cuando sale del Autor de las cosas, todo degenera en manos de los hombres". Una f¨®rmula con tradici¨®n porque en definitiva es una versi¨®n de¨ªsta de la met¨¢fora del Para¨ªso. Cuando el hombre levanta el vuelo, entra en sociedad y empieza a escribir la historia, todo degenera. Las estructuras sociales atrapan al hombre. Rousseau establece las bases para liberar de toda responsabilidad a Dios y al hombre. Dios hab¨ªa hecho un hombre bueno, que la vida en sociedad sea degradante no es de su competencia. ?l puso el mejor hacer de su parte. ?Y el hombre? El hombre, "que ha nacido libre, se encuentra encadenado en todas partes", alienado en las estructuras y en las instituciones sociales. La coartada est¨¢ escrita: el mal tiene causas sociales. Queda consagrada la elisi¨®n de la responsabilidad individual: nadie es responsable de su suerte. Este discurso ha tomado mil formas distintas, pero todas ellas bajo el signo de la negaci¨®n de la responsabilidad individual. De ah¨ª la "tentaci¨®n de la inocencia" que, como explic¨® Pascal Bruckner, ha marcado a las ¨²ltimas generaciones de la guerra fr¨ªa. Se impon¨ªa la recuperaci¨®n del principio de responsabilidad individual. Y as¨ª fue. Pero, dado el desconcierto ideol¨®gico que la izquierda arrastra, vino de la mano de la derecha triunfante de los a?os ochenta. Fue la se?ora Thatcher su principal predicadora. Despu¨¦s pas¨® a manos de cierto reformismo neocapitalista, que lo ha revestido de virtudes emancipatorias. Efectivamente, el valor del futuro, nos dicen, es la responsabilidad: que cada cual asuma su suerte. Y naturalmente, lo que se opone a este valor es lo que llaman, con el desprecio del que lo tiene todo resuelto, la irresponsabilidad del ciudadano subvencionado. Dicho en versi¨®n cruel, el argumento pretende que el que no trabaja es porque no quiere y que el subsidio de paro es una invitaci¨®n a no trabajar. Dicho en versi¨®n reformista, el trabajo en el futuro ser¨¢ mucho menos r¨ªgido que actualmente, la flexibilidad y el cambio ser¨¢n factores dominantes, se requerir¨¢ ganas de aprender permanentemente, imaginaci¨®n y adaptabilidad. La responsabilidad de cada cual ser¨¢ decisiva. No dudo de la importancia de la responsabilidad. Me divierte que la exhiba como valor un discurso neocapitalista que si algo ha aprendido del marxismo es la convicci¨®n de que la econom¨ªa lo determina todo, en ¨²ltima y en primera instancia. Pero, como dec¨ªa Nietzsche, "ning¨²n vencedor cree en la casualidad". Los mismos episodios de este siglo que confirman las consecuencias tr¨¢gicas de convertir al individuo en una pieza del proceso de transformaci¨®n social sin autonom¨ªa alguna, sirven para demostrar que s¨®lo aquellos que creyeron en su responsabilidad individual hicieron posibles las muchas resistencias que han sido y siguen siendo necesarias para salvar la dignidad del hombre. Sin embargo, cuando se oyen determinadas apelaciones a la responsabilidad individual en cuestiones humanamente (no s¨®lo de pan vive el hombre) tan dram¨¢ticas como la del trabajo, uno tiene la sensaci¨®n de que hay trampa. Vivimos en una cultura que ha hecho del trabajo el veh¨ªculo de socializaci¨®n principal. Perder el empleo no es s¨®lo quedarse sin recursos, es tambi¨¦n quedarse sin trabajo, que es el principal factor de identificaci¨®n social que se le reconoce a un ciudadano. "?Tu padre en qu¨¦ trabaja?", preguntan los ni?os a los compa?eros de escuela. Y esta identidad no la devuelve un subsidio. Estamos muy lejos de las condiciones sociales, t¨¦cnicas y culturales que permitan a la humanidad liberarse del castigo divino que nos conden¨® a trabajar. La fantas¨ªa de que el hombre con su responsabilidad puede alg¨²n d¨ªa dejar el trabajo por el arte, adem¨¢s de una utop¨ªa, hoy, es un escarnio. En el retablo de un mundo de triunfadores, en que el individuo es considerado consumidor (motor de la econom¨ªa) m¨¢s que ciudadano (sujeto de derechos pol¨ªticos), la presencia (por otra parte, necesaria) de los perdedores estorba, porque no consumen y porque son el espejo que distorsiona la imagen oficial de que todo va bien. Recuperar la idea de responsabilidad individual, rescatarla del secuestro de las ideolog¨ªas de la determinaci¨®n hist¨®rica, es necesario para cualquier cultura del cambio. De los resistentes a los disidentes, queda claro que s¨®lo hay cambio cuando el hombre tiene suficiente responsabilidad y conciencia de s¨ª mismo como para no aceptar la infamia y la servidumbre. Pero apelar a la responsabilidad individual para que los parados, los pensionistas m¨¢s necesitados, los pobres o los marginados salgan de su marasmo me parece que es negar a los perdedores ya no la dignidad, sino incluso el derecho a una existencia civil. No todo es culpa de los dem¨¢s, no todo es culpa de las estructuras, pero tampoco todo es culpa de los perdedores, por m¨¢s que la presencia de perdedores moleste porque ensucia el panorama id¨ªlico del fin de la historia. Lo que se ha dado en llamar neoliberalismo (que poco tiene que ver con la verdadera tradici¨®n liberal) est¨¢ generando una utop¨ªa de mundo feliz que nada tiene que ver con la realidad. Incluso algunos de los que participan de sus beneficios se han visto obligados a advertir sobre las amenazas que la ideolog¨ªa, cegada en un fundamentalismo de mercado, puede que no perciba.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.