Bonn acepta ya oficialmente que pa¨ªses de la zona euro mantengan el Fondo de Cohesi¨®n
Alemania acepta, por fin, ya oficialmente que los pa¨ªses menos pr¨®speros de la Uni¨®n Europea (UE) integrados en la moneda ¨²nica, como Espa?a, sigan conservando los beneficios del Fondo de Cohesi¨®n en el septenio 2000-2006. As¨ª lo solemniza en un nuevo documento para la negociaci¨®n de la Agenda 2000 en la cumbre de Berl¨ªn, de los pr¨®ximos d¨ªas 24 y 25. A cambio, propone modular sus ayudas y reducir su intensidad, de manera que los beneficiarios (Espa?a, Portugal, Grecia) reciban menos transferencias a medida que se acerquen al 90% de la renta media comunitaria.
Las negociaciones secretas afloran ya a los documentos oficiales. El nuevo conjunto de propuestas presentado ayer por la presidencia alemana incluye que los pa¨ªses del euro podr¨¢n seguir manteniendo el Fondo de Cohesi¨®n -del que Espa?a obtiene al a?o unos 1.200 millones de euros-, como quer¨ªan los del sur y a lo que se opon¨ªa inicialmente Alemania, que aporta el 28,2 % al presupuesto comunitario cuando su PIB es el 27,4% del europeo.Bonn dio marcha atr¨¢s. Asumi¨® la continuidad de ese fondo a cambio de recortar los otros fondos estructurales, mucho m¨¢s cuantiosos (el de Cohesi¨®n supone para Espa?a en torno al 16% de todas las ayudas estructurales recibidas). Ahora la oficializa, con lo que Madrid no deber¨¢ gastar m¨¢s energ¨ªas en una batalla t¨¢ctica.
Reducci¨®n por prosperidad
Tan clara es la marcha atr¨¢s que el nuevo documento indica expl¨ªcitamente que los pa¨ªses del euro acogidos al Fondo de Cohesi¨®n deber¨¢n honrar sus "responsabilidades hacia la estabilidad" de la moneda ¨²nica, es decir, cumplir el Pacto de Estabilidad, so pena de perderlo. A cambio del reconocimiento, Bonn propone dos enmiendas endurecedoras. Una, modular las ayudas con un coeficiente, de manera que los beneficiarios (Espa?a, Portugal, Grecia) reciban menos transferencias a medida que se acerquen al 90% de la renta media comunitaria (el tope a partir del cual se deja de percibir y que ya ha alcanzado Irlanda), es decir, que avancen en la convergencia real. La otra es reducir la intensidad de las ayudas, de forma que Bruselas pague s¨®lo el 75% del coste total de los programas, en vez del 85%.La propuesta mantiene un recorte del conjunto de ayudas estructurales (incluido el Fondo de Cohesi¨®n) respecto a los 239.000 millones de euros propuestos por la Comisi¨®n en la Agenda 2000. Pero si en la reciente cumbre de Petersberg, Bonn propuso rebajarlos a 200.000 millones de euros -un tijeretazo para Espa?a de unos 1.200 millones de euros o 200.000 millones de pesetas anuales-, ahora flexibiliza su postura, proponiendo una horquilla entre 190.500 y 216.000 millones.
Tan o m¨¢s preocupante es que mantenga el prop¨®sito de eliminar el criterio de "prosperidad nacional" en los fondos estructurales, por el que una regi¨®n pobre de un pa¨ªs pobre recibe de Bruselas m¨¢s que una regi¨®n pobre de un pa¨ªs rico, pues un Estado pr¨®spero puede ayudar m¨¢s a sus ¨¢reas deprimidas. La supresi¨®n de este criterio perjudicar¨ªa a Espa?a en 2.800 millones de euros durante el septenio, casi medio bill¨®n de pesetas.
En Pol¨ªtica Agr¨ªcola Com¨²n -la PAC, que se lleva el 48,5% del presupuesto comunitario- la propuesta recoge las ideas francesas de "decrecimiento en el gasto", como se pact¨® en Petersberg. Y abandona la idea de la "cofinanciaci¨®n" (pago de un porcentaje por los Gobiernos), que tanto irrita a Par¨ªs. Pero s¨®lo parcialmente: la elimina al hablar de la PAC, pero la mantiene como opci¨®n en el cap¨ªtulo de los "desequilibrios presupuestarios", es decir, a buscar compensaciones para la excesiva carga financiera de Alemania y otros ricos. Es una presi¨®n t¨¢ctica y clara: si los cambios en la PAC no bastan para reducir su aportaci¨®n, Bonn seguir¨¢ agit¨¢ndola.
Desde un punto de vista general, no s¨®lo espa?ol, eso es precisamente lo peor del documento: reclama un mecanismo corrector de las aportaciones excesivas, a la manera del "cheque brit¨¢nico" (retorno de parte de la contribuci¨®n), a lo que Par¨ªs y Madrid se niegan. Aceptan arreglar el problema alem¨¢n, pero no ese mecanismo, que consideran insolidario y anticomunitario. Por eso Espa?a propuso una alternativa -un plan para cofinanciar los gastos que generan los refugiados-, al que el documento no dedica ni una menci¨®n.
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