Borrachera decente
Contaba hace unos d¨ªas Joaqu¨ªn Vidal en una columna de opini¨®n de este peri¨®dico las tres fases que implica una borrachera decente: "Primera, la exaltaci¨®n de la amistad; segunda, la exaltaci¨®n de la melancol¨ªa, que se manifiesta llorando a l¨¢grima viva; tercera, la exaltaci¨®n de la ¨®pera."Exaltaci¨®n de la ¨®pera, y sus circunstancias, es la que se ha producido durante las dos ¨²ltimas semanas en Madrid a prop¨®sito del recital que esta noche ofrece Jessye Norman en el Teatro Real. En lo que va de a?o han pasado ya por Madrid algunos tenores hist¨®ricos, como Pavarotti y Carreras; voces femeninas de temperamento, como Behrens y Lipovsek, o bar¨ªtonos comunicativos, como Hampson y Carlos ?lvarez, pero el revuelo de Norman no viene por ser un cap¨ªtulo m¨¢s de esta fiesta vocal, sino por el dinero que cobra -la bien pag¨¢, la han llamado algunos comentaristas radiof¨®nicos- y por la pol¨ªtica de entradas, con precios entre 800 y 18.000 pesetas (en Barcelona, el d¨ªa 25, oscilan de 4.600 a 23.000), y con una modalidad, con derecho a cena y cita en el programa de mano, que se eleva a 50.000 pesetas, una curiosa forma de peque?o mecenazgo que financia los elevados costes de la cantante a costa de hipotecar las mejores entradas del teatro, un teatro, no lo olvidemos, reconstruido y en su mayor parte sustentado con fondos p¨²blicos.
El recital de Norman, al margen de sus resultados art¨ªsticos, sirve de excusa para una particular exhibici¨®n social de poder, pero no deja de ser una an¨¦cdota en el conjunto global de actividades del Real. An¨¦cdota significativa, desde luego, pero los problemas de fondo van por otro lado y se sit¨²an m¨¢s en el d¨ªa a d¨ªa. Uno de ellos es el del p¨²blico o, siendo m¨¢s preciso, el de relaci¨®n de la poblaci¨®n de Madrid con su teatro. Es una identificaci¨®n que todav¨ªa no se ha producido. El teatro se ha convertido en un c¨ªrculo cerrado o semicerrado que interesa a capas muy determinadas, y genera un rechazo casi visceral de otras, en funci¨®n sobre todo de la imagen que proyecta, y tambi¨¦n por las dificultades de acceso, como ayer mismo denunciaba una lectora en la secci¨®n de cartas del suplemento Madrid. Ciclos de car¨¢cter social, como los conciertos sinf¨®nicos en familia, no son los m¨¢s adecuados para un acercamiento divulgativo, entre otras razones, por no estar soportados por un proyecto pedag¨®gico de fuste. No hace falta m¨¢s que ver la programaci¨®n para comprobarlo.
Otro problema prioritario es el de los cuerpos estables. Garc¨ªa Navarro acumula las direcciones art¨ªstica y musical, pero es especialmente en esta ¨²ltima en la que su trabajo es m¨¢s urgente a fin de elevar la calidad de la orquesta y defender la creaci¨®n de un coro propio. La pol¨ªtica actual de directores invitados, tanto espa?oles como extranjeros, no es, se mire por donde se mire, satisfactoria para un teatro con aspiraciones de encontrar una personalidad definida en Europa.
Un teatro de ¨®pera se define, en sus obligaciones con el p¨²blico y la sociedad que lo sostiene, por la calidad de sus espect¨¢culos fundamentalmente, pero el Real debe, en cualquier caso, explicar con transparencia lo que pretende y c¨®mo piensa llevarlo a cabo: la correspondencia entre lo p¨²blico y lo privado; el proyecto cultural; el alcance sociol¨®gico de sus propuestas; los niveles de calidad musical a que aspira; los tipos de est¨¦tica que defiende; los criterios de direcci¨®n art¨ªstica... Son cuestiones clave que se siguen, en muchos casos, improvisando, y que en otros est¨¢n sin definir suficientemente.
La temporada 1999-2000 est¨¢ a la vuelta de la esquina y es esperanzadora en su programaci¨®n te¨®rica. Que resulte una gratificante borrachera decente o m¨¢s bien un deambular sin rumbo por el arte m¨¢s embriagante que existe, depende en gran medida de sus actuales directivos. O del Gobierno, cuyo cantado giro al centro tendr¨ªa tambi¨¦n que aplicarlo a los terrenos art¨ªsticos.
Babelia
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