La detenci¨®n lleg¨® en bandeja
Kantauri y otros cinco activistas cenaron en un restaurante de moda horas antes de ser arrestados en Par¨ªs
Ni la camarera era camarera, ni los clientes eran tales clientes. En realidad eran polic¨ªas y guardias civiles. Pero es que aquel grupo de tres hombres y una mujer tampoco eran lo que aparentaban: eran Jos¨¦ Javier Arizkuren, Kantauri, supuesto jefe de los comandos ilegales de ETA, y tres importantes correligionarios. Los agentes se hab¨ªan convertido en su sombra desde muchas horas antes, y ahora -8 de la ma?ana, en un modesto hotel de Par¨ªs- iban a poner fin a aquella cumbre de etarras. Cuando ¨¦stos descubrieron la celada era demasiado tarde. Ninguno pudo empu?ar la pistola que escond¨ªa en la sobaquera o en el bolso de mano. Punto final a una operaci¨®n que la Guardia Civil asegura que es "casi tan importante" como la que hace siete a?os concluy¨® con la captura de la c¨²pula de ETA en Bidart (Francia).?Qu¨¦ hac¨ªan Kantauri y sus compa?eros el pasado martes en Par¨ªs?. "No lo sabemos todav¨ªa con certeza, pero seguro que era una reuni¨®n muy importante. No se juntan todos los d¨ªas activistas tan destacados de tres aparatos diferentes de ETA", afirma un analista de la Guardia Civil.
En efecto, en el hotel Printania hab¨ªan pernoctado Kantauri; su presunto lugarteniente Jes¨²s Mar¨ªa Puy Lecunberri; Irantzu Gallastegi y el ex parlamentario vasco Mikel Zubimendi, "miembro relevante del aparato pol¨ªtico" de ETA, seg¨²n el ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja. Y en un piso de la calle Lacordaire lo hicieron Jon Mirena San Pedro e I?aki Herran Bilbao, supuestamente relacionados con la infraestructura etarra en Par¨ªs.
Ni duros ni blandos
?Por qu¨¦ se hab¨ªa reunido un grupo de tanto nivel en la capital francesa precisamente ahora que hay tregua? La Guardia Civil asegura, por el momento, que no puede dar una respuesta contundente. Pero, en cualquier caso, descarta que Kantauri y los dem¨¢s encarnen una l¨ªnea discrepante y que estuvieran barajando escindirse de su organizaci¨®n. "En ETA no hay duros y blandos. Es una organizaci¨®n monol¨ªtica y jerarquizada", sostiene un experto policial que discrepa de que Kantauri sea calificado de duro y opuesto al alto el fuego anunciado en septiembre.La operaci¨®n que culmin¨® con la detenci¨®n del grupo se inici¨® oficialmente a mediados del pasado febrero tras localizarse el piso de Par¨ªs ocupado por Herran y San Pedro. La vivienda hab¨ªa sido alquilada con documentaci¨®n falsa a nombre de espa?oles que ni eran vascos ni jam¨¢s hab¨ªan estado en Euskadi ni tenido relaci¨®n con ETA. El piso fue sometido a cerco continuo.
Durante semanas, Herran y San Pedro no contactaron con nadie. Sal¨ªan del piso para comer y tomar copas por zonas frecuentadas por extranjeros, en las que pueden pasar completamente desapercibidos. Nada relevante.
Sin embargo, los guardias civiles observaron la tarde del pasado lunes que Herran y San Pedro sal¨ªan del escondite y se encaminaban hacia una cafeter¨ªa. Los agentes observan que los dos supuestos etarras realizan las habituales maniobras para asegurarse de que no est¨¢n siendo seguidos. Marchas y contramarchas. Por otro lado aparecen en escena tres hombres y una mujer -Kantauri y sus compa?eros- que efect¨²an similares movimientos. Marchas y contramarchas. Es el indicio de que se trata de una cita a la que no quieren ning¨²n invitado. Convencidos de que nadie les vigila, se produce el encuentro entre todos. Son las siete de la tarde.
Al cabo de un rato, el grupo se pone en movimiento aparentemente m¨¢s confiado que antes de haberse juntado en la cafeter¨ªa. Los seis caminan hasta el restaurante 912, en la calle de la Roquette, en la zona de La Bastilla.
El portero del local, grande y circunspecto, est¨¢ all¨ª para frenar el paso a quienes no se ajusten al particular patr¨®n de clientes deseables. Es un restaurante de ambiente modernillo, frecuentado por yuppies que visten ropa a la moda. Pero Kantauri y sus acompa?antes no tienen problema: el portero les da el visto bueno en silencio, seg¨²n comprueban los agentes que siguen sus pasos.
Mientras el grupo cena confiadamente, guardias civiles y polic¨ªas franceses aprovechan para "identificar plenamente" a Jos¨¦ Javier Arizkuren Ruiz, Kantauri, como uno de los comensales. En cambio, la ¨²nica mujer del grupo -bien peinada y maquillada, con un vestido acorde al local- les resulta totalmente desconocida. Miran y remiran una colecci¨®n de fotos, entre las que est¨¢ la de Irantzu Gallastegi. Pero los agentes no la reconocen. "Estaba muy cambiada", dice ahora la Guardia Civil. En alg¨²n momento, los investigadores creen que puede tratarse de Soledad Iparraguirre, Amboto, supuesta responsable de los comandos legales [no fichados] de ETA. Pero lo descartan cuando comprueban que esa chica no tiene el diente montado , un incisivo caracter¨ªstico de Iparraguirre.
Locales con marcha
Despu¨¦s de la cena, los seis supuestos etarras deciden acabar la reuni¨®n con unas copas. Kantauri toma gin tonic. Recorren varios locales de marcha, confudidos entre los asiduos de la movida parisina. Al fin, al filo de la madrugada del martes, Herran y San Pedro se separan de los dem¨¢s.Bajo la atenta mirada de los polic¨ªas, Jes¨²s Mar¨ªa Puy, Mikel Zubimendi, Irantzu Gallastegi y Kantauri caminaron hasta el boulevard du Temple. Llegaron hasta el n¨²mero 16, donde se asienta el Printania, un hotel modesto, de fachada color crema, en el que hab¨ªan reservado dos habitaciones dobles -a 7.000 pesetas cada una- a nombre de Navarro, uno de los alias habituales de Kantauri.
Mientras el jefe etarra y Puy descansan en una de las habitaciones y los otros dos compa?eros en la otra, comienza una fren¨¦tica y sigilosa actividad policial. Ha llegado el momento. Se requiere una agente francesa -condici¨®n indispensable: que sea buena fisonomista- para convertirse en improvisada camarera del Printania. Pero no s¨®lo eso, sino tambi¨¦n todo un equipo policial para capturar a un grupo al que se le atribuye un importante papel en la c¨²pula de ETA. Varios guardias civiles actuar¨ªan como "observadores" de la operaci¨®n.
-?Caf¨¦ o chocolate?, pregunt¨® la camarera a los que acababan de bajar a desayunar.
-?Son ustedes espa?oles?
-No, somos vascos.
Minutos despu¨¦s, ser¨ªa Kantauri el que, una vez esposado e inmovilizado, preguntara incr¨¦dulo: "?Son ustedes polic¨ªas espa?oles?". "No, somos franceses", respondi¨® uno de ellos mientras le mostraba la placa-insignia.
Una hora despu¨¦s cayeron Herran y San Pedro en el piso de la calle de Lacordaire. Punto final a lo que el director de la Guardia Civil, Santiago L¨®pez Valdivielso, considera "una de las m¨¢s importantes operaciones desde la de Bidart".
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