El Pante¨®n
La historia del Pante¨®n de Hombres Ilustres de Madrid es la historia del fracasado intento de levantar en la capital de Espa?a un pante¨®n de hombres ilustres. Estuve el otro d¨ªa en el conjunto monumental de la bas¨ªlica de Atocha, junto al cual el arquitecto Fernando Arb¨®s proyect¨®, a finales del pasado siglo, un templo del que tan s¨®lo lleg¨® a construirse la torre, a modo de campanil veneciano, y la c¨²pula bajo la cual est¨¢ el pante¨®n.La idea de levantar este monumento a los grandes hombres es de la ¨¦poca de la revoluci¨®n que se llam¨® "La Gloriosa". La formulaba as¨ª don ?ngel Fern¨¢ndez de los R¨ªos en su visionario libro El futuro Madrid: "Ser¨¢ un monumento que eduque a la Naci¨®n en el ejemplo de sus hombres eminentes, que muestre a los vivos la recompensa de las existencias fecundas y prometa una sucesi¨®n de grandes ciudadanos dignos de ser enterrados en aquel recinto".
Seguramente, don ?ngel se inspiraba en el Pante¨®n de Par¨ªs, ciudad en la que entonces resid¨ªa, o en la abad¨ªa de Westminster de Londres. El caso es que, en 1869, se pens¨® en destinar a Pante¨®n de Hombres Ilustres la iglesia de San Francisco el Grande. Y lleg¨® a organizarse un desfile de restos m¨¢s o menos aut¨¦nticos del Gran Capit¨¢n, Alonso de Ercilla, Garcilaso de la Vega, Quevedo, Calder¨®n de la Barca, Ventura Rodr¨ªguez, Juan de Villanueva, Gravina y otros personajes que fueron paseados en carrozas.
La reina regente, Mar¨ªa Cristina, impuls¨® la creaci¨®n del pante¨®n junto a la bas¨ªlica de Atocha, muy ligada a la Monarqu¨ªa borb¨®nica. El resultado fue pobre, seg¨²n puede verse. Aparte de un mausoleo con los nombres de Arg¨¹elles, Mendiz¨¢bal, Mu?oz Torrero, Ol¨®zaga, Mart¨ªnez de la Rosa y otros pol¨ªticos del siglo XIX, en el pante¨®n est¨¢n tan s¨®lo las tumbas de C¨¢novas, Sagasta, Canalejas, Dato, R¨ªos Rosas y el marqu¨¦s del Duero. Llaman la atenci¨®n, sobre todo, las esculturas de Benlliure, a quien se critic¨® por haber puesto, en la tumba de Sagasta, la figura de un obrero con alpargatas. A estos pocos difuntos se redujo el sue?o mortuorio del siglo XIX.
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