Pies para qu¨¦ os quiero
Su vida comenzaba a aproximarse a la curva del medio siglo cuando los pilares sobre los que hasta entonces hab¨ªa sustentado sus esquemas cotidianos se tambalearon hasta caer desplomados. Sven Borg, un sueco de 50 a?os, asisti¨® a la quiebra de la peque?a empresa de decoraci¨®n en la que trabajaba. ?se fue el final de una etapa y el punto de partida para otra muy distinta. "No ten¨ªa empleo. No ten¨ªa dinero. Y decid¨ª hacer algo, porque no soy el tipo de persona que se queda sentada esperando", explica Sven Borg, un aventurero que el pasado 8 de abril decidi¨® poner el mundo a sus pies. Esto es, iniciar una caminata de 35.000 kil¨®metros sin m¨¢s equipaje que una abultada mochila ni m¨¢s compa?¨ªa que la que fuese encontrando por el camino. Sven Borg, que ayer recal¨® en Almer¨ªa para partir despu¨¦s hacia Alicante, ya ha cumplido parte del reto en el que pretende emplear tres a?os. Desde que el 8 de abril comenz¨® su particular viaje, ya se ha pateado 12.500 kil¨®metros y a dejado atr¨¢s pa¨ªses como Dinamarca, Alemania, Austria, Italia, Grecia, Francia y Portugal. "Gran final Bombay", explica en un depurado ingl¨¦s. Esta suerte de Willy Fog andar¨ªn inici¨® su aventura con un capital de unas 2.000 pesetas aproximadamente. Ese dinero se esfum¨® antes incluso de que en las plantas de sus pies comenzar¨¢ a intuirse la aparici¨®n de la m¨¢s m¨ªnima ampolla. Pero a este "vagabundo feliz", como ¨¦l mismo se define, le basta con lo imprescindible para seguir su viaje. Por eso, la liquidez precisa para mantenerse no le supone un problema excesivo. En Hamburgo, por ejemplo, se dedic¨® una semana a trabajar como pintor. Eso fue suficiente para seguir. La generosidad de la gente con la que se va topando en su largo viaje, complementa la ausencia de recursos monetarios. Tambi¨¦n cuenta con el apoyo de algunas empresas, lo que le permitir¨¢ poder salvar en avi¨®n, desde Alicante, el charquito que se interpone entre Espa?a y Londres, su pr¨®xima escala. El alojamiento tampoco es ninguna traba. "Duermo en hoteles de siete estrellas muy bien acondicionados", comenta mientras muestra las fotograf¨ªas de algunos de los bancos sobre los que ha resposado su cuerpo al caer la noche. El humor no ha abandonado a Sven Borg en ninguno de los cientos de miles de pasos que ya ha dado, pero cuando se refiere a la "categor¨ªa" de los "hoteles" en los que descansa la broma no resulta del todo il¨®gica. Tiene el cielo por techo y, cuando se tumba, comienza a contar las estrellas: "Una, dos, tres, cuando llego a siete me quedo durmiendo". Adem¨¢s de su lengua natal, Sven Borg tambi¨¦n habla alem¨¢n e ingl¨¦s. En espa?ol, hasta ahora, s¨®lo ha aprendido a decir "una cerveza, dos cervezas, tres cervezas. Gracias". Pero el idioma tampoco ha sido un problema para relacionarse con la gente de los distintos pa¨ªses por los que ha pasado. Ha podido comprobar lo que ya sospechaba: saber hablar ingl¨¦s difumina cualquier barrera de comunicaci¨®n, est¨¦s donde est¨¦s. El Parque de Do?ana, las playas de Tarifa y las gentes de todos los lugares por los que ha pasado son algunos de los recuerdos m¨¢s gratos que ya, junto a su mochila, se lleva a cuestas. Asegura que no ha tenido problemas graves y que, en general, se ha sentido bien y a salvo en todos sitios. "?ste es mi reto personal. Si despu¨¦s me quieren incluir en alg¨²n libro de r¨¦cord dir¨¦: muchas gracias, estoy muy contento. Pero, para m¨ª, el viaje es toda la recompensa", explica cuando se le pregunta si ha encaminado sus pasos hacia alg¨²n r¨¦cord mundial.
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