Boca a boca
Hoy d¨ªa se dice que la m¨¢s firme y eficaz popularidad de un libro se consigue por el "boca a boca". Imaginen: boca a boca. Si los libros y su contenido se transmitieran as¨ª, toda la humanidad ser¨ªa cult¨ªsima. O bien, entrando en su acepci¨®n de modo de salvamento, tendr¨ªamos a los socorristas s¨²bitamente elevados a la categor¨ªa de cr¨ªticos literarios. La expresi¨®n correcta es la de hacer correr un libro, o una fama, o un nombre, "de boca en boca". No es lo mismo, claro. Sucede como con otra expresi¨®n popularmente tergiversada: el que es celebrado "en olor de multitud" corre el riesgo de perecer por inhalaci¨®n de efluvios corporales reconcentrados; en cambio, quien es celebrado "en loor de multitud" est¨¢ siendo aclamado por ¨¦sta. ?Peque?as diferencias?Pues bien, hablemos de peque?as diferencias. Hace unos treinta a?os, los lectores y autores espa?oles maldec¨ªan el hecho de que apenas nada de la m¨¢s novedosa literatura del siglo XX tuviera traducci¨®n a nuestro idioma. Revisar los cat¨¢logos de las editoriales francesas o inglesas nos hac¨ªan ver que la cultura contempor¨¢nea no estaba editada en Espa?a. S¨ª lo estaba, en parte, en Argentina, por ejemplo, pero conseguir esos libros era una haza?a y, cuando se consegu¨ªan, corr¨ªan de mano en mano como una joya clandestina. Pero lleg¨® el tiempo en que la censura abri¨® la mano, primero, y desapareci¨® despu¨¦s, lo que ayud¨® a la formaci¨®n de nuevos lectores que, a su vez, exigieron mayor solvencia intelectual a los editores. Total: hacia finales de los setenta y mediados de los ochenta, la situaci¨®n dio un vuelco espectacular y puede decirse que toda la cultura contempor¨¢nea fue editada en Espa?a. Al fin pod¨ªamos tener a mano lo que quisi¨¦ramos; al fin est¨¢bamos a la altura de las circunstancias.
Hasta ah¨ª, todo en orden. Ahora, vaya usted a una librer¨ªa a buscar esa cultura contempor¨¢nea editada en castellano y se encontrar¨¢ con una situaci¨®n parad¨®jica: si antes no le¨ªamos lo que necesit¨¢bamos porque no estaba editado, ahora no encontramos lo que necesitamos porque s¨ª ha sido editado. ?Qu¨¦ ha ocurrido? Muy sencillo: que los libros han desaparecido. As¨ª que estamos en las mismas.
Es tal la cantidad de libros que se publican que no caben en los puntos de venta. Eso hace que, los que no venden r¨¢pido y sostenido, desaparecen enseguida para dejar paso a otros que prueben fortuna. S¨®lo se mantienen los que aguantan, y eso teniendo en cuenta que el aguante est¨¢ entre los tres y seis meses. Despu¨¦s, vuelva usted por ese libro que le llam¨® la atenci¨®n el oto?o pasado y ya veremos si lo encuentra. La t¨¦cnica del best-seller se aplica ya indiscriminadamente a todo libro: "Vender la mayor cantidad de libros posible en la menor cantidad de tiempo posible". Si no se logra, al tacho; y una vez logrado, al tacho tambi¨¦n, que llega el siguiente. La lucha, pues, del editor y el autor est¨¢ en conseguir que el famoso "boca a boca" salve al libro, tanto si es literatura de consumo como arriesgada invenci¨®n literaria, por un semestre al menos. Y hablo s¨®lo de literatura porque es lo que mejor conozco, pero en los dem¨¢s g¨¦neros ocurre tres cuartos de lo mismo. El mensaje es: si le ha gustado el libro, cu¨¦nteselo -pero urgentemente- a su vecina o vecino. Este eslogan viene del mundo del detergente, ya lo s¨¦, la diferencia est¨¢ en la urgencia, porque libros hay decenas de miles y marcas de detergente s¨®lo unas pocas, as¨ª que tienen m¨¢s margen.
En estas condiciones, el que no se dedique a halagar al p¨²blico es un tonto o un m¨¢rtir. Pasa igual con el cine, por ejemplo. Es la conversi¨®n del objeto art¨ªstico en producto. En cuanto lo denominemos producto, todo se entiende mejor. Es una confusi¨®n propia de la velocidad, tan confusi¨®n como lo de "boca a boca". Que lo mismo da, no seas quisquilloso -te dicen entonces-. Por eso ocurre lo que ocurre, porque da lo mismo una cosa que otra. Tambi¨¦n da lo mismo que un gato sea blanco o negro mientras cace ratones. El problema es que, cuando no da la mismo, es cuando abandonamos el descansillo del utilitarismo para subir unos tramos de escalones y llegar al del cultivo del esp¨ªritu, que tambi¨¦n tiene su encanto. Y si no me creen, pru¨¦benlo.
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