Un balc¨®n al Guadalquivir
Mirador de cielo elevado o pueblo situado en una eminencia, que ambas cosas significa Aipora. As¨ª bautizaron los griegos y fenicios a la actual localidad de Montoro. Motivos ten¨ªan: de entre los muchos atractivos de este pueblo cordob¨¦s, sin duda el m¨¢s destacado es su enclave. Ce?ido por el r¨ªo Guadalquivir, colgado en lo alto de un cerro, se alza la ciudad noble, leal y patri¨®tica de Montoro. T¨ªtulo concedido por Fernando VII en agradecimiento a su fidelidad en la lucha contra los franceses. El propio Gald¨®s, en los Episodios Nacionales, recoge gestas del alcalde de aquella ¨¦poca, Jos¨¦ de la Torre, y quiz¨¢ la m¨¢s destacada sea aquella en la que acab¨®, ¨¦l solito, con 25 gabachos. Y de una tacada. No obstante, el escritor reconoce en el texto que acaso podr¨ªa ser una "hip¨¦rbole andaluza" el documento en el que basa el relato. Sea o no cierta la historia, Montoro re¨²ne m¨¦ritos m¨¢s que suficientes para ser visitado. Nada m¨¢s llegar, antes incluso de entrar, el pueblo ofrece una magn¨ªfica vista. Arriba, un perfil de casas blancas roto por la torre de la iglesia. Abajo, el Guadalquivir abrazando a la localidad en uno de sus m¨¢s cerrados meandros. Es mejor pasar de largo ante las indicaciones de centro urbano y seguir el camino de circunvalaci¨®n, que le llevar¨¢ hasta el cauce del r¨ªo. As¨ª, podr¨¢ verse el puente del siglo XV y conocer, una vez cruzado ¨¦ste, el barrio de Retamar, el otro Montoro. Contemplado el pueblo desde la orilla contraria, se habr¨¢ de volver sobre los propios pasos para acceder al centro de la localidad. Recovecos y escaleras Lo primero que llama la atenci¨®n es lo intrincado de sus calles. Pronunciadas cuestas, recovecos, escaleras y cortados configuran el trazado urbano. No en vano, est¨¢ construido como quien dice en un balc¨®n sobre el r¨ªo. Y es eso, el laberinto de calles, lo que da mayor singularidad a Montoro. Un buen punto de partida para la visita es la plaza del Charco, en donde se encuentra la iglesia barroca del Carmen, all¨ª nace -o muere, como se guste- la arteria principal de la ciudad: la calle Corredera. No es ¨¦sta, ni se acerca, la v¨ªa m¨¢s bonita del pueblo, pero s¨ª en donde se localiza el movimiento comercial, el ir y venir de los montore?os, por lo que resulta interesante para pulsar el ambiente. Carteles, publicidad y luminosos, junto al continuo paso de veh¨ªculos, se funden con casas se?oriales de gran prestancia. En el extremo de la calle, aparece la plaza de Espa?a, centro de la ciudad. All¨ª se alzan las dos construcciones de mayor importancia en el pueblo: el Ayuntamiento y la iglesia de San Bartolom¨¦. Se trata de una de las plazas m¨¢s importantes de la provincia de C¨®rdoba. Recuerda en gran medida a la de los pueblos castellanos, toda de piedra, alejada de los t¨ªpicos c¨¢nones andaluces. El motivo de tal originalidad es la existencia de canteras de roca molinaza, as¨ª la llaman los lugare?os, en el t¨¦rmino de Montoro. Tanto la parroquia como el consistorio est¨¢n construidos con ese material. La iglesia empez¨® a edificarse en el 1483 y no se acab¨® hasta el 1817, con la culminaci¨®n de la torre. El Ayuntamiento es la antigua casa de los duques de Alba, titulares del ducado de Montoro, ostentado por la Casa de Alba. El edificio fue construido en el 1628 y a¨²n hoy exhibe en la fachada los blasones de sendas casas nobiliarias. Como dato curiosos fue este t¨ªtulo, el ducado de Montoro, el elegido por la duquesa de Alba como regalo para su hija Mar¨ªa Eugenia en la boda con el torero Francisco Rivera, actual duque de la ciudad. Por el momento, no han hecho aparici¨®n oficial por el pueblo. Inspeccionada la plaza de Espa?a, llega el turno a la laboriosidad del visitante, a quien, eso s¨ª, se le recomienda ir provisto de calzado c¨®modo. A las espaldas de ambos edificios se abre el casco hist¨®rico. Un laberinto de cuestas, que merece la pena recorrer. Casas blancas adornadas con dinteles de piedra molinaza. No hay que dejar de visitar el antiguo hospital de Jes¨²s Nazareno, fundado en el siglo XVII por el Cardenal Salazar, y que hoy en d¨ªa hace funciones de asilo. Campi?a y Sierra Adem¨¢s de su inter¨¦s cultural, Montoro ofrece grandes posibilidades ecol¨®gicas. Su t¨¦rmino municipal se divide entre la campi?a y la sierra. En la primera, un mar de olivos llena el paisaje. La otra parte, pertenece al parque natural de Carde?a, de reconocido prestigio entre los aficionados espa?oles por ser uno de los mejores lugares del pa¨ªs para la caza mayor, al abundar en la zona los ciervos y jabal¨ªes. En resumen, Montoro ofrece turismo cultural y ecol¨®gico a un tiro de piedra de C¨®rdoba, tan s¨®lo 40 kil¨®metros. Lo que sin duda supone una buena alternativa a la aburrida programaci¨®n de la tele para los pr¨®ximos d¨ªas festivos.
Botas y cuestas
Montoro est¨¢ situado a 40 kil¨®metros de la ciudad de C¨®rdoba, con un acceso directo desde la autov¨ªa hac¨ªa Madrid. Lo m¨¢s recomendable para hacer este viaje es ir equipado con calzado confortable ya que el principal inter¨¦s del pueblo radica en andurrear las callejas, en su mayor¨ªa cuestas pronunciadas. Si se est¨¢ interesado por la artesan¨ªa, no olviden pasar por el taller de los hermanos Mohedo (C/ Corredera, 39) dedicado al trabajo de la piel: botos, zahones, zurrones y material de cacer¨ªa. La gastronom¨ªa local es rica y ofrece entre sus platos m¨¢s selectos las carnes de caza procedentes de la sierra: ciervo, jabal¨ª o liebre, as¨ª como su aceite de oliva. Pero tambi¨¦n, el ajo sopeao, el arroz con zorzales y chorizo o las papas en co?¨¢. Para tapear se sugiere el bar Yepez en la plaza del Charco, 4. Si se prefiere un restaurante, habr¨¢ de salir al Jardinito a las afueras del pueblo o bien degustar los platos del Hostal Montoro. Precisamente es ¨¦ste el ¨²nico lugar existente en el pueblo para dormir (4.900 pesetas por noche en la habitaci¨®n doble). Por otro lado, si se prefiere el campo, la oficina de Turismo (tel¨¦fono: 957 160 089) puede facilitar el contacto con algunas de las casas rurales de la zona (con un precio que oscila en torno a las 1.800 pesetas por persona y noche).
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.