Palo al moro
JUVENAL SOTO A poco que indaguemos en nuestro ¨¢rbol geneal¨®gico, la inmensa mayor¨ªa de los espa?oles y de los andaluces, por tanto, descubriremos antepasados ¨¢rabes, jud¨ªos, godos, romanos, fenicios. Tal es la abundancia de nuestra variedad ¨¦tnica que puede afirmarse, con escasas posibilidades de errar, que aquel afamado mono lanzador de tibias inmortalizado por Kubrick en 2001, una odisea en el espacio no era otro que el dicharachero abuelito del mism¨ªsimo Blas Infante, el primo hermano de Maim¨®nides, el pap¨¢ de S¨¦neca, un sobrino cercano -demasiado quiz¨¢s- del general Queipo de Llano. Basta con echar una ojeada por la toponimia andaluza para comprobar lo dicho, y a¨²n ir a m¨¢s si, sentados en una plaza de alguna poblaci¨®n de Andaluc¨ªa, repasamos atentamente los rasgos de cuantos podremos saludar en el tiempo que tarde en consumirse el casual cigarrillo que decidi¨¦semos fumarnos. Ah¨ª seguramente reside nuestra enorme riqueza cultural, en descubrir en el rostro del andaluz que toma un caf¨¦ a nuestro lado la historia de todos los seres humanos dibujada en su perfil, con sus miserias y atrocidades y con su esplendor y luminosidad. Sin embargo, un polic¨ªa de la conocida localidad de El Ejido no quiere reconocer su riqu¨ªsima consanguinidad con las diversas razas del mundo. Quiz¨¢s este pobre hombre est¨¦ convencido de no s¨¦ qu¨¦ pureza gen¨¦tica en su porra de guardia municipal. Seguramente este desgraciado se cree en posesi¨®n de un pitorro -al reglamentario en el uniforme de polic¨ªa local me refiero- emparentado, por parte de la cadenilla que lo sujeta, con el Gran Ducado de Luxemburgo. ?De qu¨¦ otra manera puede explicarse, si no, que semejante infeliz golpease a un trabajador marroqu¨ª hasta conseguir que la fotograf¨ªa del rostro de ese hombre figurara en la edici¨®n de este mismo peri¨®dico del pasado martes, 23 de marzo, como ejemplo de barbaridad racista? Vali¨¦ndose del privilegio de figurar en la n¨®mina de los trabajadores del Ayuntamiento de El Ejido en calidad de polic¨ªa municipal, este peque?o y triste primate no evolucionado pidi¨® la documentaci¨®n al agredido y, al parecer, considerando un grave delito su pertenencia al contingente de los inmigrantes, lo golpe¨® hasta fracturarle incluso la mand¨ªbula. Todav¨ªa no contento con su fechor¨ªa -y sin que nadie en la polic¨ªa local de El Ejido le reprochase su canallada- mantuvo al joven marroqu¨ª dos d¨ªas en el arresto municipal por no se sabe qu¨¦. Ahora, tras la correspondiente denuncia y acaso ya repuesto del dolor f¨ªsico el agredido, otro sinverg¨¹enza sostiene que no hay constancia de los hechos en los archivos de la Polic¨ªa Local de El Ejido. No es que yo pida el linchamiento ni siquiera moral de este polic¨ªa, es que yo y cientos de miles de andaluces y millones de espa?oles y cientos de millones de seres humanos estamos pidiendo que la justicia ponga a este desgraciado funcionario municipal, y a los responsables del comportamiento de este desgraciado, frente al juez correspondiente para que ¨¦ste los juzgue de la manera que las leyes tengan previsto para el caso. Ning¨²n juez espa?ol puede ir pidiendo por los foros internacionales el procesamiento de Pinochet cuando un polic¨ªa municipal de El Ejido ejercita impunemente su porra en la miseria de golpear seres humanos.
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