Unos y otros
DE PASADAEn la inauguraci¨®n el pasado martes de la exposici¨®n Fragmentos de una traves¨ªa en el aparcamiento de la Plaza de la Marina de M¨¢laga hab¨ªa much¨ªsima gente y un edil desplazado. Por una vez, Antonio Garrido, tetraconcejal y megapregonero de la Archi Crucer¨ªa, se encontraba en notoria minor¨ªa. Y es que la muestra, como andaba bajo auspicio de la Junta y Unicaja, supuso desembarco sociata de primera magnitud: Presidente Chaves -al que todo quisque llama er Ni?o los Minolles-, Braulio Medel, Carmen Calvo y al fondo el candidato Paco Oliva. Garrido pas¨® de la fotofilia al rinc¨®n solitario, mostrando desamparo entre tanto junter¨ªo. Celia estar¨ªa encargando a Agatha Ruiz de la Prada un modelo de alcaldesa tunelera para el Domingo de Ramos. La cosa empez¨® mal porque nadie de la Junta fue de coger un tel¨¦fono para llamar a los adversarios municipales. Y eso nos espera hasta m¨¢s all¨¢ de las elecciones. La muestra va de instalaci¨®n arqueol¨®gico-art¨ªstica, territorios que hablan, historia heterodoxa, cartograf¨ªa in¨¦dita y murallas nazar¨ªes que intentan sacar cabeza ante la piqueta que le aplicaron alcaldes recientes en un ataque de progreso. El azar quiso que Chaves entrase a inaugurarla justo cuando la banda sonora de Antonio Meliveo recreaba una fanfarria imperial "a lo romano". En los v¨ªdeos realizados por Rogelio L¨®pez Cuenca, una imagen de Garrido se fund¨ªa con la del gordo que publicita la Cerveza Victoria desde hace 65 a?os. A unos y otros la historia nos se?ala con analog¨ªas inesperadas. Las fotograf¨ªas de malague?os huyendo hacia Almer¨ªa en la Guerra Civil recordaban que hay mucha memoria sin t¨ªtulo, con la herida a¨²n fresca. Sin tanto minu¨¦, esa misma tarde Enrique Vila-Matas y Jos¨¦ Garriga Vela lideraban en un hotel una rebeli¨®n de Ballantine"s por el colega Antonio Soler, Premio Primavera de Novela por El nombre que ahora digo. Soler, que es capaz de hacer del lenguaje bistur¨ª, pu?o enfundado de acero, caricia de seda, agresi¨®n o disfraz, suele llamar a las cosas por su nombre. La funci¨®n del escritor, del que articula un lenguaje y lo transmite, deber¨ªa ser un punto anarquista: resituarse constantemente, exigir su diferencia desde las palabras. Explicarnos por qu¨¦ ese hombre que hace lo mismo que yo es de pronto mi enemigo. Dilo, Antonio.
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