?Para cu¨¢ndo el pleno empleo?
El autor propone eliminar la autorizaci¨®n administrativa previa para la regulaci¨®n de empleo como forma de atraer inversiones y reducir el paro en Espa?a.
?Ya est¨¢; lo conseguimos; Espa?a entr¨® en el euro a la primera! ?Y ahora, qu¨¦? Pues ahora, a por el pleno empleo, que para eso era lo del euro. A mucha gente esto le parecer¨¢ una paradoja, porque el euro ha tenido tan mala prensa que casi nadie asocia la idea de su aparici¨®n con el pleno empleo. Y, sin embargo, ¨¦se es el objetivo final de la entrada de Espa?a en la Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria. Explicar¨¦ brevemente por qu¨¦ y c¨®mo podemos aprovechar esta oportunidad para conseguir el pleno empleo por primera vez en nuestra historia.Hace tres a?os, cuando empez¨® de verdad la carrera final hacia el euro, Espa?a ten¨ªa, grosso modo, una tasa de paro que ascend¨ªa al 20% de nuestra poblaci¨®n activa, lo que representaba el doble de la tasa media en la Uni¨®n Europea. Como la poblaci¨®n activa equivale en Espa?a aproximadamente a la mitad de la poblaci¨®n en edad de trabajar, de cada diez personas con edades comprendidas entre 16 y 65 a?os una estaba parada, cinco eran inactivas y s¨®lo cuatro trabajaban, tres de las cuales lo hac¨ªan en un empleo asalariado. En cambio, en Holanda hab¨ªa cinco asalariados por cada diez personas en edad de trabajar. Es cierto que en ese pa¨ªs hay mucho empleo a tiempo parcial pero, midiendo el empleo equivalente a tiempo completo, la cifra holandesa se sit¨²a en cuatro, que coincide con el promedio europeo. ?sta es la principal diferencia econ¨®mica y de bienestar entre Espa?a y el conjunto de la Uni¨®n: de cada diez personas en edad de trabajar, en Espa?a s¨®lo tres ten¨ªan un empleo asalariado en 1996, frente a cuatro en la UE.
?sa es tambi¨¦n la diferencia de renta por habitante, que en Espa?a ven¨ªa a representar las tres cuartas partes de la cifra media europea. O, lo que es lo mismo, cuando hablamos de la llamada convergencia real entre Espa?a y el conjunto de la Uni¨®n, a lo que nos estamos refiriendo de verdad es a la necesidad de aproximar la cifra relativa de empleos asalariados disponibles en Espa?a a la del resto de Europa. ?sa es la cuesti¨®n fundamental. Luis Toharia estima que, para converger con la tasa actual de paro en el conjunto de la Uni¨®n, Espa?a tendr¨ªa que crear m¨¢s de 380.000 empleos anuales durante los pr¨®ximos diez a?os, ya que si s¨®lo se crean 100.000 la tasa de paro seguir¨¢ como est¨¢. Y para conseguir el pleno empleo (con una tasa de paro del 5% de la poblaci¨®n activa), habr¨ªa que crear medio mill¨®n de empleos adicionales cada a?o.
?Por qu¨¦ hay en Espa?a menos empleo asalariado que en los dem¨¢s pa¨ªses europeos? Puede decirse que la cantidad de empleo asalariado de un pa¨ªs es el resultado del proceso hist¨®rico de formaci¨®n de capital y de acumulaci¨®n de iniciativa empresarial, y que constituye el mejor indicador de su nivel de progreso econ¨®mico. Para dar empleo a una proporci¨®n creciente de asalariados hace falta que aumente la densidad de iniciativas empresariales viables y que ¨¦stas encuentren financiaci¨®n adecuada. En general, la tasa y el nivel del ahorro crecen con la renta, y es este ahorro el que financia la inversi¨®n de capital. Adem¨¢s, las expectativas aumentan con el progreso, y quien acepta un empleo espera conseguir un determinado salario. A su vez, el empleador necesita que la productividad del trabajo sea proporcional a ese salario, y ello requiere una capacidad de organizaci¨®n empresarial y una determinada inversi¨®n de capital por empleado, que aumentan a medida que lo hace el salario. La escasez de empleo en Espa?a se debe a que hasta ahora las disponibilidades de ahorro y de iniciativas empresariales resultaban insuficientes para aumentar la proporci¨®n de poblaci¨®n que pod¨ªa acceder a un empleo adecuado.
?Qu¨¦ es lo que cambia con el euro? No es exagerado afirmar que si algo significa la Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria es la desaparici¨®n de los obst¨¢culos y los costes de desplazamiento que hasta ahora encerraban las disponibilidades de capital dentro de sus fronteras estatales. Una vez constituido el Mercado ?nico Europeo -que afecta sobre todo a los productos y, de forma creciente, a los servicios- el euro implica la constituci¨®n de un mercado ¨²nico de capitales en toda Europa, de modo que los pa¨ªses dejan de depender de su propio ahorro interno para financiar la inversi¨®n. O mejor dicho -puesto que la libre circulaci¨®n de capitales ya ven¨ªa funcionando en Europa, y avanzando en el resto del mundo-, la integraci¨®n del mercado permite a todos los europeos acceder a los recursos de capital en las mismas condiciones y pagando el mismo precio que los dem¨¢s. E1 aumento de la cantidad de capital efectivamente disponible es lo que explica la dr¨¢stica reducci¨®n del precio real del dinero. Medido por el tipo de inter¨¦s real este precio ha bajado en Espa?a cuatro puntos y es ahora la mitad del que tendr¨ªamos sin el euro, pr¨¢cticamente el mismo que pagan los consumidores y las empresas alemanas, con lo que ello significa para mejorar la competitividad de las empresas espa?olas y el bienestar general.
Pero que el principal obst¨¢culo para aumentar el empleo haya desaparecido con el euro no quiere decir que hayan desaparecido todos los obst¨¢culos. El empleo lo crea b¨¢sicamente la iniciativa empresarial, y este factor productivo sigue siendo escaso porque s¨®lo aumenta y mejora con la pr¨¢ctica y Espa?a ha llegado tarde al desarrollo. Para cumplir cualquier objetivo razonable de empleo en el plazo de una generaci¨®n, Espa?a tiene que aumentar el n¨²mero y el car¨¢cter innovador de las iniciativas empresariales propias, atraer el mayor n¨²mero posible de inversiones y evitar decisiones de deslocalizaci¨®n empresarial.
Lo primero exige aumentar considerablemente el peso de los conocimientos y las titulaciones educativas y profesionales relacionadas con la t¨¦cnica y la innovaci¨®n en el conjunto de nuestro sistema educativo y romper con el car¨¢cter excesivamente abstracto y generalista de los planes de estudio de las carreras y con el maltusianismo de los ense?antes, expandiendo fuertemente el n¨²mero y la variedad de titulaciones de un solo ciclo, que tienen ya una fuerte demanda empresarial insatisfecha y que constituyen la ¨²nica forma de minimizar el fracaso escolar y de aumentar el rendimiento del sistema de formaci¨®n de recursos humanos especializados en las tareas de innovaci¨®n. Adicionalmente, es necesario apoyar la innovaci¨®n empresarial desde el exterior de la empresa, aumentando la densidad de servicios tecnol¨®gicos puestos a disposici¨®n de las pymes a trav¨¦s del sistema de centros de innovaci¨®n y tecnolog¨ªa, que tiene todav¨ªa un tama?o muy limitado en nuestro pa¨ªs en comparaci¨®n con lo que se hace en el resto de Europa. Y, finalmente, hay que fomentar el esp¨ªritu emprendedor de los j¨®venes, proporcionando apoyo experto y amplias facilidades de financiaci¨®n a nuevos proyectos empresariales -especialmente los derivados de proyectos de fin de carrera-, aunque soporten una alta tasa de fracaso, que se ver¨¢ compensada con la rentabilidad social derivada de la elevaci¨®n del aprendizaje empresarial a trav¨¦s del m¨¦todo de prueba y error.
Ahora bien, la unidad de mercados de factores y productos en la UE significa que las decisiones de inversi¨®n y de localizaci¨®n tienen como espacio de referencia el continente y no cada uno de los pa¨ªses. Esto vale tanto para las decisiones de las empresas espa?olas como para las de fuera.
La convergencia de las tasas de empleo y del nivel de riqueza exige que Espa?a sea capaz de retener y de atraer la localizaci¨®n del mayor n¨²mero de inversiones empresariales, lo que implica ofrecer condiciones ¨®ptimas de acogida -respetando las reglas del juego limpio competitivo en esta materia- y, sobre todo, eliminar en lo posible los factores obstaculizadores o disuasorios para la localizaci¨®n de empresas.
La equiparaci¨®n de nuestro territorio en dotaci¨®n de infraestructuras -para lo cual resultan imprescindibles los fondos de cohesi¨®n-, la aplicaci¨®n de incentivos territoriales a la inversi¨®n en las zonas menos favorecidas y, en general, la oferta creciente de servicios e infraestructuras empresariales de todo tipo -a la que contribuyen sustancialmente los fondos estructurales de la Uni¨®n- constituyen la condici¨®n necesaria para compensar las desventajas existentes en un territorio perif¨¦rico, como el nuestro, menos desarrollado y con menores econom¨ªas externas -directas e indirectas, v¨ªa difusi¨®n tecnol¨®gica y efectos de red- que la media de la Uni¨®n.
Pero la experiencia comparada de Irlanda y Espa?a pone de manifiesto que el aprovechamiento en t¨¦rminos de convergencia real de las ventajas de la adhesi¨®n -primero-, del mercado ¨²nico -despu¨¦s- y ahora de la marcha hacia el euro tienen que ver sobre todo con la remoci¨®n de obst¨¢culos institucionales: en el trienio que precedi¨® inmediatamente al mercado ¨²nico la inversi¨®n extranjera directa represent¨® el 9,4% del PIB en Irlanda, pero s¨®lo el 1,8% en Espa?a (por debajo de Holanda, que capt¨® inversiones equivalentes al 2,7% de su PIB).
La comparaci¨®n de estas cifras con la aportaci¨®n neta de los fondos estructurales y de cohesi¨®n al PIB de cada pa¨ªs durante el ¨²ltimo quinquenio (un 2,2% y un 1,6% en Irlanda y Espa?a, respectivamente, por no hablar del 0,2% holand¨¦s) indica que ¨¦sta es la cuesti¨®n cr¨ªtica: Irlanda y Holanda son grandes destinos de la inversi¨®n porque son pa¨ªses percibidos como modelos de buenas pr¨¢cticas legales e institucionales.
Puede decirse que el factor m¨¢s limitativo para la distribuci¨®n efectiva de la iniciativa empresarial en el territorio europeo est¨¢ relacionado con la falta de homologaci¨®n de las instituciones y la legislaci¨®n econ¨®mica, laboral y mercantil respecto a las mejores pr¨¢cticas -y las m¨¢s conocidas y habituales- en el continente. ?ste es el factor que a?ade m¨¢s incertidumbre y que m¨¢s desorienta a los inversores. As¨ª, pues, la puesta al d¨ªa, la armonizaci¨®n -a iniciativa com¨²n, cuando sea posible, o realizada de motu propio si no- y la evaluaci¨®n permanente de todas nuestras instituciones es el tema principal de la agenda del pr¨®ximo decenio de cara al pleno empleo.
Acaba de aparecer el octavo Informe de Evaluaci¨®n del Proceso de Integraci¨®n Europea del Council for Economic Policy Research (CEPR) -titulado Social Europe: one for all ?- en el que se demuestra que la inversi¨®n extranjera exige tasas de rentabilidad superiores para invertir en los pa¨ªses que tienen regulaciones de despidos m¨¢s r¨ªgidas -entre los que se encuentra Espa?a-, lo que implica que, a igual tasa de rentabilidad, se invierte menos en ellos.
Adem¨¢s, el informe demuestra que la normativa que obliga a solicitar autorizaci¨®n administrativa previa para la regulaci¨®n de empleo ahuyenta la localizaci¨®n de las inversiones realizadas por las empresas de los sectores m¨¢s innovadores y con demanda inestable, aunque afecten menos a las de los sectores con demanda tradicional y estable. Se da la circunstancia, sin embargo, de que estos ¨²ltimos disponen de un considerable exceso de capacidad instalada, que sus niveles de productividad est¨¢n creciendo a fuerte ritmo y que en ellos las inversiones suelen dirigirse hacia la racionalizaci¨®n (fusiones, adquisiciones y reingenier¨ªa) m¨¢s que hacia la creaci¨®n de empleo, mientras que son precisamente los sectores innovadores y de demanda inestable los ¨²nicos que crean empleo neto.
Actualmente la autorizaci¨®n previa s¨®lo subsiste en Espa?a, en Grecia y en Holanda (aunque en este ¨²ltimo caso ha ca¨ªdo en desuso). Francia percibi¨® claramente la amenaza que supon¨ªa esta anomal¨ªa legal para la localizaci¨®n de inversiones y la suprimi¨® precisamente en v¨ªsperas de la adhesi¨®n de Espa?a. Pese a los temores que despert¨® esta medida, la supresi¨®n pas¨® pr¨¢cticamente inadvertida y casi nadie pide dar marcha atr¨¢s.
Todav¨ªa resuenan -y los grandes centros de decisi¨®n de inversiones las tienen muy presentes- las palabras de un empresario sueco: "Si hubiera sabido que el empleo de mi empresa depende del Ministerio de Trabajo, jam¨¢s habr¨ªa invertido en Espa?a".
La llegada del euro debe ser la se?al para suprimirla tambi¨¦n en Espa?a, en aras de atraer inversiones empresariales y de avanzar hacia el pleno empleo. La autorizaci¨®n previa deber¨ªa sustituirse por la facultad de suspender temporalmente la decisi¨®n empresarial por parte de la autoridad laboral, implant¨¢ndose y aplic¨¢ndose en este ¨¢mbito el silencio positivo que rige con car¨¢cter general en el nuevo procedimiento administrativo.
?lvaro Espina fue secretario general de Empleo entre 1985 y 1991.
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