Empujados a la frontera

Ciudades vac¨ªas y calcinadas. Explosiones. Y miedo. Eso es lo que describen los refugiados cuando abandonan Kosovo. La comunicaci¨®n es dif¨ªcil porque muchos de ellos s¨®lo hablan alban¨¦s, pero todos coinciden en una cosa: los serbios los empujan hacia la frontera, por las buenas o por las malas, y mucha gente saldr¨¢ del pa¨ªs en los pr¨®ximos d¨ªas. "Despu¨¦s de tanto sufrimiento, la polic¨ªa serbia nos dio la mano y nos dijo adi¨®s", explicaba ayer Rami, un albanokosovar que resid¨ªa cerca de Dobrido y que decidi¨® abandonar su casa cuando no pudo soportar m¨¢s las terribles noticias que le llegaban de aldeas vecinas. "El general Arkan mata y lo quema todo", asegur¨®. El solo nombre de Arkan basta para aterrorizar a los albaneses, incapaces de distinguir a estas alturas entre las bombas serbias y las de la OTAN. Rami neg¨®, sin embargo, que los ataques de la Alianza le hubieran decidido a huir. "Fueron los serbios", insisti¨®. En el interior de Kosovo se suma al hecho evidente, la guerra contra la poblaci¨®n civil, una marea de rumores -violaciones, mutilaciones, matanzas- que multiplica el horror. Un miembro de la Cruz Roja indic¨® que, a tenor de los testimonios de los refugiados, el Ej¨¦rcito serbio estaba asesinando a los l¨ªderes albaneses (pol¨ªticos, intelectuales, hombres de negocios, periodistas) y obligaba a marchar, bajo amenazas, a la mayor¨ªa de la poblaci¨®n. Grupos m¨¢s o menos incontrolados ser¨ªan responsables, seg¨²n ese testimonio, de robos, extorsiones y violencia f¨ªsica.