Balance de una huelga absurda
Hoy acaba una huelga cuyas consecuencias todos hemos tenido que sufrir, y especialmente los clientes de Iberia. Se han perdido miles de millones de pesetas -en vuelos cancelados; reservas anuladas; transportes alternativos; alojamientos; anulaci¨®n de nuestra capacidad de respuesta ante los problemas provocados por agentes externos, como la congesti¨®n del tr¨¢fico a¨¦reo o hasta la guerra de la OTAN contra Yugoslavia...-. Millones de horas de trabajo -o de descanso, que son tan valiosas como las anteriores- de miles de espa?oles se han dilapidado. ?Y todo ello por qu¨¦?Seg¨²n los convocantes de la huelga, porque la empresa hab¨ªa dilatado la firma "de la parte no econ¨®mica del convenio" -porque la parte econ¨®mica la estaban cobrando desde enero- y hab¨ªa contratado ocho pilotos para una empresa del grupo incumpliendo, seg¨²n ellos, un acuerdo en contrario.
A las pocas horas de convocar la huelga, el rechazo social fue tan generalizado y contundente que los propios convocantes tuvieron que reconducir sus actuaciones, aceptar unos servicios m¨ªnimos ins¨®litamente elevados y, al mismo tiempo, tratar de crearse una justificaci¨®n mayor para lo que hab¨ªan hecho. Las causas alegadas inicialmente eran rid¨ªculas comparadas con los da?os producidos. Hab¨ªa que buscar otras.
Poco a poco, han aparecido nuevas causas. Ahora ya son "los incumplimientos de la empresa". En general.
De nada vale que a lo largo de estos tres ¨²ltimos a?os "se le haya dado la vuelta a la empresa". Ni que eso se haya hecho con constantes incrementos de ingresos para todos, y especialmente para los pilotos. Ni que se haya incrementado su plantilla como nunca en la historia de la compa?¨ªa. Lo que importa ahora son "los incumplimientos".
A lo largo de estos d¨ªas ha ido apareciendo el listado de esos incumplimientos. Hasta 18 nos han venido a presentar. Entre ellos, desde el nombramiento de directivos -sin pactarlos con ellos- hasta el cierre de algunos de los negocios ruinosos, pasando -y aqu¨ª la hipocres¨ªa raya en el absurdo- por el cierre de la empresa Viva Air, que ha sido forzado por ellos mismos. Y, al final, aparece uno de los desencadenantes del conflicto: el Ministerio de Hacienda pretende que paguen impuestos -como cualquier ciudadano- por la retribuci¨®n en especie que reciben en forma de billetes gratuitos.
Del an¨¢lisis de esa lista de incumplimientos es f¨¢cil deducir las verdaderas causas de esta huelga y de su incapacidad para salir de ella de manera digna: la empresa est¨¢ siendo gestionada por quienes hemos sido designados para ello. Marchamos "en la buena direcci¨®n". A estas alturas del partido, les resulta dif¨ªcil negarlo, y ah¨ª est¨¢n los resultados para demostrarlo: Iberia, gracias al esfuerzo constante de todos sus trabajadores -incluidos los pilotos-, se ha colocado por delante de todas las dem¨¢s compa?¨ªas a¨¦reas europeas.
Pero, y aqu¨ª est¨¢ el problema, el SEPLA piensa que se est¨¢ haciendo sin contar con el sindicato. No se les consulta cada decisi¨®n. No se les paga peaje por cada cambio -un peaje que, magn¨¢nimamente, aceptar¨ªan cambiar por esos impuestos que ahora van a tener que pagar-.
Y est¨¢n equivocados. Desde la direcci¨®n de la empresa se cuenta con el SEPLA. Se les respeta. Se les informa. Pero como lo que son: como un sindicato. No como el consejo de administraci¨®n que tratan de ser y que, en ocasiones, se les ha permitido en el pasado.
Por eso este conflicto tiene una dif¨ªcil soluci¨®n.
A lo largo de estos ¨²ltimos d¨ªas, a pesar de la huelga, hemos seguido negociando. Una y otra vez, hemos tratado de centrar la atenci¨®n en los art¨ªculos del convenio sorteando las m¨²ltiples maniobras dilatorias y permanentes provocaciones sobre el mayor o menor talante negociador o sobre las horas que est¨¢bamos dispuestos a dedicarles en la mesa de negociaciones.
Pero es dif¨ªcil que haya acuerdo hasta que el SEPLA reconozca su papel. Y el de las dem¨¢s instancias que intervienen en la marcha de una empresa. Incluyendo el papel que juega el poder judicial como garante del cumplimiento de los contratos y acuerdos realizados.
En vez de poner el pa¨ªs patas arriba, ?por qu¨¦ no acude el SEPLA a los tribunales con esa lista de incumplimientos? Es posible que en alg¨²n caso concreto les dieran la raz¨®n. Desde el principio admitimos que nuestra interpretaci¨®n de lo escrito puede estar errada. Aunque estemos convencidos de que no es as¨ª, ni siquiera se nos pasa por la cabeza la opci¨®n de no respetar cualquier decisi¨®n judicial.
Pero el SEPLA, una vez m¨¢s, no admite ser tratado como los dem¨¢s. Ante la posibilidad de una sentencia desfavorable -como casi todas las que han cosechado en los ¨²ltimos meses-, han decidido constituirse en ¨²nicos int¨¦rpretes de la realidad. La empresa s¨®lo cumple si act¨²a siguiendo sus instrucciones. Si alguna sentencia no les gusta o no se les hace caso, "armar¨¢n nuevamente el foll¨®n", como est¨¢n amenazando. Siempre habr¨¢ alg¨²n incumplimiento del que echar mano como justificaci¨®n para despu¨¦s cambiarlo por una compensaci¨®n econ¨®mica.
?M¨¢s dinero! ?se es el fondo de la cuesti¨®n. Pero no puede haber m¨¢s dinero porque todas las condiciones econ¨®micas del VI Convenio Colectivo se pactaron el 30 de octubre en la misma l¨ªnea que con el resto de los 25.000 trabajadores del grupo.
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