Europa, la mirada m¨¢s all¨¢ de la guerra
?Se puede mirar m¨¢s all¨¢ de esta crisis que nos sume en la angustia? Naturalmente, antes que nada hay que saber salir de ella. Europa y Estados Unidos han entrado en este conflicto de fin de siglo como si tuvieran los ojos vendados. Sin tener una idea concreta sobre la forma de administrarlo con todas sus consecuencias previsibles. La respuesta de Clinton a D'Alema sobre "qu¨¦ hacer" en caso de un fracaso pol¨ªtico de los bombardeos ("seguiremos bombardeando") no entrar¨¢ en las p¨¢ginas m¨¢s brillantes de la historia se la estrategia y la diplomacia. Hoy hay que tener las ideas m¨¢s claras. Ante todo, respecto a c¨®mo salir de esta tremenda crisis. Y despu¨¦s, respecto a c¨®mo evitar el volver a caer en ella.Una vez dentro, la ¨²nica manera digna de encontrar una salida es la que el Gobierno italiano persigue honorable y dignamente: no dar tregua a Milosevic mientras contin¨²e con la feroz deportaci¨®n en masa de los kosovares, que es la causa, y no la consecuencia, de la intervenci¨®n. En este sentido, aun dialogando con los pacifistas de buena fe, no se puede evitar el denunciar el pacifismo disfrazado que intenta transformar el drama kosovar en una cruzada contra el imperialismo norteamericano, disimulando bajo el hip¨®crita eslogan de la negociaci¨®n a ultranza el abandono de Kosovo a su propio destino. Segundo: movilizarse en una intensa acci¨®n de ayuda a las v¨ªctimas de la deportaci¨®n. Tercero: aplicarse con todos los medios posibles para encontrar una salida pol¨ªtica a la crisis.
Ya va siendo hora de dejar de lado las acusaciones de falsedad italiana promovidas por los t¨ªpicos buitres nacionales. Italia est¨¢ comprometida en primera l¨ªnea. Es el pa¨ªs que m¨¢s arriesga, con diferencia. Es leal, humano y razonable. Si en estos tiempos hay tramposos, hay que buscarlos m¨¢s all¨¢ de los Alpes, entre los que han llevado vergonzosamente el caso O?alan, o m¨¢s all¨¢ del canal de la Mancha, entre los que han gestionado con leguleya astucia el caso Pinochet.
Creo que habr¨ªa que seguir esta l¨ªnea con coherencia y hasta sus ¨²ltimas consecuencias.
Pero creo tambi¨¦n que ya va siendo hora de que Europa defina, sobre todo, su visi¨®n estrat¨¦gica del problema de los Balcanes, el m¨¢s dram¨¢ticamente peligroso para su futuro. Y adem¨¢s, de que reflexione sobre los grandes problemas de fondo que abre esta crisis y que creo que se pueden resumir en cuatro cuestiones cruciales.
1. La injerencia humanitaria. La crisis kosovar est¨¢ dando finalmente cuerpo a un principio completamente nuevo del derecho de gentes. El de la injerencia humanitaria es un principio sobrecogedor, porque viola el car¨¢cter sagrado de la soberan¨ªa nacional. ?ste no surge de la inspiraci¨®n del Esp¨ªritu Santo, sino de las concretas implicaciones de la globalizaci¨®n en el cuadro mundial. Todos est¨¢n implicados en todo. Es un principio que puede abrir una nueva era, pero que debe ser guiado para no caer en la arbitrariedad. Hay que definir las reglas de la injerencia y, sobre todo, localizar a las instituciones que deben aplicarlas.
2. La reforma de la ONU. Obviamente, la instituci¨®n fundamental es (deber¨ªa ser) la ONU. Pero los paladines pacifistas del recurso a la ONU antes que a la OTAN no pueden ignorar, tambi¨¦n esta vez con hipocres¨ªa, que la ONU est¨¢ paralizada por el derecho de veto otorgado a los miembros del Consejo de Seguridad.
En estas condiciones, la invocaci¨®n a la ONU es la invocaci¨®n a nadie. Y nada m¨¢s que un pretexto para hacer que sea imposible cualquier acci¨®n concreta. Si de verdad queremos un guardi¨¢n imparcial del mundo, hay que reformar desde los cimientos la estructura de la ONU, colocando las primeras bases de un gobierno mundial.
3. La reestructuraci¨®n de la OTAN. Dado el estado de par¨¢lisis de la ONU, en las crisis que afectan inmediatamente a Europa, la elecci¨®n es entre la inactividad o el recurso al brazo armado de la OTAN. Pero la OTAN es, en parte, preponderantemente norteamericana. Si Europa quiere asumir la plena responsabilidad de su seguridad, debe existir una verdadera partnership (asociaci¨®n) en la OTAN, que se base en una fuerza militar aut¨®noma.
4. La reestructuraci¨®n del mapa de Europa. Esta crisis ha evocado de nuevo a un fantasma que parec¨ªa definitivamente desaparecido: el fantasma de las guerras europeas. El terrible siglo XX ha provocado 10 millones de muertos, v¨ªctimas de conflictos militares europeos. No deber¨ªamos olvidarlo nunca. Tampoco deber¨ªamos olvidar el medio mill¨®n de muertos en plena paz europea (de Europa occidental, est¨¢ claro) en Bosnia y en Rusia. Y no deber¨ªamos olvidar que Europa, del Atl¨¢ntico a los Urales, cuenta con cerca de 60 millones de personas que forman parte de minor¨ªas nacionales, a veces pac¨ªficas, a veces inquietas, a veces explosivas y contagiosas.
En resumen, el problema de la seguridad de los conflictos no se ha resuelto. Para resolverlo, no basta con que la Uni¨®n Europea se encierre en su mercado y en sus actuales instituciones. Es hora de que Europa vuelva a trazar su mapa geopol¨ªtico y su proyecto. La Uni¨®n Europea, por s¨ª sola, ya no es suficiente.
Hay que retomar el dise?o mediterr¨¢neo de una Europa doble, en dos c¨ªrculos. Por una parte, el c¨ªrculo interior de la Uni¨®n, basada en una constituci¨®n federal, nacional y regional con una moneda, un balance y un ej¨¦rcito, ordenada en tres niveles -federal, nacional y regional- seg¨²n los principios de subsidiaridad y solidaridad, y formada, por lo tanto, por los quince pa¨ªses de la Uni¨®n actual y por los que tienen la voluntad y la posibilidad de formar parte de ella. Por otra, un espacio geopol¨ªtico m¨¢s amplio, o, como dijo Michael Emerson en su reciente libro (Ridisegnare la mappa d'Europa), una sociedad civil europea del Atl¨¢ntico a los Urales, una sociedad de reglas compartidas, reglas de salvaguardia de los derechos humanos individuales y de los derechos colectivos de las minor¨ªas, de democracia pol¨ªtica, de apertura de los mercados, de cooperaci¨®n econ¨®mica, de modelo social. Se tratar¨¢, no ya de una Europa indeterminada, sans rivages (sin orillas), sino de un gran sujeto pol¨ªtico, al mismo tiempo articulado y determinado, una verdadera determined force: una fuerza de paz, de estabilidad, que plante cara al odio esparcido por el mundo.
Hoy, nosotros, los europeos, estamos acosados por la angustia, con el espectro de una guerra que resurge al final del siglo, casi imitando el principio, en las tierras atormentadas de la frontera balc¨¢nica. Debemos tener valor para mirar m¨¢s all¨¢ de este tr¨¢gico seto. Hemos entrado en esta terrible situaci¨®n, dig¨¢moslo, porque ten¨ªamos que entrar, ten¨ªamos el deber, pero sin una visi¨®n clara de sus implicaciones. Hemos entrado en el campo de batalla con una venda en los ojos. Hoy todos los esfuerzos se deben concentrar en el objetivo de salir de ¨¦l con justicia y dignidad. Pero inmediatamente despu¨¦s -?y habr¨¢ un despu¨¦s!- tendremos que quitarnos la venda de los ojos y mirar limpiamente al futuro y a todo lo que debe cambiar, para que este siglo no se cierre en el terror, sino en la esperanza.
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