La callada secuela
Uno quisiera escribir hoy, precisamente hoy, ese fascinante h¨¢lito que emana del parque nacional m¨¢s conocido. De sus convocantes espejismos en la llanitud felizmente inundada. De esas faunas que todav¨ªa se resisten a entrar en la historia de la escasez. De que Do?ana es algo as¨ª como la novia colectiva de los amantes de la naturaleza de este pa¨ªs y de media Europa. Pero no, toca describir las consecuencias de un luto doblemente anunciado. Lo grave no ha pasado, est¨¢ por llegar. En lo ambiental es siempre de mayor rango, peligrosidad y consecuencias lo que viene tras la contaminaci¨®n que el suceso que la convierte en noticia.
Con la riada de aguas ¨¢cidas han viajado algunos de los conta-minantes m¨¢s da?inos y persistentes que se conocen. Metales pesados como el plomo, el cadmio y el mercurio. Venenos como el ars¨¦nico...
Se trata de compuestos que, aunque muy minoritarios en relaci¨®n a la masa del derrame contaminante, dar¨¢n muchos quebraderos para su eliminaci¨®n real. El cadmio es un t¨®xico que afecta a los humanos, directa e indirectamente. Queda descartada la primera categor¨ªa de la incidencia con unos m¨ªnimos de precauci¨®n en el desuso de las aguas y de los alimentos que hayan estado en contacto con la negra inundaci¨®n. No as¨ª la fauna y flora de las zonas afectadas y de los animales que hayan consumido la primera oleada de cad¨¢veres provocada por la contaminaci¨®n. Porque ese metal pesado, as¨ª como el plomo, tiene la capacidad de intimar con los seres vivos.
Como todo es cuesti¨®n de dosis, la verdadera incidencia de este desastre es cu¨¢nto hay de esos t¨®xicos a disposici¨®n de las personas, de los animales y las plantas de Do?ana para que les resulte m¨¢s o menos da?ino o hasta letal. En este sentido no puede olvidarse que si bien el veneno no ha llegado al parque nacional, que ya se ver¨¢, los animales del parque s¨ª llegan al veneno. Y, sobre todo, hay que indagar y formalizar el proceso de limpieza de lo desparramado. De no ser as¨ª, las pr¨®ximas lluvias oto?ales pueden introducir los venenos en los aguazales m¨¢s importantes de Europa, que precisamente necesitan la llegada de los aportes del Guadiamar para ser lo que son.
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