Calambres, aplausos y chotis
Jam¨¢s hubo tanto p¨²blico en el marat¨®n de Madrid. En la salida ya hab¨ªa miles de personas animando a sus corredores. Algunos se asustaron al ver el term¨®metro en la plaza de Cibeles. Marcaba los 18 grados. El calor es el principal enemigo de los maratonianos, pero, afortunadamente, el mercurio no se dispar¨® ayer, en parte por las molestas rachas de viento que azotaron a los corredores.
Salimos a un ritmo de seis minutos y medio el kil¨®metro. La ascensi¨®n a plaza Castilla, uno de los momentos m¨¢s dif¨ªciles de la carrera, fue emocionante; algunos corredores incluso lloraban.
Todo el recorrido estuvo animad¨ªsimo, sobre todo en la calle de Bravo Murillo, la Puerta del Sol (un lugar ¨²nico) y la Casa de Campo. Pas¨¦ el medio marat¨®n en dos horas 10 minutos. Luego me enganch¨¦ a un grupo de atletas del club Encinas de Bohadilla. En el kil¨®metro 32 empec¨¦ a notar molestias en el gemelo derecho. Es la primera vez que me sucede en un marat¨®n. Debido a los dolores, par¨¦ en el kil¨®metro 35 para que una voluntaria me diera un masaje. Luego camin¨¦ un kil¨®metro y s¨®lo entonces volv¨ª a correr. En los ¨²ltimos cinco kil¨®metros de la carrera la gente aument¨® los gritos de ¨¢nimo. En el kil¨®metro 39 me par¨¦ para bailar un chotis con una chulapa.
Al llegar al kil¨®metro 40 par¨¦ otra vez: la pierna derecha me temblaba; tuve que andar despacio hasta la estaci¨®n de Atocha. Sufr¨ª bastante y enfil¨¦ la recta final con tremendo esfuerzo.
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