A la calle con los libros
La puerta de la casa donde ha vivido desde que naci¨®, hace 75 a?os, estuvo ayer a punto de cerrarse por ¨²ltima vez a sus espaldas. Federico Cereghetti aguard¨® con el coraz¨®n encogido toda la ma?ana la llegada de la polic¨ªa. No estuvo solo. En la calle Gaspar del Pino, en el casco hist¨®rico de C¨¢diz, se cit¨® medio centenar de personas: la Asociaci¨®n Pro Derechos Humanos hab¨ªa canalizado la concentraci¨®n, que fue secundada por dirigentes vecinales y representantes del PSOE, IU y PDNI. La vigilia silenciosa de Cereghetti comenz¨®, sin embargo, hace meses: el tiempo que lleva intentando digerir una sentencia de la Audiencia Provincial de C¨¢diz que le condena a dejar la vivienda por un impago de 16.000 pesetas a su casera, que es tambi¨¦n la propietaria de toda la finca. Pasadas la una de la tarde, la pareja de la Polic¨ªa Nacional que observaba el escenario de la protesta desde una calle contigua mientras aguardaba instrucciones del juzgado se retir¨®. El juez orden¨® suspender el desahucio. Pro Derechos Humanos, que ayer no dispon¨ªa de la informaci¨®n exacta, cree que de modo cautelar. Cereghetti respir¨®, tambi¨¦n cautelarmente. "S¨®lo me queda mi dignidad y eso no voy a perderlo". La historia de este hombre menudo de apellido italiano y educadas maneras est¨¢ ligada al paisaje urbano de la ciudad, al que pertenece. Los zapatos torcidos y desgastados son el testigo de su recorrido diario por el adoquinado del casco gaditano: vende libros, libros de estreno, ¨²ltimas novedades que conoce como si fueran cl¨¢sicos. En cualquiera de ellos puede encontrar perfectamente su propia biograf¨ªa. Suele portar un letrero a trav¨¦s del que se ofrece para trabajar "de lo que sea". Muchos a?os de su vida los ha dedicado a labores relacionadas con las artes pl¨¢sticas. A sus 75 a?os, sin empleo, sin m¨¢s ingresos fijos que las 400 pesetas diarias que le proporcionan dos amigos, la vista tambi¨¦n le est¨¢ abandonando. Desde hace cinco a?os vive sin luz el¨¦ctrica. Dos hachones de cera que le regala el sacrist¨¢n de la Iglesia de San Juan de Dios iluminan la decr¨¦pita vivienda. Ayer clamaba "contra la injusticia" y ped¨ªa la presencia de un m¨¦dico que atestiguase "si es legal" ponerlo en la calle en su estado. "Me encuentro muy mal, estoy para ingresar", afirmaba. Los t¨¦rminos del impago no est¨¢n claros. El afectado sostiene que en ning¨²n momento se ha negado a cumplir con sus obligaciones econ¨®micas. "Es una cuesti¨®n de disparidad de criterio en cuanto a la cantidad, pero mi demandante ha tenido la habilidad de hacerlo pasar subrepticiamente por dos instancias y conseguir, finalmente, la sentencia". Cereghheti se hab¨ªa negado a pagar el Impuesto de Bienes Inmuebles del pasado a?o, al considerar que no le correspond¨ªa esa carga fiscal. Pese a todo, consign¨® el pago, pero el proceso judicial era ya imparable. En el inmueble, localizado junto a La Privadilla, un hist¨®rico santuario del cante y los toros, ning¨²n vecino parece contento con la arrendataria a quien, Josefa G¨®mez, una de las residentes del barrio, culp¨® ayer de las condiciones antihigi¨¦nicas de la vivienda de Cereghheti. "Y no quiero que lo echen, ni a ¨¦l ni a nadie, pero la due?a deber¨ªa arreglar la casa donde vive este hombre, porque hay hasta ratas", coment¨®. Mar¨ªa Jos¨¦ Furco, de Pro Derechos Humanos, se preguntaba ayer: "?La legalidad y el derecho est¨¢n por encima de la necesidad de las personas?". Y ella misma se respond¨ªa: "El vestir, el comer y el tener un techo est¨¢n por encima de todas esas normas. Una cosa es la justicia social y otra la legalidad".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.