Convivir con el miedo en Euskadi
Los candidatos del PSOE y del PP a las municipales no se rinden, pese a las amenazas de los violentos
El miedo es una sombra densa en Euskadi. La campa?a electoral para las municipales del pr¨®ximo 13 junio arranca sin kale borroca (violencia callejera), pero con amenazas muy concretas de los violentos contra sus adversarios pol¨ªticos, como ¨¦sta recibida por un concejal socialista: "Nuestro consejo es que se vaya a su pueblo a vivir o le mandaremos en una caja de pino (preferiblemente muerto)". O como la mano que garabatea la palabra "asesino" en el portal de un parlamentario del PP. O como la sombra del brazo que lanza cuatro botellas inflamables a la casa de un curtido militante antifranquista de Andoain. El PP y el PSOE del Pa¨ªs Vasco no tienen duda de que el objetivo de esta ofensiva del entorno de ETA no es otro que intimidar a sus candidatos a las pr¨®ximas elecciones municipales. Y en m¨¢s de un caso lo ha logrado."Hace cuatro a?os fue m¨¢s f¨¢cil que ahora hacer las listas. Ahora no nos matan, pero no nos dejan vivir". I?aki Ortega, parlamentario vasco y presidente de Nuevas Generaciones, reconoce que ha habido compa?eros que no han querido repetir, pese a la actual tregua de ETA. ?l mismo ilustra con una an¨¦cdota el ambiente asfixiante creado a su alrededor: "Todas las semanas hacen contra m¨ª pintadas en mi calle. El otro d¨ªa, una vecina me cont¨® que su hija, una ni?a que no entiende nada, le pregunt¨®: ?Mam¨¢, I?aki es malo? Es terrible". Y eso que Ortega, domiciliado en Vitoria, dice que "?lava es un oasis en comparaci¨®n con Vizcaya y Guip¨²zcoa".
En ?lava hay pueblos donde el PP cosecha votos sin rostro por la sencilla raz¨®n de que hay simpatizantes que jam¨¢s lo dicen, seg¨²n Alfonso Alonso, 32 a?os, aspirante a la alcald¨ªa vitoriana. Y apunta otro dato: " En los pueblos es dif¨ªcil hacer campa?a y hablar con la gente rodeado de escoltas".
En el pretendido oasis alav¨¦s, hay, sin embargo, una zona especialmente dura -el valle de Ayala- fronteriza con Vizcaya. Santi Abascal, concejal del PP en Amurrio, lo sabe bien. El pasado 19 de febrero, unos enmascarados lanzaron c¨®cteles m¨®lotov contra su tienda de confecci¨®n. Unos d¨ªas despu¨¦s, el pueblo amaneci¨® con cuatro o cinco pintadas -"Santi, vete de Euskadi". La semana pasada, la invitaci¨®n en la pared iba acompa?ada de un insultante "?bastardo!". ?l ni hab¨ªa reparado en eso hasta que se lo comunic¨® un vecino antes de alejarse precipitadamente. "Me voy porque no quiero que me vean contigo", le dijo. Y Santi le replic¨®: "Bueno, que bastante miedo tengo yo como para que me contagies m¨¢s..."
Abascal, que estuvo en el punto de mira del comando Araba, que recuerda que ETA mat¨® a?os atr¨¢s en Amurrio a un cartero, al hermano del cartero y a un socialista cuyo bar frecuentaban guardias civiles, mira absorto cuando se le pregunta si no ha pensado en marcharse. "?Con qu¨¦ cara digo yo que me voy si he afiliado al 95% de los afiliados que tiene el PP en el valle de Ayala?" No s¨®lo no se va, sino que ha enrolado para la lista de Llodio a su hijo Santiago y a su hija Estela, de 22 a?os, como cabeza de lista del cercano Oquendo, adem¨¢s de varios familiares m¨¢s.
Un poco mayor que Estela es la socialista Gladys Garc¨ªa, que a sus 29 a?os lleva ya cuatro como edil en Durango (Vizcaya). En los dos ¨²ltimos meses le han intentado quemar dos veces su Opel Corsa. "Ahora no me presento; pero no por miedo, sino por razones de trabajo. Volver¨¦ en las pr¨®ximas elecciones". Gladys, que afirma moverse con "relativa tranquilidad" por el pueblo, reconoce que no pisa las zonas frecuentadas por los simpatizantes de HB.
"Que no me voy por miedo ?eh? Eso que quede muy claro", advierte Julio Moro L¨®pez, molesto de haber aparecido en la prensa como el segundo edil socialista que renuncia a ser candidato por el acoso proetarra.
Moro, veterano militante ugetista, empleado en la empresa Magefesa, concejal en Berango (Vizcaya), asegura que volver¨¢ a presentarse dentro de cuatro a?os. Y que si no lo hace ahora es porque tiene una complicada situaci¨®n familiar y no por las dos bombonas de c¨¢mping gas que el 9 de abril estallaron a la puerta de su casa. Se lo esperaba desde que meses atr¨¢s lleg¨® al garaje y le sorprendi¨® una pintada enorme: "Moro, kontuz" (Moro, cuidado). "Ahora no hay atentados mortales, pero las cosas no est¨¢n claras, hay m¨¢s tensi¨®n y m¨¢s confusi¨®n. ?Pero yo asustado? ?Por qu¨¦? Si me asusto, no soy libre", argumenta.
El clima social y pol¨ªtico est¨¢ hoy m¨¢s "enrarecido", opina Dimas Sa?udo, aspirante a la alcald¨ªa de Bilbao por el PSOE. Ha sufrido el acoso en propia piel: hace un mes estallaron dos c¨®cteles m¨®lotov a la puerta de su casa, apenas una semana despu¨¦s de otro ataque similar perpetrado en la vivienda de sus padres. Lo que peor lleva es el sufrimiento que ve en el menor de sus dos hijos -"est¨¢ hecho polvo", dice Sa?udo- que no entiende que su padre vaya a verle jugar al f¨²tbol acompa?ado de un par de hombres desconocidos. "De h¨¦roe, nada. Tengo miedo. Y el miedo no se supera; se convive con ¨¦l", confiesa Sa?udo con sinceridad. Con la misma sinceridad que reconoce que "la violencia en Euskadi se ha usado electoralmente por todos los partidos".
A pesar de los pesares, este candidato es optimista -"veo el futuro m¨¢s blanco que negro; creo que los ataques violentos van a parar"- a la vez que pide al presidente del Gobierno, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, "que de un paso m¨¢s" y rompa con el actual "inmovilismo" en la pol¨ªtica penitenciaria.
En cambio, el tambi¨¦n socialista Jos¨¦ Antonio Pastor, alcalde de Ortuella, no es tan optimista -"es m¨¢s duro aguantar esto en los pueblos"- y dice que no tiene " nada claro que no vuelva a rebrotar la violencia callejera despu¨¦s de las pr¨®ximas elecciones". Pastor supervisa a pie de obra la reconstrucci¨®n de la Casa del Pueblo de Ortuella incendiada a la luz del d¨ªa el pasado 19 de marzo. Una pintada en la pared enmarca las siglas del PP y el PSOE dentro de una diana, junto a otra en la puerta del local, que exige: "Detenituak askatu" (libertad para los detenidos). Sin duda, alude a alg¨²n detenido en relaci¨®n con la violencia. "Los que tiraron los c¨®cteles no eran de aqu¨ª", agrega el alcalde.
Ni siquiera los m¨¢ximos dirigentes vascos del PP y el PSOE, se aventuran a pronosticar qu¨¦ suceder¨¢ despu¨¦s del 13 de junio. ?Volver¨¢ a recrudecerse el acoso sufrido por los militantes no nacionalistas al inicio de la primavera? En cualquier caso, nadie parece dispuesto a tirar la toalla.
"No puedes estar pensando todo el d¨ªa en que te va a tocar a t¨ª", reflexiona Regina Otaola, edil del PP en la vizca¨ªna Eibar, pese a que sufri¨® muy de cerca el secuestro y asesinato de su compa?ero Miguel ?ngel Blanco, concejal en la vecina Ermua. Aunque no olvida el acoso que ha sufrido durante meses -pancartas, tarjetas postales, pintadas, amenazas telef¨®nicas- Otaola jura que no se va a ir "al exilio". "Hay que luchar por lo que uno cree", razona esta mujer, soltera, directora administrativa de una f¨¢brica de muebles de oficina. Casi, casi, lo que m¨¢s agradece de la "situaci¨®n m¨¢s tranquila" actual es no tener que ir con la sombra del escolta.
Frente a la firmeza y aparente serenidad de los electos del PSOE y el PP, otros ciudadanos no tienen tanto aguante. Por ejemplo, esa familia que decidi¨® mudarse de piso para evitar la peligrosa vecindad de Lola Ciordia Burgos, concejal popular de Portugalete (Vizcaya). Y es que la vivienda ha sido visitada dos veces por los lanzadores de c¨®cteles m¨®lotov: una en la Nochevieja del 97 y otra el pasado febrero. Los vecinos, claro, pusieron tierra de por medio.
Ciordia, puericultora, casada y madre de un hijo, aspirante a la alcald¨ªa de Portugalete, reconoce que pasear con ella entra?a un alto riesgo: "Comprendo que haya personas que tengan reservas a que las vean conmigo; pueden quedar marcadas".
"?Miedo? En absoluto. Seguramente estamos hechos de una madera especial. Estamos acostumbrados a convivir con el miedo. Si tienes miedo, el miedo te paraliza", asegura decidida. Pero Ciordia reconoce que en su pueblo hay zonas vedadas para ella, igual que es habitual que muchos ciudadanos miren de soslayo antes de emitir una opini¨®n en un bar.
Quiz¨¢s Juan Carlos Aranigur¨ªa, de 27 a?os, se d¨¦ ahora mejor cuenta de las diferencias que hay entre Murcia y Tolosa (Guip¨²zcoa). Despu¨¦s de un a?o yendo y viniendo a la capital murciana, esta misma semana regresar¨¢ "de fijo" a Tolosa, una de las zonas m¨¢s calientes del Pa¨ªs vasco.
Aranigur¨ªa ya se llev¨® un buen susto hace un a?o, al salir de misa, cuando vio a un hombre en actitud vigilante. Ahora tiene la sensaci¨®n de que "esto" no tiene marcha atr¨¢s. Y al decir "esto" se refiere a la ausencia de asesinatos tras la tregua declarada por ETA el pasado septiembre. En cambio, no descarta que en junio vuelva a recrudecerse la kale borroka (la violencia callejera), dependiendo de los resultados que obtengan en las urnas los partidos nacionalistas.
"No es cierto que quien hace esto sean incontrolados... y mejor que sea as¨ª". Lo dice el socialista Estanislao Amuch¨¢stegui. Y si lo dice, sus razones tendr¨¢. Porque hace apenas un mes, ¨¦l, su esposa y sus dos hijas se despertaron con el estampido y el humo de cuatro botellas incendiarias lanzadas contra su piso de Andoain (Guip¨²zcoa).
Jos¨¦ Virgilio Men¨¦ndez Medrano, 27 a?os, candidato por el PP en Getxo (Vizcaya), no se despert¨® cuando el 10 de abril recibi¨® la visita de los enmascarados. Acababa de entrar en su casa, cuando estall¨® en su puerta un artefacto. Cinco minutos despu¨¦s explot¨® otro en el Wolkswagen Golf que acababa de dejar en el garaje, causando tal humareda que fue preciso evacuar a 200 familias. "Claro que tienes miedo, pero... No me considero ni un h¨¦roe ni un m¨¢rtir".
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