La Casa Blanca asume en solitario la carga pol¨ªtica de la guerra de Kosovo

La guerra de Kosovo es para algunos norteamericanos la "guerra de Clinton" o incluso la "guerra de Albright", pero en ning¨²n caso una guerra en la que est¨¢n empe?ados otros 18 pa¨ªses, la mayor¨ªa de ellos europeos, a algunos de los cuales el conflicto les afecta directamente en sus fronteras. La ausencia de informaci¨®n sobre el debate que la guerra genera en las sociedades europeas, convierte el conflicto, a ojos de la opini¨®n p¨²blica estadounidense, en un asunto que tienen que resolver entre la Casa Blanca y el Congreso, con el posible recurso a la mediaci¨®n rusa o a los buenos servicios de Naciones Unidas, para bendecir el acuerdo que se alcance cuando se hayan cubierto los objetivos m¨ªnimos. La OTAN, pasados los fastos de la cumbre de Washington, es presentada constantemente como una organizaci¨®n militar eminentemente norteamericana donde la presencia pol¨ªtica de su secretario general, Javier Solana, queda eclipsada por las estrellas del general Wesley Clark, que ser¨¢ el h¨¦roe o el villano seg¨²n sea el resultado final en el teatro de operaciones.S¨®lo algunas cr¨ªticas del Pent¨¢gono a la necesidad de consenso que impone Bruselas (reticencias en la designaci¨®n de blancos o resistencia al bloqueo naval) comienzan a gotear sobre la opini¨®n p¨²blica norteamericana. El tono, sin embargo, es todav¨ªa discreto y alejado de las cr¨ªticas abiertas de los halcones y los aislacionistas del Congreso, en cuya posici¨®n, contraria a la forma en que Casa Blanca ha dirigido toda la intervenci¨®n militar, palpita la profunda desconfianza que el presidente Clinton sigue suscitando en el Capitolio.

Soledad presidencial

La soledad pol¨ªtica de Clinton se ve compensada en parte por el respaldo que la intervenci¨®n militar norteamericana est¨¢ teniendo entre los m¨¢s influyentes medios de comunicaci¨®n escritos de la costa Este. Tanto The New Yok Times, como The Washington Post y The Wall Street Journal, sobre todo estos dos ¨²ltimos, exigen una posici¨®n de firmeza frente a cualquier tentaci¨®n de buscar una salida negociada al conflicto. The Wall Street Journal incluso pidi¨® el pasado viernes al presidente Clinton que realice un cambio de Gabinete y se deshaga de la secretaria de Estado, Madeleine Albright; de su consejero de Seguridad Nacional, Sandy Berger; de su secretario de Defensa, William Cohen, e incluso de su principal negociador en los Balcanes, Strobe Talbott. "Necesitamos un Gabinete que est¨¦ fuera de sospecha de dirigir la pol¨ªtica, e incluso la guerra, pendiente de los sondeos de opini¨®n", remach¨®. Y si The New York Times acusaba ayer de debilidad al l¨ªder republicano en el Congreso, Dennis Hastert, por no haber conseguido los votos suficientes para aprobar los bombardeos, The Washington Post pon¨ªa a Clinton el ejemplo de Margaret Thatcher. "Cuando ofrece una pausa en los bombardeos a cambio al menos del comienzo de la retirada de las fuerzas serbias, no inspira la misma confianza que lady Thatcher", afirmaba. La dama de hierro hab¨ªa afirmado que la "¨²nica victoria que merece la pena es aquella que impida para siempre a Serbia atacar a sus vecinos y aterrorizar a sus habitantes de origen no-serbio".