Repercusi¨®n de la guerra en Alemania
La opini¨®n p¨²blica alemana se ha encontrado de improviso interviniendo militarmente en un escenario de la II Guerra Mundial: bombardeos alemanes sobre Belgrado en 1941, represi¨®n salvaje de la guerrilla en una Yugoslavia ocupada hasta 1944. Se cruzan las viejas con las nuevas im¨¢genes: Belgrado est¨¢ siendo mucho m¨¢s destruido de lo que lo fue en la II Guerra Mundial. Con este trasfondo, a los alemanes se les obliga a elegir uno de los dos principios en que hab¨ªan cifrado la experiencia tr¨¢gica de la II Guerra Mundial: "nunca m¨¢s guerra" y "nunca m¨¢s Auschwitz". Para evitar un nuevo Auschwitz habr¨ªa que asumir una agresi¨®n militar. ?Acaso no ocurri¨® as¨ª hace m¨¢s de medio siglo?Pero por mucho que permanezca en la penumbra, los alemanes saben que el Reino Unido y Francia declararon la guerra a Alemania, no movidos por el af¨¢n de parar el tratamiento inhumano que recib¨ªa la poblaci¨®n jud¨ªa desde la llegada de los nazis al poder, ni siquiera para poner freno a la expansi¨®n alemana hacia el este, que, al fin y al cabo, se toleraba con la esperanza de que terminase por desencadenar un conflicto b¨¦lico entre ambos Estados totalitarios. La guerra civil espa?ola parec¨ªa un primer ensayo general en este sentido. La invasi¨®n de Polonia acab¨® con la paciencia de los ingleses, s¨®lo porque se produjo despu¨¦s de firmado en agosto de 1939 el tratado germano-sovi¨¦tico de no agresi¨®n, el llamado pacto M¨®lotov-Ribbentrop, entre dos sistemas pol¨ªticos que se ten¨ªan por enemigos irreconciliables.
Desde el supuesto de que Auschwitz en buena parte hab¨ªa sido tambi¨¦n una consecuencia de la guerra, la Alemania m¨¢s consciente hab¨ªa vivido ambos principios no s¨®lo como compatibles entre s¨ª, sino incluso reforz¨¢ndose el uno con el otro: las guerras son el mejor caldo de cultivo para los genocidios. Se comprende que en los sectores m¨¢s cultos y politizados de la opini¨®n p¨²blica alemana se haya producido un primer momento de desgarro y confusi¨®n, al tener que elegir uno de los dos principios que hasta ahora la izquierda hab¨ªa considerado irrenunciables. Una primera secuela importante de este conflicto en Alemania es que la izquierda haya puesto en cuesti¨®n su pacifismo. Pero, por duro que haya sido el golpe y por deslegitimada que quede, no ten¨ªa otro remedio. No asumir la guerra, impuesta por el l¨ªder de la Alianza, hubiera significado aflojar su vinculaci¨®n occidental, ¨¦sta s¨ª piedra angular de la pol¨ªtica alemana desde que nace la Rep¨²blica Federal hace casi medio siglo. Puestos a elegir entre el pacifismo y el v¨ªnculo occidental, no cab¨ªa la menor duda.
Mientras que la coalici¨®n rojiverde se desacredita ante su electorado, sobre todo los verdes, la derecha en la oposici¨®n, sin poner en tela de juicio la necesidad de las guerras, se permite el lujo de subrayar la irracionalidad de ¨¦sta. En un momento en que las diferencias ideol¨®gicas y sociales entre la izquierda y la derecha eran ya m¨ªnimas, la guerra de Yugoslavia ha trastocado los papeles de tal forma que cabe predecir que en las pr¨®ximas elecciones los verdes dejar¨¢n de ser una fuerza parlamentaria en los L?nder, y la socialdemocracia derechizada de Schr?der antes de un a?o habr¨¢ cerrado una coalici¨®n con los liberales.
La pol¨ªtica hacia el Este, de tanta trascendencia para Alemania, incluida la ampliaci¨®n de la UE, se ve sustancialmente modificada por la crisis de los Balcanes, que no ha hecho nada m¨¢s que empezar y que a¨²n va a costar mucha sangre y mucho dinero. Los bombardeos de la OTAN, en contra de los objetivos propuestos, llevan en su entra?a una nueva divisi¨®n de los Balcanes en Estados ¨¦tnicamente homog¨¦neos, enterrando el modelo de Dayton, que apostaba por una dif¨ªcil convivencia ¨¦tnica. Los bombardeos debilitan a Europa, destruyen por completo a una izquierda que ha traicionado su pacifismo y el modelo pluri¨¦tnico de convivencia que hab¨ªa enarbolado en sus banderas. Fortalecido sale s¨®lo el liderazgo americano, que ha aprovechado la ocasi¨®n para hacerse una OTAN a la medida.
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