La guerra entre el presidente y el Parlamento conduce a Mosc¨² a una grave crisis institucional
Bor¨ªs Yeltsin ha metido de lleno a Rusia en la m¨¢s grave crisis de los ¨²ltimos a?os, que amenaza con degenerar en un conflicto constitucional al entrar en colisi¨®n dos principios consagrados en la ley fundamental: el derecho del presidente a disolver la Duma si ¨¦sta rechaza por tres veces su candidato a primer ministro, y el blindaje de que se dota la C¨¢mara si condena al jefe del Estado por alta traici¨®n u otros cr¨ªmenes graves. El primer paso lo dio ayer Yeltsin. El segundo lo dar¨¢ probablemente la Duma el pr¨®ximo s¨¢bado, cuando los diputados se pronuncien sobre las acusaciones.
El balance de los ¨²ltimos enfrentamientos es de empate a uno. En el primero (marzo-abril de 1998), los diputados, amenazados con quedarse compuestos y sin esca?o, terminaron aceptando a la tercera a Sergu¨¦i Kiriyenko, propuesto por Yeltsin tras destituir a su primer ministro de los cinco a?os anteriores: V¨ªktor Chernomirdin. En el segundo (agosto-septiembre), la misma C¨¢mara dej¨® claro que no pasar¨ªa por la humillaci¨®n de tragar de nuevo con Chernomirdin, al que Yeltsin intentaba rescatar tras convertir a Kiriyenko en cabeza de turco del estallido de la crisis financiera. Tras dos rechazos consecutivos, el l¨ªder del Kremlin propuso a un candidato de consenso (Yevgueni Primakov), que fue aceptado casi por unanimidad.En el partido del desempate, ninguna de las dos partes puede volverse atr¨¢s y pretender que no ha sido derrotada. Si Yeltsin insiste en presentar por tres veces a Stepashin, lo l¨®gico es que los comunistas y sus aliados utilicen su peso mayoritario en la Duma para rechazarle. Sobre todo porque la amenaza de disoluci¨®n (impeachment aparte) tampoco resulta ahora tan preocupante, al estar ya previsto que las elecciones legislativas se celebren en diciembre. Poco importar¨ªa adelantarlas en unos meses y, muy probablemente, el resultado reflejar¨ªa la ira de los votantes por la destituci¨®n del Gobierno m¨¢s popular de los ¨²ltimos a?os.
En estas circunstancias, las posibilidades de que el proceso contra Yeltsin en la Duma acabe en condena aumentan considerablemente, ya que no se le juzgar¨¢ s¨®lo por cinco supuestos graves delitos, sino, en la pr¨¢ctica, tambi¨¦n por el cese de Primakov.
Esos cinco cr¨ªmenes son los siguientes: disoluci¨®n de la Uni¨®n Sovi¨¦tica en 1991, bombardeo del S¨®viet Supremo en octubre de 1993, destrucci¨®n de las Fuerzas Armadas, genocidio contra su propio pueblo y desencadenamiento de la catastr¨®fica guerra de Chechenia, una acusaci¨®n que podr¨ªa hacerse a Stepashin casi con tantos motivos como a Yeltsin, ya que fue uno de los principales impulsores de la intervenci¨®n en la rep¨²blica cauc¨¢sica tras sus intentos de acabar con la vida del l¨ªder cheheno Dzhojar Dud¨¢yev. Todav¨ªa ayer s¨®lo parec¨ªa probable que prosperase este ¨²ltimo cargo.
Si se confirman los dos escenarios (rechazo a Stepashin y condena a Yeltsin), el bloqueo estar¨ªa servido. Dados los antecedentes y el car¨¢cter del presidente ruso, lo m¨¢s probable es que intentase hacer prevalecer su voluntad y que el diferendo se resolviese en el Tribunal Constitucional, pero con la Duma cerrada y con un proceso electoral abierto.
En octubre de 1993, con la ¨²ltima Constituci¨®n sovi¨¦tica a¨²n vigente, Yeltsin disolvi¨® por decreto el S¨®viet Supremo, el Parlamento de entonces. La respuesta de los diputados fue encerrarse en el edificio de la C¨¢mara: la Casa Blanca (hoy sede del Gobierno). La de Yeltsin fue desalojarlos a ca?onazos y al precio de m¨¢s de cien vidas.
El diputado del grupo comunista Alex¨¦i Podberiozkin no da ya por seguro que la Duma rechace al candidato de Yeltsin. Hace notar que incluso si la C¨¢mara lo aceptase para evitar su disoluci¨®n, el Gobierno resultante ser¨ªa inviable. Eso permitir¨ªa que los diversos partidos utilizasen en las elecciones de diciembre la s¨®lida base econ¨®mica, log¨ªstica y propagand¨ªstica que supone una Duma abierta.
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