El viejo Sean Connery oscurece a las j¨®venes estrellas del 'glamour'
Winterbottom trae un hermoso poema de la mejor estirpe realista
ENVIADO ESPECIALConcurs¨® ayer una peque?a gran pel¨ªcula de la m¨¢s refinada estirpe realista. Es la brit¨¢nica Wonderland, prodigioso relato de una familia de trabajadores londinenses realizado primorosamente por Michael Winterbottom. Pero el cine fue oscurecido ayer por el glamour. Sean Connery, al borde de los 70 a?os, barri¨® con su simple presencia al hormiguero de j¨®venes estrellas en que se convierte La Croisette.
Da igual que se aplique una discreta peluca blanca a la gran calva o que ¨¦sta le brille redonda bajo los focos. Aparece Sean Connery y las multitudes de mirones que se agolpan aqu¨ª estos d¨ªas s¨®lo tienen ojos para este gigante casi setent¨®n de Edimburgo, reci¨¦n ennoblecido por la reina Isabel, pero con la advertencia del nuevo sir de que ning¨²n tratamiento reverencial le har¨¢ apearse de sus simpat¨ªas por el movimiento independentista de Escocia. Es un personaje rotundo, una vieja presencia magn¨¦tica, que parece tener bula, hasta el punto de que la gente hist¨¦rica, que aqu¨ª abunda, en vez de soltar chillidos y asaltarle a su paso se calla y retrocede, intimidada o seducida. Se habla todav¨ªa con admiraci¨®n del silencio que hace medio siglo creaba a su alrededor la presencia de Spencer Tracy. Algo parecido ocurre ahora con Clint Eastwood (lo comprobamos aqu¨ª hace seis a?os) y con Sean Connery. Ayer, caminando a su lado, Jeremy Irons y Jeff Goldblum parec¨ªan dos muchachos de rostro desconocido en busca de trabajo.La fijaci¨®n del mito popular del Agente 007 y la leyenda de sus poderosos golpes de genio fotog¨¦nico en pel¨ªculas como Marnie, El hombre que quiso reinar, Robin y Marian y Los intocables, son caras talladas en la fisonom¨ªa de este hombr¨®n con sonrisa no estudiada, una mole humana ¨¢gil y con pinta amistosa que sabe distanciarse con iron¨ªa de las circenses haza?as cinematogr¨¢ficas que le hacen hacer. Son trolas que su humor convierte en verdades. La trampa es una antolog¨ªa de trolas de Connery, que en esta ocasi¨®n conquistan la veracidad porque el eminente actor las desv¨ªa sagazmente hasta convertirlas en una serie de sucesivos envites en la graciosa pugna er¨®tica entre su sabidur¨ªa y la hermosura de Catherine Zeta-Jones, bajo la que discurre el idilio oculto de la pel¨ªcula, que no es nada del otro mundo, sino un pasarratos algo aparatoso que pisa tierra gracias a ese divertido roce de sexos tan discreta y elegantemente conjugados.
El cine puro, y no su variante circense, lleg¨® ayer tambi¨¦n de Inglaterra. Wonderland procede de un gui¨®n admirablemente escrito por Laurence Coriat, con el que el director Michael Winterbottom y una docena de maravillosos int¨¦rpretes, algunos no profesionales, han logrado atrapar con mucha ligereza y montones de verdad algo impreciso, pero muy vivo y distintivo de la identidad de Londres. La presencia de la ciudad en la pantalla es tan fuerte y n¨ªtida que uno sale del cine con la sensaci¨®n de haber recorrido personalmente una y otra vez varias de sus calles, vivido en algunas de sus rinconadas y convivido con un pu?ado de sus pobladores.
Cuenta Winterbottom: "Lo primero que me sedujo del gui¨®n de Wonderland es que propon¨ªa una imagen de Londres que reconoc¨ªa, pero que tuve la impresi¨®n de no haber visto jam¨¢s en una pantalla. Es la imagen de un enorme mar de seres humanos, compuesto por millones de individuos que intentan conducir sus vidas separadamente. Tambi¨¦n me sedujo la estructura de la pel¨ªcula. Es raro encontrar un gui¨®n con tantos personajes y que funcione perfectamente, porque habla de una ciudad y de una familia en el mismo nivel que habla de unos individuos. La rodamos en 16 mil¨ªmetros y un equipo m¨ªnimo. Decidimos no utilizar ning¨²n tipo de luz adicional para no llamar la atenci¨®n de los transe¨²ntes. Para conseguir esto tambi¨¦n utilizamos, en vez de micr¨®fonos, radioemisores. As¨ª, con este m¨¦todo artesanal de rodaje, nos era posible incluir en el filme una dimensi¨®n completamente aut¨¦ntica de la ciudad".
Lo que resulta de esta barat¨ªsima pel¨ªcula no tiene precio, es una impagable contribuci¨®n del cine brit¨¢nico al avance de la escuela del realismo europeo. Winterbottom es un joven cineasta irregular y a veces contradictorio, pero en su corta filmograf¨ªa hay destellos de estilo propio y ahora, en Wonderland, este estilo aflora no en escenas aisladas, sino en el relato considerado como conjunto. No hay quiebras o balbuceos en esta peque?a obra maestra, hecha a pie en las aceras de Vauxhall, Elephant and Castle, Brixton y Soho, un Londres de espaldas a su estampita tur¨ªstica, que muy pronto ser¨¢ recorrido en medio mundo.
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