La eterna sonrisa ir¨®nica de un gran seductor
ENVIADO ESPECIALLa presencia ayer de Sean Connery en el Festival de Cannes, donde se exhibi¨® fuera de concurso su ¨²ltima pel¨ªcula, La trampa (una nueva superproducci¨®n de aventuras, en este caso de sofisticados ladrones de guante blanco), y donde recibi¨® un homenaje por el conjunto de su carrera, le ha venido como agua de mayo a un certamen que, en su apertura, sufri¨® lo que la prensa especializada ha calificado de preocupante falta de estrellas. "El equipo directivo ha recibido numerosas cr¨ªticas por parte de los periodistas por su falta de capacidad para proporcionar el glamour que este tipo de acontecimientos necesitan", escribi¨® ayer el prestigioso Hollywood Reporter.
Sin embargo, Sean Connery ha elevado mucho el nivel estelar, no s¨®lo porque es uno de los actores m¨¢s carism¨¢ticos de Hollywood, sino porque su presencia es impresionante. Alto y corpulento, r¨¢pido y divertido en sus respuestas, con una permanente media sonrisa ir¨®nica en sus labios, el actor, de 68 a?os, demuestra por qu¨¦ sigue siendo un n¨²mero uno. En una rueda de prensa con Connery hay dos temas que inevitablemente surgen de inmediato: el nacionalismo escoc¨¦s y su pasado como 007. Al protagonista de El hombre que pudo reinar le sobran tablas para zafarse sin problemas de estas y otras cuestiones. "No me deja dormir por la noche", dijo, entre carcajadas, cuando fue preguntado por la permanencia de su identificaci¨®n con James Bond, un personaje que abandon¨® en los a?os setenta. "Hago las pel¨ªculas que me gustar¨ªa ver en el cine y La trampa pertenece a este tipo de filmes. Realmente no creo que mi carrera haya cambiado", afirm¨® sobre el tipo de papeles en los que se ha especializado en los ¨²ltimos a?os.
Sobre su tierra natal tuvo la oportunidad de colocar un nuevo discurso a favor del Partido Nacionalista Escoc¨¦s, que qued¨® en segundo lugar en las recientes elecciones celebradas en la regi¨®n. "Hace unos a?os, mi partido no ten¨ªa una representaci¨®n fuerte, pero ahora somos la primera fuerza de la oposici¨®n y estoy seguro de que se producir¨¢ un cambio tremendo, un renacimiento escoc¨¦s. No se pueden romper las islas Brit¨¢nicas en pedazos, pero queremos que Escocia sea tratada en igualdad de condiciones", dijo.
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