Ascensi¨®n a ciegas
200 invidentes practican alpinismo en la sierra madrile?a durante la Quinta Marcha por la Integraci¨®n
"Cuidado con las piedras sueltas. Pisa fuerte para no caerte. Atenci¨®n con este repecho". Mensajes como ¨¦ste se repitieron ayer durante toda la ma?ana en la sierra madrile?a. Unos doscientos invidentes, acompa?ados de sus correspondientes gu¨ªas, recorrieron los picos m¨¢s famosos de la regi¨®n dentro de la Quinta Marcha de la Integraci¨®n.Cada grupo lo formaban tres o cuatro personas que iban agarradas a un palo de unos cuatro metros de largo. En primer lugar siempre iba un gu¨ªa. En medio se situaba un ciego total (llamado B-1) y al final otro deportista con ceguera parcial o con visi¨®n reducida (denominado B-2). El primero daba instrucciones al resto para que no se cayeran y supieran seguir la ruta marcada.
"Esper¨¢bamos que viniera m¨¢s gente, pero las previsiones de mal tiempo han hecho que muchos se retrayeran", coment¨® el organizador de la prueba, Juan Antonio Carrascosa.
La mayor¨ªa de los participantes pertenec¨ªa al grupo de monta?a de la Organizaci¨®n Nacional de Ciegos Espa?oles (ONCE). Adem¨¢s de Madrid, los deportistas proven¨ªan de Catalu?a y de la Comunidad Valenciana. Las rutas se dividieron en tres, seg¨²n la dificultad del recorrido. La m¨¢s dura, llamada ruta de oro, comenzaba y terminaba en la Bola del Mundo (2.262 metros), tras pasar por la Maliciosa (2.227) y Valdemart¨ªn (2.279). Para recorrerla, se necesitan unas cinco horas. La m¨¢s corta era la de bronce, que s¨®lo llegaba a la Bola del Mundo.
"Este tipo de rutas es muy importante, porque mejoras en movilidad y te da seguridad en ti mismo. Todo lo que aprendes en la monta?a lo aplicas luego a la ciudad, y cada vez te manejas mejor", explic¨® ayer Juan Carlos Bejarano, un alpinista de 29 a?os que ha subido, entre otros, el Kilimanjaro (Tanzania, 4.200 metros) y el Elbr¨²s (Georgia, 5.642 metros).
El mayor problema que se encuentran los excursionistas es la bajada. Los m¨¢s experimentados aseguran que es cuando las piernas sufren m¨¢s. "Para nosotros, la dificultad es id¨¦ntica al resto de personas. Adem¨¢s, somos en cierto modo unos privilegiados, porque muy pocos deportistas llevan un m¨¦dico como nosotros", se?al¨® ?ngel Campos, un alpinista que perdi¨® la vista en un accidente de moto. Ahora se prepara para subir el Aconcagua (Argentina, 6.959 metros).
En lo que estaban todos de acuerdo es que el deporte les "iguala a los dem¨¢s" y les permite relacionarse con m¨¢s gente. "Ten¨ªa ganas de venir, porque as¨ª conoces a otra gente y puedes romper esa rivalidad entre Madrid y Barcelona que algunos se empe?an en mantener. Adem¨¢s te enfrentas a un terreno que es desconocido", explicaba Roser Ir¨ªzar, una alpinista de Catalu?a.
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