Plumas en cir¨ªlico
La iron¨ªa y el deseo de crear una manifestaci¨®n contestataria e hilarante son los proleg¨®menos que animan la est¨¦tica de este grupo de chicos de la Venecia del norte, que no escatiman plumas ni esfuerzo por insertarse en la cultura queer. Ahora bien, no es tan sencillo ser una fant¨¢stica loca queen en cir¨ªlico, y es que hay mucha distancia en cuanto a criterio humor¨ªstico y a la manera de manejar precisamente la iron¨ªa sobre los cl¨¢sicos.Hay momentos en que la primera parte resulta sencillamente rid¨ªcula, de chiste, si es que alguien pretendi¨® tom¨¢rselo en serio, y no se libran del latigazo eminencias del arte coreogr¨¢fico sovi¨¦tico y postsovi¨¦tico como el propio Eiffman o Vinogradov. Es mejor pensar que todo aquello es en broma. Tanto cuanto una mariquita desesperada reza el Ave Mar¨ªa con los ojos en blanco hacia los focos o cuando un carpintero de la mejor tradici¨®n Rodchenko se vuelve una pizpireta Carmen de rompe y rasga.
Ballet Masculino de San Petersburgo
Coreograf¨ªas de Valeri Mijailovski, Bor¨ªs Eiffman, V. Careli y adaptaciones sobre originales de Dolin, Petipa, Bournonville y Fokin. Festival Madrid en Danza. Centro Cultural de la Villa. Madrid, 23 de mayo.
La sombra de la compa?¨ªa original en estos menesteres del travestismo alrededor del ballet cl¨¢sico, el ya hoy legendario Ballet Trocadero de Montecarlo, se hace presente en la segunda parte, que en realidad es la ¨²nica que debe existir, pues por mucho que se empe?en estos troks de segunda generaci¨®n lo suyo es el tut¨², las pesta?as largu¨ªsimas, las lentejuelas de cualquier color y, c¨®mo no, las zapatillas de punta.
En San Petersburgo comenzaron a aparecer travestidos en puntas a principios del deshielo postcomunista en la legendaria pista del cabar¨¦ Mayak, que tambi¨¦n frecuentaba el propio Mijailovski. Aquellos artistas nocturnos de la legua eran quiz¨¢ menos versados en el repertorio acad¨¦mico, pero ten¨ªan much¨ªsima gracia, pues donde faltaba una lentejuela colocaban una chapa de Coca-Cola pintada con purpurina, y todos tan contentos.
Ahora el Ballet Masculino de San Petersburgo pasea por el mundo una suite donde integra esos fragmentos cl¨¢sicos que han hecho las delicias de tantas generaciones de ballet¨®manos, y es aqu¨ª donde acierta y donde puede verse el espectro caricaturizado de Konleva, Sisova, Plisetskaia y tantas otras divas del esplendor ballet¨ªstico de aquellas tierras. Esta parte del espect¨¢culo est¨¢ francamente bien elaborada y vestida, y redime al espectador del trago amargo y la verg¨¹enza ajena de lo visto al principio, trat¨¢ndose quiz¨¢ de una cuesti¨®n de sensibilidad y de adecuaci¨®n a determinado tono dram¨¢tico y teatral en la danza. En cualquier caso, el p¨²blico madrile?o las prefiri¨® con plumas y a lo loco.
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