Manzano
Semana de dolor para el alcalde de Madrid. Jos¨¦ Mar¨ªa ?lvarez del Manzano se desayunaba el lunes con una informaci¨®n de este diario que revelaba su participaci¨®n en una empresa inmobiliaria que opera en varios municipios gobernados por el Partido Popular, como son los de Pozuelo de Alarc¨®n y Majadahonda. ?lvarez del Manzano lleva veinte a?os en el Ayuntamiento de Madrid, diez de ellos mandando y los ¨²ltimos ocho como alcalde del municipio. En ese espacio de tiempo ha cosechado una amplia experiencia personal que le permite aguantar la m¨¢s variada gama de chaparrones con un estoicismo gran¨ªtico.No se inmuta si los bomberos le invaden la plaza Mayor hasta impedirle inaugurar el mercadillo navide?o, si sus polic¨ªas municipales flasifican firmas y le meten en un "l¨ªo de mucho cuidado" como manifest¨® su propio concejal de Hacienda, ni viendo a todo el funcionariado municipal movilizado en demanda de la tercera paga.
Por soportar imp¨¢vido, lleg¨® hasta a acostumbrarse a aquel personaje del oso antialcalde moroso que le persegu¨ªa en las inauguraciones con una cara de mofa que descompon¨ªa el gesto a su comitiva municipal. Todo lo aguanta sin inmutarse don Jos¨¦ Mar¨ªa menos que cuestionen su honestidad personal, y lo que sal¨ªa el lunes en la prensa la cuestionaba. Algo similar le sucedi¨® hace tres a?os cuando apareci¨® el nombre de su hijo mayor, arquitecto de profesi¨®n, por su vinculaci¨®n laboral a una de las constructoras que llevaba a cabo la controvertida operaci¨®n urban¨ªstica de Aravaca.
Aquel episodio, que no tendr¨ªa despu¨¦s mayor trascendencia, irrit¨® sobremanera a ?lvarez del Manzano hasta el extremo de considerarlo como uno de los m¨¢s ingratos de su prolongada carrera pol¨ªtica. ?l mismo reconoc¨ªa p¨²blicamente que estas cosas le dol¨ªan m¨¢s que si le dijeran que ha hecho 800.000 t¨²neles equivocados. Al alcade de Madrid le enfurece en t¨¦rminos superlativos que pongan en duda su honestidad, fundamentalmente, porque ¨¦l es un hombre honesto. Quienes han seguido su trayectoria estrechamente y entienden su proceder saben que es absolutamente incapaz de aprovechar la condici¨®n de regidor de la capital para enriquecerse. Nadie que le conozca puede imaginarle pidiendo comisi¨®n por una obra ni favoreciendo a un determinado grupo o empresa para cobrar bajo cuerda. Es algo que no discuten ni sus rivales pol¨ªticos m¨¢s enconados. El portavoz socialista Juan Barranco ped¨ªa su dimisi¨®n por considerar carente de ¨¦tica esa relaci¨®n econ¨®mica, pero dejaba fuera de toda duda la honradez personal del alcalde. En t¨¦rminos parecidos se pronunciaba el portavoz de Izquierda Unida, Franco Gonz¨¢lez, aunque pidi¨¦ndole que muestre todos los documentos sobre su participaci¨®n en Incoda y aclare bien el asunto. Desde un punto de vista legal nada hay que permita pensar que la presencia de ?lvarez del Manzano en el accionariado de esa empresa tiene algo de il¨ªcito.
Consta en su declaraci¨®n de la renta, en el registro municipal y hasta en la declaraci¨®n de bienes que realizan los cargos del partido. Todo es aparentemente correcto y sin embargo, constituye un error may¨²sculo que un alcalde de Madrid no se puede permitir. Error grave que pone de manifiesto su torpeza y la de quienes deber¨ªan cuidar su imagen y reputaci¨®n en lugar de dedicarse a calentarle la oreja. Nadie que tenga dos dedos de frente deja de intuir que la participaci¨®n del alcalde de la capital en una empresa inmobiliaria es una puerta abierta para que los gestores de la misma aprovechen el cargo en beneficio propio.
En ese mundo oscuro y complejo de los ladrillos, los terrenos y la especulaci¨®n es f¨¢cil caer en la tentaci¨®n de hacer valer un nombre como el de ?lvarez del Manzano, sin que ¨¦l tenga por qu¨¦ saberlo, para obtener informaci¨®n privilegiada o trato de favor en ayuntamientos gobernados por el Partido Popular.
Eso lo ve un ciego y ¨¦l es responsable de no haberlo visto ni evitado. No vale ahora lamentarse ni disparar contra el mensajero calificando de "periodismo inmoral" el que sigue la actividad privada de las personas. El periodista cumpli¨® con su obligaci¨®n, lo que no hacen quienes cobran onerosamente por cuidar el prestigio del alcalde. La mujer del c¨¦sar ten¨ªa mejor fama.
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