Vivir rodeado de "guiris"
Academias de idiomas que dan clases de espa?ol, listines telef¨®nicos con apellidos de dif¨ªcil pronunciaci¨®n para cualquier nativo o gente que es capaz de ba?arse en pleno oto?o o de apurar un rayo de sol que apenas calienta. ?stas son algunos de los efectos a los que se han acostumbrado los vecinos de pueblos situados en la costa y que han atra¨ªdo y atraen a decenas de extranjeros que han fijado su residencia en ellos. Son localidades en las que la convivencia diaria con extranjeros se han convertido en algo habitual. Los siguientes pueblos son un ejemplo de este fen¨®meno. Torremolinos vive del turismo. El 91% de sus 37.235 habitantes trabaja en la hosteler¨ªa, el comercio o la construcci¨®n, sectores cuyo ritmo est¨¢ marcado por la afluencia de visitantes. Pero vivir en un municipio tur¨ªstico tiene su precio. Para empezar, la cesta de la compra, los alquileres y hasta el ocio son m¨¢s caros. Los torremolinenses, como los habitantes de Nerja, otro pueblo con similar destino, reconocen que los turistas han dejado muchos billetes y han ayudado a construir una sociedad m¨¢s abierta. Nadie a?ora los a?os 60, pero la mayor¨ªa coincide al describir la otra cara del turismo: p¨¦rdida de identidad cultural, crecimiento urban¨ªstico desordenado marcado por la especulaci¨®n, dificultad para compatibilizar el derecho al descanso con el de los visitantes a divertirse, mayor inseguridad debido a que los turistas son blanco preferido de los delincuentes y hasta aumento de la mendicidad espoleada por la afluencia de extranjeros. Desde IU y PSOE se a?ade el argumento del censo irreal, un problema que no es patrimonio exclusivo de Torremolinos, sino que afecta a todos los municipios tur¨ªsticos: las administraciones central y auton¨®mica destinan recursos para servicios b¨¢sicos, como seguridad o sanidad, en funci¨®n de la poblaci¨®n de derecho, que es bastante inferior a la real. En el caso de Torremolinos, a los 37.235 habitantes empadronados hay que sumar m¨¢s de 30.000 que de manera estable viven en el municipio pero que no cuentan en los papeles. Y a ¨¦stos casi 70.000, a su vez, hay que a?adir la poblaci¨®n flotante, que en temporada baja y media ronda los 80.000 y en verano supera los 200.000. En Salobre?a (Granada), que tiene 10.104 habitantes, el list¨ªn telef¨®nico aparece trufado con cerca de 500 apellidos extranjeros. Sus direcciones suelen estar radicadas en cuatro urbanizaciones de lujosos chales rodeados de vegetaci¨®n y magn¨ªficas vistas al mar. "Los primeros comenzaron a llegar cuando el turismo estaba a¨²n en pa?ales en esta zona, en los a?os sesenta y setenta", aseguran en el Ayuntamiento. Los extranjeros residentes en este peque?o pueblo blanco son, en su mayor¨ªa, jubilados en vacaciones permanentes procedentes de Alemania, B¨¦lgica y Holanda. Y en menor medida tambi¨¦n viven franceses, brit¨¢nicos y n¨®rdicos. La bonanza del clima subtropical les anima a pasar buena parte del a?o en la localidad. Sin embargo, no se relacionan mucho con la poblaci¨®n espa?ola, se afirma desde el Consistorio. Su inter¨¦s por participar en la elecci¨®n del alcalde de Salobre?a o en los comicios europeos es bastante escaso. Seg¨²n datos facilitados por el consistorio, s¨®lo est¨¢n censados y, por tanto, podr¨¢n votar 71 residentes extranjeros. En Zahara de los Atunes (C¨¢diz), casi un tercio de los 1.542 vecinos no son nacidos all¨ª, aunque han echado ra¨ªces hechizados por un paraje natural sin igual, dominado por playas de arena blanquecina, aguas transparentes y casi desiertas. En este municipio, como en Conil, el n¨²mero de extranjeros es alt¨ªsimo, sobre todo alemanes, lo que propicia el negocio de las academias de idiomas: casi 1.000 alemanes aprenden espa?ol al a?o en Conil. En la costa m¨¢s oriental, en Roquetas de Mar (Almer¨ªa), los miles de turistas que acuden anualmente a este municipio pasan inadvertidos ante la poblaci¨®n extranjera residente. Paseos por la urbanizaci¨®n o el pueblo pesquero originario de parejas dispersas de ingleses forman parte del paisaje cotidiano. "Vienen muchos extranjeros, pero tambi¨¦n paisanos de otras provincias. Lo cierto es que no demandan nada especial: han o¨ªdo hablar de la tapa y la piden", explica Juan Gabriel, que regenta una bar cercano a la urbanizaci¨®n roquetera. Perfil similar comparte el n¨²cleo de unos 300 alemanes, principalmente, que eligieron el municipio como lugar de residencia all¨¢ por los a?os 70. Aunque jubilados en sus pa¨ªses de origen, muchos de ellos establecieron su propio negocio (pub o comercio hostelero) en el municipio.
Esta informaci¨®n ha sido elaborada por Leonor Garc¨ªa, F. J. Titos, Fernando P. Mongui¨® y M. J. L¨®pez D¨ªaz.
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