El gran atasco
JAVIER MINA Qu¨¦ bonitas son las campa?as electorales. Carteles y octavillas corren sueltos por nuestras calles como p¨¢jaros de ficci¨®n. Bobaliconas y pegajosas musiquillas expelidas por una ubicua y pertinaz megafon¨ªa disputan el aire a lac¨®ni-cas sinsorgueces y contumaces invitaciones a la propia urna. Sonr¨ªen las paredes, bailan los polideportivos... Pero hay un problema. Mientras los candidatos nos ofrecen su mejor perfil y lanzan m¨¢s promesas que las que podr¨ªan caberles en tres bocas, el ciudadano se ve confrontado al v¨¦rtigo de los n¨²meros. Y ello en medio de todo ese tufo enrarecido de hipermercado que invita a la adquisici¨®n compulsiva. Sin pudor alguno, la prensa se pinta gr¨¢ficos y esquemas luciendo sus mejores galas estad¨ªsticas para confu-si¨®n de unos lectores que olvidaron tiempo ha en qu¨¦ consist¨ªa sumar puesto que dividieron. Poco importa, las quinielas electorales seguir¨¢n atasc¨¢ndonos el caletre con apelmazadas cifras y matem¨¢ticas predicciones. Sin ir m¨¢s lejos el mism¨ªsimo candidato X, o sea el candidato inc¨®gnita, ha detectado que hasta entre los pol¨ªticos cunde el miedo al n¨²mero cuando le ha espetado a un colega, pero no de su cuerda sino de otra geom¨¦tricamente opuesta: "Jam¨¢s podr¨¢ entender la l¨®gica matem¨¢tica de la izquierda independentista, porque para nosotros cuatro m¨¢s tres es uno, es Euskal Herria". Mucha l¨®gica parece, por matem¨¢tica que se pretenda, pero a lo mejor las ciencias han adelantado tal barbaridad que ahora que estamos transg¨¦nicos se pueden multiplicar peras por manzanas. Con todo, y aun a riesgo de contribuir a la general obstrucci¨®n, me veo obligado a lanzar un nuevo dato al corro porque si no lo suelto reviento. Bueno, quiz¨¢ reviente ¨¦l, dada su naturaleza. Juzguen ustedes mismos: el 40% de los vascos padece estre?imiento. Lo han o¨ªdo bien. El 40%. Ya veo a los m¨¢s puntillosos intentando esclarecer qu¨¦ se entiende de entrada por estre?imiento y qu¨¦ por vasco porque a lo mejor estamos hablando en balde y resulta que quienes tienen problemas con el retrete no han visto una Komuna en toda su vida. O viceversa, vaya, que a lo mejor hay un axioma inmemorial y ancestro que proh¨ªbe que lo vasco est¨¦ re?ido con la taza. Error. Parece meridianamente claro que los vascos, en sentido laxo, somos bastante anteriores a los v¨¢teres e incluso a las estad¨ªsticas, por lo que muy bien pudiera ocurrir que tuvi¨¦ramos lazos intestinales superiores a los ideol¨®gicos, de ah¨ª que no quepa imaginar raz¨®n de bulto contra la idea de considerar vasco al estre?ido de uno u otro bando. Descartadas as¨ª las cuestiones eugen¨¦sicas y ontol¨®gicas podremos centrarnos en lo puramente electoral. Un 40% es mucho para unas elecciones en las que un punto arriba o abajo va a producir llanto y crujir de dientes, de ah¨ª que se antoje de vital importancia captarse el voto del estre?ido. No exagerar¨¦ si digo que el 13-J pasa antes por el WC que por las urnas. Ya veo ilusionantes pintadas con aquello del estre?idos del mundo un¨ªos, ya veo m¨ªtines con vales-descuento para laxantes y sesiones de terapia de colon, ya veo multiplicarse los programas pol¨ªticos enriquecidos con fibra, cualquier cosa con tal de atraerse a uno de los mayores grupos de presi¨®n, y valga la redundancia. Pero, ojito, porque bien pudiera ocurrir que cansados de culpabilizarse y de sufrir en soledad la tiran¨ªa atroz del inodoro pasen de lo estable-cido y se lancen a por todas. Un 40% de vascos es mucho m¨¢s que un 40% del electorado vasco. Se podr¨ªa afirmar, de hecho, que el colectivo de estre?idos constituir¨ªa la mayor¨ªa natural vasca. ?Y si animados por esa supremac¨ªa y ese impulso de redefinir las fronteras que ataca hasta al ¨²ltimo de los chusqueros decidieran expulsar de su territorio a cuantos sueltan tantas ligerezas de vientre? Estoy seguro de que, contra lo que parezca, nos hallar¨ªamos ante una de las naciones menos taponadas y m¨¢s liberales pues, frente a tanto sistema anti-patera y tanta lengua constituyente, la ciudadan¨ªa se podr¨ªa adquirir mediante una die-ta de arroz refinado o de cinorrodon, forma m¨¢s fina de llamar al tapaculos.
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