Una deuda
Al poco de ser nombrado ministro de Defensa, en los dif¨ªciles y sombr¨ªos tiempos para la democracia espa?ola que siguieron al fallido golpe de Estado del 23 de febrero de 1981, conoc¨ª a Emilio Alonso Manglano. Fue en la primera visita que, como ministro, realic¨¦ a una unidad militar: la Brigada Paracaidista. Pas¨¦ revista a la brigada acompa?ado por el capit¨¢n general de Madrid, el teniente general Guillermo Quintana Lacaci, el hombre que militarmente hab¨ªa abortado el golpe en Madrid. Iba detr¨¢s nuestro, a la distancia reglamentaria, el general Mendiz¨¢bal, que mandaba la brigada, y detr¨¢s de ¨¦l un teniente coronel al que de pronto, volvi¨¦ndose, se?al¨® Quintana Lacaci, y me dijo: "?Ves a ese teniente coronel? Es una de las glorias del Ej¨¦rcito espa?ol". El principal problema que ten¨ªa en aquel momento nuestro Gobierno, y que m¨¢s me preocupaba y ocupaba como ministro de Defensa, era el de saber cu¨¢les eran la profundidad, la extensi¨®n y la fuerza de la involuci¨®n en las Fuerzas Armadas. Y para hacer frente a ese problema era condici¨®n esencial que el servicio de informaci¨®n, el Cesid, creado por el general Guti¨¦rrez Mellado, funcionara, primero, con plena eficacia y, segundo, que proporcionara al Gobierno leg¨ªtimo de la naci¨®n la informaci¨®n precisa y veraz que le permitiera desarrollar la pol¨ªtica militar adecuada para contrarrestar y neutralizar los esfuerzos de aquellos que no cejaban en su empe?o de acabar con el orden democr¨¢tico. Era, para m¨ª, lo m¨¢s urgente encontrar entre los generales o jefes el hombre capaz de realizar esa tarea crucial; y m¨¢s teniendo en cuenta que el Cesid hab¨ªa quedado, despu¨¦s del golpe, en entredicho ante la opini¨®n p¨²blica y que uno de sus miembros m¨¢s destacados, el comandante Cortina, estaba bajo sospecha y poco despu¨¦s era procesado. Lo que me dijo Quintana Lacaci sobre el teniente coronel jefe del Estado Mayor de la Brigada despert¨® mi curiosidad por conocerle; habl¨¦ con ¨¦l durante el vino espa?ol que tom¨¦ al acabar 1a revista y desfile de la Brigada; y por lo que me dijo y c¨®mo me lo dijo pens¨¦, en aquel mismo momento, que aquel teniente coronel pod¨ªa ser la persona que yo andaba buscando para el Cesid. Volv¨ª a verle dos veces m¨¢s y, ya decidido, di cuenta de mi prop¨®sito al presidente Calvo Sotelo, que result¨® que conoc¨ªa a Emilio Alonso Manglano desde hac¨ªa a?os y apoyaba el nombramiento; me dijo que informara al Rey; lo hice y me encontr¨¦ con la misma respuesta y el mismo antiguo conocimiento. Hab¨ªa que modificar el real decreto de creaci¨®n del Cesid porque dispon¨ªa que el puesto de director general se cubriera con un oficial de rango de general. Cuando habl¨¦ con el general Gabe¨ªras, entonces jefe del Estado Mayor del Ej¨¦rcito de Tierra, lo de la modificaci¨®n del decreto le hizo torcer el gesto, pero cuando le nombr¨¦ a Emilio Alonso Manglano, me dijo: "En este caso no digo nada. Desde luego, no te equivocas". Pas¨® mucho tiempo antes de que yo me enterara de que la tarde del 23 de febrero, al o¨ªr por la radio lo que estaba ocurriendo en las Cortes, y ante la ausencia del general Mendiz¨¢bal, el teniente coronel Alonso Manglano dio orden de anular el toque de paseo y, por tanto, la salida de la tropa, y tambi¨¦n la orden de armarla y acuartelarla; y cumplidas las ¨®rdenes, llam¨® al capit¨¢n general de Madrid y despu¨¦s a la Zarzuela, dici¨¦ndoles que la Brigada Paracaidista estaba lista y preparada para salir a parar a cualquier fuerza, que intentara dar un golpe de Estado contra las instituciones democr¨¢ticas. (Casi coincidiendo en el tiempo, hac¨ªa lo mismo el general V¨ªctor Lago, jefe de la BRIDOT, los boinas verdes, de Madrid). Pero fue muy poco el tiempo que pas¨® desde que el teniente coronel Alonso Manglano se hizo cargo del Cesid y el Gobierno empezara a tener una informaci¨®n precisa, serena y responsable. Para m¨ª, como ministro de Defensa, se termin¨® la confusi¨®n y el rumor permanente con el que iniciaba mi jornada cada d¨ªa. A lo largo del verano y oto?o de 1981, qued¨® dibujado con toda claridad el mapa del terreno en el que nos mov¨ªamos para consolidar, de forma definitiva, la democracia, la libertad y las instituciones democr¨¢ticas; y si esto fue posible lo fue en gran parte gracias a Emilio Alonso Manglano y a sus colaboradores del Cesid. Antes de dejar el ministerio, ya el Cesid empezaba a ser considerado por los servicios de inteligencia de los pa¨ªses amigos y no tan amigos, como uno de los mejores de Europa; y al entrar en la OTAN, la Secretar¨ªa General de la Organizaci¨®n defini¨® como conducto de transmisi¨®n de la informaci¨®n confidencial al Cesid en la persona de Emilio Alonso Manglano, ascendido en aquel momento a coronel. Durante los 22 meses que estuve al frente del Ministerio de Defensa, el apoyo permanente y sin desmayo de Emilio Alonso Manglano fue esencial y b¨¢sico para apaciguar primero y cambiar despu¨¦s, el clima de suspicacia y desconfianza que encontr¨¦ a mi llegada al ministerio; para superar m¨¢s de un momento dif¨ªcil y peligroso; y para terminar pudiendo abortar de ra¨ªz la proyectada intentona del 27-O, en una operaci¨®n digna de la mejor pel¨ªcula de espionaje y suspense. Sin Emilio Alonso Manglano y sin el Cesid, tal como ¨¦l lo organiz¨® y lo dirigi¨®, el ¨²ltimo Gobierno de UCD no hubiera podido llegar al Gobierno socialista, que nos sucedi¨®, unas Fuerzas Armadas que hab¨ªan asumido su papel dentro de la democracia constitucional y su dependencia del poder civil. No entro a opinar de una sentencia condenatoria que s¨®lo conozco, mientras redacto este art¨ªculo, por los peri¨®dicos y de forma incompleta. Por otra parte, esa sentencia no es firme y han anunciado su recurso contra ella la defensa de los condenados y el propio Ministerio Fiscal, que pidi¨® la absoluci¨®n para Emilio Alonso Manglano. S¨ª quiero decir gue en contra de lo que afirma Javier Pradera en su art¨ªculo Barridos de basura, publicado en este peri¨®dico el 30 de Abril, que tel¨¦fonos m¨®viles y otros sistemas, que se pueden captar con el barrido de ondas, incluido el propio barrido, lo utilizaban los servicios de espionaje y contraespionaje de terceros pa¨ªses que actuaban en Espa?a, y tambi¨¦n las redes del crimen organizado, y tambi¨¦n las organizaciones terroristas, incluida ETA; y no s¨®lo "las ¨¦lites pol¨ªticas, econ¨®micas, profesionales y sociales"; y que el barrido de ondas se utiliza tambi¨¦n como contramedida frente al que realizan los otros. Personalmente, espero y deseo que el recurso de casaci¨®n que se interponga contra la Sentencia de la Audiencia de Madrid prospere y el general Alonso Manglano salga absuelto, tal como pidieron su defensa y el fiscal de la causa. Y en cualquier caso, ahora igual que antes, me siento, como dem¨®crata, en deuda con Emilio Alonso Manglano, y creo que en deuda est¨¢ con ¨¦l nuestra democracia, y que no faltar¨¢n a su defensa todo lo que, en bien dif¨ªciles y peligrosas circunstancias, hizo como militar y como hombre comprometido con la democracia y la libertad.
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