Los Rolling cumplen con el Xacobeo 99
Los Stones hicieron vibrar anoche en Santiago de Compostela a m¨¢s de 30.000 espectadores
Ante 30.000 espectadores de pago -y varios miles m¨¢s fuera del recinto-, los Rolling Stones realizaron en Santiago un concierto s¨®lido y vistoso. Precedidos por el grupo gallego Los Suaves, los brit¨¢nicos remataron el tramo espa?ol de una gira que algunos promocionan como la ¨²ltima de su carrera. Nada que temer: detr¨¢s del escenario se negociaba parte de su primera gira en el siglo XXI. Durante la primera visita de los Rolling Stones a Espa?a (1976), en una plaza de toros de Barcelona, las fuerzas de la Polic¨ªa Nacional, todav¨ªa vestidas de gris, se emplearon a fondo. Hubo lanzamientos de botes lacrim¨®genos y reparto de porrazos dentro y fuera de la plaza. El responsable de aquellos funcionarios tan poco habituados a tratar con el p¨²blico del rock era Manuel Fraga. El mismo personaje que ahora, como presidente de la Xunta, ha apostado por los Rolling Stones como gran atracci¨®n de la programaci¨®n cultural del Xacobeo 99.
Se trata de un concierto multigeneracional. Los veteranos, con muchos encuentros rollingstonianos a la espalda, usan al grupo como term¨®metro vital. Para los m¨¢s j¨®venes, un concierto de los Stones es una experiencia inici¨¢tica. Deben comprobar con ojos y o¨ªdos si es cierto lo que sus mayores cuentan sobre el grupo o si se trata de una supercher¨ªa mantenida por los que ahora controlan el poder cultural.
Magia revivida
Los Rolling Stones en directo ofrecen m¨²sica, pero tambi¨¦n espect¨¢culo. Desde los a?os setenta, ellos han marcado las pautas en los macroconciertos del rock. El espect¨¢culo de la presente gira es, ya se ha contado, deslumbrante. Por la nitidez de su pantalla de v¨ªdeo y la imaginaci¨®n del realizador que supervisa las im¨¢genes. Mick Jagger se mueve con comodidad, pero no emprende las inagotables carreras de otros tiempos. Se concentran en revivir su magia, los riffs inoxidables y las baladas matadoras. Aparte de cambios menores en el repertorio, lo que se ve en Santiago no se aleja excesivamente de lo ofrecido en su visita del pasado a?o. Un Jagger vestido de paisano que usa su rudimentario espa?ol, un Keith Richards que disimula sus pelos grises con colgantes africanos. Y acompa?antes mercenarios pero eficaces, desde el saxofonista Bobby Keys hasta el teclista Chuck Leavell, sin olvidar a la vocalista Lisa Fisher, que arrasa en Gimme shelter.
Keith Richards recibe calurosos aplausos cuando se pone al frente. Los espectadores intuyen que los Stones no ser¨ªan posibles sin la dedicaci¨®n y el compromiso de este pirata. Interpreta You got the silver con guitarra slide y se desmelena en Before you make me run.
Como es habitual, la parte del concierto que se desarrolla en mitad del p¨²blico alcanza cumbres de intensidad. Route 66, el dylaniano Like a Rolling Stone y Midnight rambler evidencian que los Stones todav¨ªa pueden quemar. La vuelta al escenario grande con un Simpathy for the devil, a pesar de sus pregrabados, inicia soberbiamente el recorrido final, que alcanza el cl¨ªmax con Satisfaction. Por ahora, Rolling Stones equivale a satisfacci¨®n garantizada. Unos abuelos pasmosos.
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