Gil Parrondo recibe el homenaje del cine por su sentido del color y la arquitectura
El decorador recogi¨® anoche en Madrid la Medalla de Oro de la Academia de Cine
Para Gil Parrondo, un buen decorador de cine debe tener sentido del color, de la arquitectura y, sobre todo, del encuadre. Parrondo (Luarca, Asturias, 1921) recibi¨® anoche en Madrid la Medalla de Oro de la Academia de las Artes y de las Ciencias Cinematogr¨¢ficas de Espa?a. Un homenaje que reconoc¨ªa la carrera de este creador de espacios que supo convertir el barrio madrile?o de Canillas en Mosc¨² para Doctor Zhivago; Las Matas, en Roma para La ca¨ªda del Imperio Romano, y Almer¨ªa, en la tierra so?ada de Lawrence de Arabia. Con dos oscars de Hollywood luciendo en su estanter¨ªa de ¨¦xitos y con su nombre ligado a casi 200 pel¨ªculas, Parrondo iguala el poder del trabajo al del destino.
Gil Parrondo, que en su d¨ªa no recogi¨® ninguno de los dos oscars de Hollywood que ha recibido (por Patton, en 1970, y por Nicol¨¢s y Alejandra, en 1971), parec¨ªa ayer inc¨®modo y fuera de sitio ante el homenaje que anoche le ofreci¨® la academia espa?ola en el hotel Ritz de Madrid. "No es ni timidez, ni nervios. Es mi postura ante la vida, yo he elegido ser un hombre gris y de verdad no me gustan estas cosas. Nunca he ido a ning¨²n estreno, siempre voy al cine dos d¨ªas despu¨¦s. Me gusta ser as¨ª y s¨¦ que, adem¨¢s, no soy el ¨²nico en el mundo del cine con esta actitud". El ministro de Cultura, Mariano Rajoy, y la presidenta de la Academia, Aitana S¨¢nchez-Gij¨®n, se reunieron junto a directores, productores y caras menos conocidas del cine espa?ol (como lo es la del propio Parrondo)en una multitudinaria cena de gala para recordarle a este escen¨®grafo, que prefiere que le llamen decorador, lo que el cine le debe desp¨²es de medio siglo de carrera, casi 200 largometrajes y una intensa b¨²squeda de espacios ("a veces con poqu¨ªsimos medios") para cineastas tan dispares como George Cukor (Viajes con mi t¨ªa), Stanley Kubrick (Espartaco), Orson Welles (Mr. Arkadin), Anthony Mann (La ca¨ªda del Imperio Romano, El Cid), Nicholas Ray (55 d¨ªas en Pek¨ªn, Rey de reyes) o David Lean (Lawrence de Arabia y Doctor Zhivago).
El cineasta Jos¨¦ Luis Borau calific¨® el homenaje de anoche como "un acto inexcusable a un creador que los americanos supieron ver antes". Aitana S¨¢nchez-Gij¨®n lo defini¨® como "un gentleman apasionado con su trabajo", y el cineasta norteamericano Richard Lester, tambi¨¦n entre los invitados al homenaje, record¨® c¨®mo el decorador espa?ol le hab¨ªa sacado de serios apuros con la escenograf¨ªa de sus pel¨ªculas en varias ocasiones. Parrondo allan¨® el terreno para Lester de los rodajes de El regreso de los mosqueteros, Robin y Marian y Cuba. "Qu¨¦ puedo decir del hombre que con su gran discreci¨®n me salv¨® la vida en tres ocasiones".
Parrondo habla del aprendizaje del dibujo y del color como lo m¨¢s importante de su paso, en los a?os cuarenta, por la Escuela de Bellas Artes de San Fernando. All¨ª, dice, aprendi¨® lo fundamental para educar su futuro sentido de la est¨¦tica. Pero, sin embargo, han sido las horas y horas invertidas en ver pel¨ªculas lo que, seg¨²n ¨¦l, le han convertido en el profesional que es hoy. "Soy un gran espectador de cine, siempre lo he sido. Ha sido quiz¨¢ la parte m¨¢s fundamental e importante de mi trabajo".
Este escen¨®grafo que prefiere el cine "llamado de ¨¦poca" para trabajar y que s¨®lo en este ¨²ltimo a?o ha firmado tres pel¨ªculas (El abuelo, de Jos¨¦ Luis Garci; La ciudad de los prodigios, de Mario Camus, y La hora de los valientes, de Antonio Mercero), se?ala la tierra de Almer¨ªa como el lugar "m¨¢gico" de su carrera. "Espa?a es un pa¨ªs muy rico para un escen¨®grafo, porque var¨ªa mucho el paisaje y tenemos casi de todo. Pero hay algo duro y seco en la luz de Almer¨ªa, como en la de Castilla, que es inigualable para el cine. All¨ª he rodado infinidad de trabajos y no tengo ni un solo mal recuerdo. La gente de Almer¨ªa es, sencillamente, maravillosa".
En el libro Gil Parrondo, pasi¨®n y riqueza, de Ignacio Fern¨¢ndez Ma?as, el decorador recuerda c¨®mo un pastor almeriense se le acerc¨® una ma?ana y, mirando el equipo, le dijo: "El mejor sitio para la c¨¢mara es ¨¦ste y con un 28 quedar¨ªa perfecto". El pastor, recuerda Parrondo en el libro, ten¨ªa raz¨®n, "estaba tan acostumbrado a ver rodajes que conoc¨ªa hasta ese detalle de profesional". "Almer¨ªa es un lugar que me produce mucha alegr¨ªa", se?al¨® ayer el escen¨®grafo.
La llegada, a finales de los a?os cincuenta, de los estudios de Samuel Bronston a Espa?a ("con ¨¦l lleg¨® todo el glamour de Hollywood") marc¨® para Parrondo su primer contacto con el cine de los grandes estudios, una industria que ha contado con su trabajo desde entonces, aunque la mayor¨ªa de las veces desde Espa?a. Su trabajo de investigaci¨®n, de lecturas y de estudio de otras ¨¦pocas y lugares y, desde luego, su imaginaci¨®n le han servido para llevar a cabo empresas tan inimaginables como que las afueras de Madrid sean las calles de Pek¨ªn o del Mosc¨² prebolchevique y posbolchevique. Para ¨¦l, jugar con el tiempo a trav¨¦s del color, la luz, la arquitectura y el encuadre permite a un decorador crear lo imposible y viajar a cualquier lugar.
Babelia
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