Los "siete grandes" sugieren a los serbios que aparten "cuanto antes" a Milosevic del poder
Con cuidado para no agraviar de nuevo a los rusos, los dirigentes de los siete pa¨ªses m¨¢s ricos de la Tierra sugirieron ayer a los serbios que aparten a Slobodan Milosevic del poder y pongan punto final a los diez a?os de "violencia y represi¨®n" responsable de cuatro guerras y de la desgracia de millones de personas en los Balcanes. De lo contrario, pueden olvidarse de cualquier tipo de ayuda, excepto la estrictamente humanitaria, mientras que en Kosovo el dinero fluir¨¢ a espuertas, a tenor de lo prometido en el ¨²ltimo d¨ªa de la cumbre del Grupo de los Siete (G-7) en Colonia.
El comunicado final de la 25? cumbre del G-7 (los siete pa¨ªses m¨¢s industrializados), a los que se ha unido Rusia formando el G-8, evita citar por su nombre al presidente yugoslavo en prevenci¨®n de una espantada rusa tras los fren¨¦ticos esfuerzos diplom¨¢ticos de los ¨²ltimos d¨ªas para recomponer las relaciones entre Occidente y el presidente Bor¨ªs Yeltsin tanto en Colonia como en Helsinki. Adem¨¢s del tacto para avenirse de nuevo con Yeltsin, los aliados son conscientes de que pr¨¢cticamente obligaron a Mosc¨² a dar un pu?etazo sobre la mesa con la toma por sorpresa del aeropuerto de Pristina, a juzgar por la disculpa velada que ayer ofreci¨® en Colonia el presidente franc¨¦s, Jacques Chirac, a su hom¨®logo ruso: "No descarto que haya habido falta de ma?a en todo este asunto", admiti¨®. Con toda la intenci¨®n occidental de no herir de nuevo a Mosc¨², los rusos no lograron evitar una referencia de refil¨®n y poco tranquilizadora para Milosevic: "Cooperaremos plenamente con el trabajo del Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia", que acusa al presidente yugoslavo de criminal en las guerras de la regi¨®n, dijeron.
La delegaci¨®n rusa tambi¨¦n maniobr¨® para que el texto final no prohibiese tajantemente la ayuda a la reconstrucci¨®n de Yugoslavia, y esta vez el deseo le fue concedido. Incluso antes de que se diesen a conocer las conclusiones definitivas por escrito, las delegaciones occidentales -especialmente brit¨¢nicos, franceses, alemanes y estadounidenses- se encargaron de propagar entre los rusos, por los pasillos de la cumbre y en las comparecencias de sus portavoces, que Serbia (a excepci¨®n de Kosovo) no debe esperar nada de la generosidad de los grandes a menos que se libre de Milosevic.
Jacques Chirac fue el m¨¢s claro. El presidente franc¨¦s comenz¨® por recordar ante los periodistas que no le corresponde "arreglar el problema de la democracia en Serbia". "Les toca a ellos", dijo de los serbios, y sugiri¨® que la ¨²nica lecci¨®n que cabe extraer de "los errores acumulados en los ¨²ltimos diez a?os" consiste en acabar pol¨ªticamente con Milosevic. "Cuanto antes lo hagan, mucho mejor para todos", sentenci¨® sin reparos. De forma similar se manifestaron el primer ministro brit¨¢nico, Tony Blair, y el canciller alem¨¢n, Gerhard Schr?der. "Es un mensaje que no nos cansamos de repetir, y esperamos que acabe calando", insisti¨® a los periodistas el portavoz brit¨¢nico, Alastair Campbell.
A Kosovo, por el contrario, se le prometi¨® todo, y Schr?der anunci¨® que los montos y las modalidades de la ayuda acabar¨¢n de definirse en una cumbre que se celebrar¨¢ en un pa¨ªs balc¨¢nico en julio. Generosos en las cifras (la Uni¨®n Europea prometi¨® el s¨¢bado 1.650 millones de euros -275.000 millones de pesetas- y Jap¨®n 200 millones de d¨®lares -30.000 millones de pesetas-, a la espera de m¨¢s aportaciones), los siete grandes se mostraron, sin embargo, m¨¢s reacios a explicar los destinos de tanto dinero, lo que provoc¨® muchas suspicacias.
Schr?der ataj¨® la pol¨¦mica que se hab¨ªa desatado en los dos d¨ªas anteriores y que hab¨ªa provocado m¨¢s de un rifirrafe en varias reuniones por la reticencia de los responsables a explicar con claridad la diferencia entre ayuda humanitaria y ayuda a la reconstrucci¨®n en Yugoslavia. Sch?der neg¨® que los planes de Occidente para el futuro de la regi¨®n escondan una calculada "ambig¨¹edad". "Se decidir¨¢ caso por caso", dijo, y todas las decisiones sobre la reconstrucci¨®n primar¨¢n sobre cualquier otra que pueda ser interpretada en un sentido m¨¢s amplio que lo puramente humanitario.
Los vencedores de la guerra intentan reservarse as¨ª un margen de actuaci¨®n en la reconstrucci¨®n de la regi¨®n y no espolear el sentimiento antioccidental de los serbios, de quienes todav¨ªa esperan un gesto democr¨¢tico contra Milosevic que permita a su pa¨ªs volver a la comunidad occidental. De todas formas, la preocupaci¨®n era ayer evidente en Colonia."En Serbia y Voivodina tenemos un problema", reconoci¨® Chirac. "La ¨²nica cuesti¨®n es saber d¨®nde colocamos la l¨ªnea divisoria entre ayuda humanitaria y ayuda al desarrollo".
Divergentes de forma irreconciable sobre este punto, las sensibilidades del G-8 variaban desde la dureza de los brit¨¢nicos a cualquier concesi¨®n que se pueda entender como debilidad con Belgrado hasta la actitud m¨¢s compasiva con el pueblo serbio de la delegaci¨®n rusa.
Sobre Montenegro, oficialmente parte de Yugoslavia pero cuya autonom¨ªa y distancia con Milosevic le han granjeado la simpat¨ªa de los aliados, Chirac dijo que Occidente se volcar¨¢ en su ayuda sin distinciones de ning¨²n tipo.
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