El valor decorativo
Los dedos casi sin u?as de Miquel Barcel¨® hurgan, palpan o torturan las arcillas en crudo en las sombras oscuras del tejar ahumado. A veces, afirma el autor, incrusta en sus obras frescas "fragmentos de piezas cutres para turistas, con florecillas, que empotro en mis arcillas y luego las reciclo, en collages, como en la obra que he hecho para Absolut, que he manejado sus carteles". Los motivos de estas piezas son rostros, cr¨¢neos, formas vegetales, peces, calamares, juegos de cuerpos y m¨¢scaras. Despu¨¦s de casi dos d¨ªas de cocci¨®n, el fango se transmuta y se descubre el resultado del calor intenso, a 1.200 grados. "Son cosas bastante comunes pero al final el motivo de inspiraci¨®n se olvida; lo que queda es la cosa", afirma. "Mis piezas, obviamente, no son demasiado funcionales, ni para el uso", expresa, "tienen clavos, agujeros, hay peces con anzuelos. Hasta son peligrosas. ?Decorativas? Yo no veo peyorativo este sentido, una cer¨¢mica o cuadro pueden ser decorativos. No que su ¨²nica funci¨®n se limite a esta expresi¨®n. Pero yo nunca he desde?ado lo decorativo. Est¨¢ bien que los cuadros puedan serlo y tambi¨¦n, claro, algo m¨¢s".
Trabajo de la forma
Barcel¨® confiesa que, finalmente, su labor alfarera tiene "poca alquimia o misterio, porque las piezas est¨¢n sujetas a experimentos en base al color impuesto. Es un trabajo, sobre todo, de la forma, y los colores son superminimalistas, tres colores naturales, los que salen. Las piezas est¨¢n sin pintar o recubrir, acaso con un tono de contraste. Pintar sobre un plato y luego colocarlo en el horno, eso ya lo hago en las telas". Antes hab¨ªa hecho yesos y bronces, pero revela: "Empec¨¦ en ?frica porque una vez hac¨ªa mucho viento y no pod¨ªa pintar. Una mujer que trabajaba las ollas de la cerveza me mostr¨® c¨®mo amasaba el fango. Para ella, el yeso era un material dif¨ªcil de obtener, que hab¨ªa que traer de otros pueblos. A m¨ª me resulta fascinante la manipulaci¨®n de la tierra hasta obtener una forma".
Una mesa larga con 50 cer¨¢micas cruza transversalmente la sala de la Fundaci¨®n Juan March, en la que suele estar la colecci¨®n de grabados de la suite Vollard de Picasso o las colecciones de pintores cl¨¢sicos. "He hecho un montaje con guirnaldas de luces elevadas, al estilo de las verbenas", concluye Barcel¨®, el primer autor vivo que ocupa este espacio.
De momento, no tiene proyectado volver a exponer en Mallorca aunque confiesa que le gustar¨ªa hacer una muestra individual. Pero sus relaciones con las autoridades regionales, en este sentido, han sido inexistentes. Miquel Barcel¨® ha sido cr¨ªtico, en varias ocasiones, con la pol¨ªtica urban¨ªstica llevada a cabo en la isla.
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