Medalla y buen baile

El trabajo del bailar¨ªn y core¨®grafo Jos¨¦ Antonio al frente de la Compa?¨ªa Andaluza de Danza ha cristalizado en conseguir un conjunto de algo m¨¢s de una quincena de bailarines que brilla por su cohesi¨®n y rigor, por su manera de enfrentar cualquier g¨¦nero de la danza espa?ola que se le presente. En este sentido, Jos¨¦ Antonio les ha sabido transmitir e infundir la responsabilidad m¨¢xima del int¨¦rprete de danza, y ello se respira tanto en la creaci¨®n sinf¨®nica como en la estilizaci¨®n esc¨¦nica del flamenco. El estreno absoluto de este programa en Granada sirvi¨® para que le fuera entregada a Jos¨¦ Antonio, con total merecimiento, la medalla conmemorativa del festival (que este a?o tambi¨¦n recibir¨¢n Lorin Maazel, Joaqu¨ªn Rodrigo y la Fundaci¨®n Rodr¨ªguez Acosta). Al entregarle la medalla, A¨ªda G¨®mez, directora del Ballet Nacional de Espa?a, tuvo unas sentidas palabras que, de manera sencilla, resum¨ªan el papel generacional y est¨¦tico de Jos¨¦ Antonio. Baste esto para decir que en el aparato laboral que despliega este artista se a¨²nan el saber vern¨¢culo con un constante esp¨ªritu de renovaci¨®n, visto todo siempre a trav¨¦s de una ¨®ptica muy rigurosa, de gran seriedad y responsabilidad cuando se taconea o se quiebra, cuando se gira o se salta: toda la danza, para ser buena, seg¨²n Jos¨¦ Antonio, debe funcionar desde este presupuesto moral y art¨ªstico.

Homenaje abstracto

La nueva obra Eleg¨ªa andaluza est¨¢ articulada sobre una m¨²sica de dif¨ªcil seguimiento y que originalmente fue compuesta por Turina para que la estrenara en el escenario Antonia Merc¨¦, hecho que no se produjo jam¨¢s. Me pregunto que por algo esta partitura se ha mantenido en la oscuridad con respecto al baile esc¨¦nico, y es que encierra enormes dificultades, aun en su brillantez y amplia gama de sugerencias. Jos¨¦ Antonio se acerca en un homenaje casi abstracto al legendario Antonio Ruiz Soler y a su compa?era de tantos a?os, Rosario, pero en ning¨²n momento se trata de un homenaje literal o imitativo, sino de una evocaci¨®n que podemos calificar de esencialmente po¨¦tica, como lo es su arranque coreogr¨¢fico con siete mujeres, donde lo coral halla una expresi¨®n delicada de continuidad entre lo de anta?o y lo de por venir. Digamos que la coreograf¨ªa es endiabladamente dif¨ªcil de ejecutar, tanto en ritmo como en brazos.

La segunda parte dej¨® ver una creaci¨®n de Javier Bar¨®n, que peca del mismo defecto que su obra anterior: falta la b¨²squeda de una conexi¨®n entre palos y escenas, pero esta vez la papeleta es salvada con dignidad y buen hacer por los bailarines, donde especialmente vimos lucirse a Pepa Merc¨¦ y ?frica Moreno, cada una en su estilo, pero dando todo de s¨ª. El vestuario de May Cantos, con la realizaci¨®n primorosa de Salao, evocaba en rigor el antiguo traje andaluz, sin caer en t¨®picos y con un colorido de agradecer.

El p¨²blico del Generalife, de inveterado fr¨ªo, esta vez reaccion¨® con calurosa espontaneidad ante un espect¨¢culo tan equilibrado como generoso.