Aliviar la deuda
UNO DE los acuerdos laterales m¨¢s significativos de la pasada cumbre del Grupo de los Ocho (G-8) en Colonia ha sido la condonaci¨®n de una parte de la deuda externa de los pa¨ªses m¨¢s pobres. Los beneficiarios ser¨¢n una cuarentena de Estados, a los que se perdonar¨¢n deudas contra¨ªdas con el FMI, el Banco Mundial y los pa¨ªses ricos por un importe cercano a los 70.000 millones de d¨®lares. Naciones como Etiop¨ªa, Zambia, Ruanda, Uganda, Mauritania, Malawi, por citar algunas, se encuentran literalmente paralizadas por unos niveles de endeudamiento alt¨ªsimos, que, lejos de contribuir a su desarrollo, se han terminado constituyendo en un serio obst¨¢culo para el mismo. Esos pa¨ªses no pertenecen al c¨ªrculo de los que disfrutan de las ventajas del proceso de globalizaci¨®n financiera -que deviene, por ello, en una especie de globalizaci¨®n mutilada -, pero s¨ª son tributarios de sus inconvenientes a trav¨¦s del endurecimiento (m¨¢s a¨²n si cabe) de las condiciones de acceso a otras fuentes de financiaci¨®n cuando tienen lugar episodios de inestabilidad como los que han afectado a la mayor¨ªa de las econom¨ªas. Reducir el montante de la deuda con el fin de que no supere una determinada proporci¨®n de los ingresos por exportaciones es de todo punto necesario.
Los pa¨ªses ricos destinan cada vez menos dinero a la ayuda oficial a los pobres. En 1997, s¨®lo Dinamarca, Noruega, Suecia y Holanda destinaron el 0,7% de su PIB a la ayuda al desarrollo. A pesar de todas las promesas, Espa?a sigue estancada en el 0,3%, y Estados Unidos no supera un rid¨ªculo 0,1% a pesar de que disfruta de su m¨¢s largo ciclo de crecimiento.
Pero si la ayuda debe aumentar, y aliviarse la carga de la deuda, tamb¨ª¨¦n deben extremarse las garant¨ªas de eficacia. Sobre la base de que el crecimiento econ¨®mico es la mejor forma de salir del infradesarrollo, y de que este crecimiento pasa en primer lugar por el buen gobierno, los donantes - y tambi¨¦n los grupos sociales que en los pa¨ªses ricos han presionado por la condonaci¨®n- deber¨ªan velar a partir de ahora con celo similar para que la ayuda no termine engrasando los circuitos internos de corrupci¨®n y se emplee en el desarrollo de sus econom¨ªas y en una verdadera inserci¨®n internacional. De lo contrario, iniciativas como la condonaci¨®n de la deuda, que han movilizado a millones de ciudadanos en todo el mundo, no dejar¨¢n de ser ret¨®ricos lavados de conciencia que, con mayor o menor frecuencia, precisan las sociedades occidentales.
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