La discutible labor de los periodistas en Kosovo
La guerra causa extra?os efectos en los periodistas. Un colega m¨ªo -normalmente, un hombre reflexivo y racional- se volvi¨® chiflado en los d¨ªas previos a la guerra del Golfo. Era una guerra moral, exclamaba sin cesar. No intent¨¢bamos liberar Kuwait por su riqueza petrol¨ªfera, sino por la obligaci¨®n de Occidente de enfrentarse a los dictadores. Ser partidario de la paz no era m¨¢s que contemporizar. Y cuando los periodistas aparecieron en masa en el Grand Hotel de Pristina este mes, siguiendo al Ej¨¦rcito de la OTAN, no era dif¨ªcil distinguirlos. Algunos llegaron vestidos de militares; otros -incapaces de prescindir de sus experiencias en el Golfo- entraban en el hotel, invadido por las cucarachas, preparados para el desierto, sin darse cuenta de que los Balcanes est¨¢n cubiertos de ¨¢rboles y hierba. Y, por supuesto, tambi¨¦n aparecieron los indignados, esos periodistas que hab¨ªan logrado convencerse de la justicia de la guerra y la perversidad del enemigo.
Ya antes del avance de la OTAN, David Chater, de Sky Television -un valeroso periodista que result¨® gravemente herido en Croacia al principio de la guerra de Yugoslavia-, nos daba lecciones sobre la raz¨®n moral del conflicto; cuando lleg¨® a Djakovica y Pec, por delante de las tropas italianas, anunci¨® que hab¨ªa "una sensaci¨®n de miedo y un aroma de maldad...". Veamos; a m¨ª me preocupa siempre un poco la gente que huele la maldad. El mal puede palparse y oler sus horribles consecuencias, pero sospecho que las personas que creen que pueden oler la maldad necesitan unas vacaciones. O que alguien les recuerde que no son sacerdotes.
La otra cara de ese af¨¢n de moralizar puede ser muy desagradable. En Belgrado, por ejemplo, un periodista de la CNN dej¨® at¨®nitos a sus colegas despu¨¦s de que la OTAN bombardease un estrecho puente en el pueblo yugoslavo de Varvarin y matara a docenas de civiles, muchos de ellos ahogados en el r¨ªo Morava. "Eso les ense?ar¨¢ a no estar en los puentes", rugi¨®. En sus transmisiones no utilizaba ese tipo de lenguaje, por supuesto; la informaci¨®n de la CNN sobre las muertes en el puente fue acompa?ada de la observaci¨®n de que se hab¨ªan producido bajas civiles "de acuerdo con las autoridades serbias", pese a que el equipo de la cadena hab¨ªa estado all¨ª y hab¨ªa filmado el cuerpo decapitado del sacerdote local.
?Pero qu¨¦ importa todo eso, cuando la cr¨ªptica advertencia de la CNN indicando que sus propias informaciones procedentes de Belgrado estaban sujetas a "ciertas restricciones" consigui¨® destruir la credibilidad de sus periodistas? Todos los chicos de las televisiones ten¨ªan un mont¨®n de restricciones por parte de los serbios, pero, ?acaso dejaba la OTAN que los periodistas vagaran por la base de Aviano para entrevistar a los pilotos que regresaban? ?No exist¨ªan varias restricciones en nuestras informaciones sobre la OTAN y todos sus mecanismos?
No es que hicieran mucha falta en Bruselas: la mayor¨ªa de los periodistas destacados en la sede de la OTAN se han mostrado tan pasivos, tan entregados a los generales y oficiales de las Fuerzas A¨¦reas, que sus preguntas muy bien las habr¨ªa podido imprimir la Alianza por adelantado.
Ha habido excepciones; pero casi todos se han dejado utilizar como portavoces del Ej¨¦rcito, han sido borregos que emit¨ªan los balidos correspondientes cada vez que la OTAN presum¨ªa de los bombardeos y transmit¨ªan las debidas excusas cuando esas bombas mataban a civiles. Cuando los aviones destruyeron un hospital en Surdulica, los corresponsales se dieron por vencidos y dejaron de refutar las declaraciones de Jamie Shea, incluso cuando afirm¨® -faltando a la verdad- que el hospital era un cuartel.
Desafiar a la autoridad forma parte de la labor de un periodista. Y cuestionar a quienes nos representan en tiempos de guerra es un deber, aunque sea dif¨ªcil, en democracia. Los periodistas serbios, en general, ten¨ªan miedo -o eran demasiado serviles- para criticar a Milosevic.
Pero ello no significaba que nosotros tuvi¨¦ramos que comportarnos igual. Entre los periodistas de la OTAN, ni un alma ha intentado poner en tela de juicio las incre¨ªbles afirmaciones sobre los ¨¦xitos militares frente al III Cuerpo de Ej¨¦rcito yugoslavo en Kosovo; afirmaciones que han demostrado ser un atajo de mentiras. ?No hay en todo esto alguna ense?anza?
Ni siquiera se ha puesto en duda el lenguaje de la OTAN, que exhum¨® aquella vieja expresi¨®n de la guerra del Golfo, da?os colaterales, y nadie se ha opuesto al uso de campa?as a¨¦reas para hablar de los bombardeos de la OTAN, como si cientos de MIG-29 estuvieran atacando a nuestros valientes pilotos de bombarderos. ?Por qu¨¦ iba a oponerse nadie si las noticias de la guerra -por primera vez en la historia reciente- han ido dirigidas, casi por completo, a un p¨²blico de prensa sensacionalista?
Tal vez Shea citara a Hobbes y Shakespeare, pero lo que ha dado el tono de su trato con los medios fueron sus petulantes referencias al apag¨®n de las luces de Belgrado y sus comparaciones de Milosevic con Al Capone. Ha sido una guerra para la gente de la calle y, cuanto m¨¢s vivas fueran las expresiones de horror de Shea ante las fosas comunes encontradas en Kosovo, m¨¢s claro parec¨ªa estar el conflicto. El mensaje era muy sencillo: la OTAN bombardear¨ªa Serbia hasta que la "m¨¢quina asesina" de Milosevic terminara su "genocidio" contra los albaneses y permitiera a los refugiados volver a casa.
El hecho de que casi todos los refugiados estuvieran vivos y en sus casas cuando la OTAN inici¨® la guerra -el hecho de que esas denuncias de las fosas fueran una prueba de que la OTAN hab¨ªa fracasado en el intento de proteger a la poblaci¨®n por la que presuntamente hab¨ªa emprendido la acci¨®n- ha quedado ignorado.
Los bombardeos de la OTAN han aportado una especie de paz a Kosovo, pero s¨®lo despu¨¦s de haber dado a los serbios la oportunidad de aniquilar o despojar a la mitad de la poblaci¨®n de etnia albanesa en la provincia, haber causado da?os por valor de miles de millones de d¨®lares en las infraestructuras de Yugoslavia, haber matado a cientos de civiles yugoslavos, haber desestabilizado Macedonia y haber perjudicado las relaciones con China. Y ¨¦sta es la guerra que, seg¨²n los medios de comunicaci¨®n, ha logrado sus objetivos.
Como de costumbre, se sac¨® a relucir la II Guerra Mundial. Milosevic era Hitler, los serbios eran tan malos como los nazis y los albaneses perseguidos se convirtieron en los jud¨ªos de Kosovo. Casi todos los editoriales segu¨ªan una argumentaci¨®n com¨²n: no podemos contemporizar con los tiranos de Belgrado. Y ahora se puede ver otro argumento m¨¢s: las fosas comunes prueban que los serbios eran malvados (como cuando Chater ol¨ªa el mal) y que todo lo que ha hecho la OTAN, incluyendo la matanza de todos esos civiles serbios, estaba justificado.
Lo que ning¨²n peri¨®dico ha recogido es la diferencia fundamental entre el acuerdo de paz que los serbios se negaron a firmar en marzo -que habr¨ªa permitido que las tropas de la Alianza se movieran con libertad por toda Serbia y habr¨ªa dado a los albanokosovares una cl¨¢usula con la posibilidad de optar por la independencia al cabo de tres a?os-, y la versi¨®n paniaguada que ha puesto fin a la guerra, y que restringe las actividades de la OTAN a Kosovo e insiste en que la provincia siga siendo parte de Serbia. Ning¨²n periodista ha hecho la pregunta obvia: si el mundo hubiera ofrecido eso a los serbios para empezar, ?es posible que hubieran aceptado? ?Podr¨ªamos haber evitado la guerra?
No obstante, entre los indignados y los corderos, hab¨ªa algunas manos firmes, y la cobertura de Sky Television me pareci¨®, con mucho, la m¨¢s ecu¨¢nime. La educada actitud militar de Jeremy Thompson con sus entrevistados consigui¨® que el asesino serbio Arkan se sintiera inc¨®modo, y Keith Graves -un lobo con piel de lobo- destroz¨® a la OTAN cuando vio que eran tropas francesas las que ordenaban el paso de los saqueadores albanokosovares en las calles de Graca.
Sin embargo, hay otra historia relacionada con la CNN que a¨²n no se ha explicado. Dos d¨ªas antes de que la OTAN bombardease la sede de la televisi¨®n serbia en Belgrado, la CNN recibi¨® el soplo, desde su cuartel general en Atlanta, de que iban a destruir el edificio. Les dijeron que sacaran sus equipos de los locales inmediatamente, y as¨ª lo hicieron. Al d¨ªa siguiente, el ministro serbio de Informaci¨®n, Aleksander Vucic, recibi¨® por fax una invitaci¨®n desde Estados Unidos para aparecer en el programa de Larry King (en la CNN). Quer¨ªan que estuviese en directo a las 2.30 de la madrugada del 23 de abril y le pidieron que llegara a la televisi¨®n serbia media hora antes con el fin de maquillarse. Vucic se retras¨®; por suerte para ¨¦l, ya que los misiles de la Alianza cayeron sobre el edificio a las 2.06. El primero estall¨® en la sala de maquillaje, donde el joven ayudante serbio muri¨® abrasado.
CNN asegura que fue una coincidencia y afirma que el programa de Larry King, que pertenece a la divisi¨®n de programas, no conoc¨ªa las instrucciones que los responsables de los informativos hab¨ªan dado a sus hombres de abandonar el edificio de Belgrado.
?Ummm!
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