Curado en salud
Razonable expectaci¨®n la suscitada por la reuni¨®n del Federal Open Market Committe (FOMC) de la Reserva Federal estadounidense (FED), la cuarta de las ocho anuales que habitualmente celebra el ¨®rgano responsable de la pol¨ªtica monetaria en aquel pa¨ªs. Hac¨ªa m¨¢s de dos a?os que ese comit¨¦ no elevaba los tipos de inter¨¦s de los fondos federales (en realidad, desde principios de 1995 la ¨²nica subida fue la de marzo de 1997); por el contrario, y a pesar de la manifiesta expansi¨®n de aquella econom¨ªa, se vieron obligados a reducir el precio del dinero en tres ocasiones, la ¨²ltima en noviembre, en tres cuartos de punto en total, como mecanismo de suavizaci¨®n de las tensiones generadas por la crisis financiera internacional. Decisiones que para algunos fueron el exponente de esa bien ganada reputaci¨®n de prudencia y habilidad del m¨¢s alabado presidente de la FED, Alan Greenspan, y para otros, una innecesaria carga adicional de le?a al fuego de un mercado burs¨¢til sobrevalorado; para casi todos, tras el alejamiento de esa crisis, se trataba de un recorte circunstancial, susceptible de reversi¨®n si el crecimiento de la demanda interna, el mercado de trabajo y el mercado burs¨¢til segu¨ªan siendo expresivos de una econom¨ªa al filo del recalentamiento.
Con la elevaci¨®n decidida anoche, en un cuarto de punto, Alan Greenspan se cura en salud, aunque podr¨ªa ser el primer paso en ese retorno hacia los niveles de oto?o, del 5,5%, que ser¨¢ tanto m¨¢s r¨¢pido cuanto m¨¢s desafiante de las leyes de la gravedad financiera siga siendo el comportamiento de Wall Street. El sesgo neutral transmitido junto a esa elevaci¨®n deber¨ªa calmar los mercados, pero en modo alguno supone la conciliaci¨®n de las cotizaciones burs¨¢tiles con las expectativas de beneficios empresariales.
Del conjunto de se?ales directa o indirectamente expresivas del recalentamiento de aquella econom¨ªa, es el comportamiento del mercado de acciones la m¨¢s inquietante. Es cierto que, al igual que ocurre con otros ¨¢mbitos, algunas de las transformaciones que han tenido lugar en el mismo a lo largo de la ¨²ltima d¨¦cada (su popularizaci¨®n creciente, la mayoritaria presencia de inversores institucionales, etc¨¦tera), en gran medida coincidentes con la inusual duraci¨®n de la actual fase expansiva, obligan a relativizar sus eventuales reacciones ante cambios de signo en la pol¨ªtica monetaria como el ahora decidido. No lo es menos, sin embargo, que los reducid¨ªsimos niveles de ahorro de las familias y la creciente participaci¨®n que han cobrado los activos de renta variable en su riqueza hace de las variaciones en las cotizaciones de las acciones uno de los m¨¢s sensibles factores determinantes del propio crecimiento de la demanda en aquella econom¨ªa.
La gran duda se localiza, como es l¨®gico, en el tipo de asimilaci¨®n que los mercados -Wall Street en particular- hagan de este primer movimiento y de las probabilidades que asignen a los sucesivos: a su momento y cuant¨ªa. El peor de los escenarios lo dibujaba Rudy Dornbusch el pasado domingo en su columna del suplemento Negocios de este peri¨®dico: Otra vez 1929. El m¨¢s probable, en mi opini¨®n, es que a los indicadores expresivos de una menor intensidad en el crecimiento de la demanda interna en aquel pa¨ªs acompa?en moderadas, aunque es posible que discontinuas, correcciones en los mercados financieros.
Es en momentos como ¨¦ste cuando de forma resignada se justifica esa t¨®pica funci¨®n atribuida a los bancos centrales de retirar el ponche cuando la fiesta est¨¢ en su apogeo; de recordar, como de forma m¨¢s directa lo hac¨ªa el propio Dornbusch, que "todas las fases de expansi¨®n fueron asesinadas por la Reserva Federal". La decisi¨®n de anoche, sin embargo, se presenta s¨®lo como un mero aviso, una prudente dosificaci¨®n de la hasta ahora generosa dotaci¨®n de estimulantes.
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