Van't Hot gan¨® su apuesta
Lindsay Davenport respondi¨® ayer a la confianza que hab¨ªa depositado en ella su entrenador, Robert Van"t Hof, antes de que se iniciase la competci¨®n . Los dos prepararon en Florida el torneo de Wimbledon, en casa de un amigo de la tenista que posee una pista de hierba. Y cuando ambos llegaron a Londres pudieron darse cuenta de que en las apuestas casi nadie cre¨ªa en una hipot¨¦tica victoria de la tenista estadounidense. Los apostadores ofrec¨ªan 15-1 contra la estadounidense. "Bien", le dijo su entrenador a Davenport. "Espero que no me defraudes porque acabo de apostar 1.000 libras (unas 265.000 pesetas) por tu triunfo". "No resulta agradable afrontar un torneo sabiendo que muy pocas personas conf¨ªan en t¨ª", confes¨® Davenport en aquellos momentos. Sin embargo, aquella circunstancia pareci¨® actuar como una espoleta para despertar en la norteamericana los sentimientos m¨¢s profundos de rebeld¨ªa y que le han llevado a imponerse en la gran final.
Davenport fue ganando con solvencia todos sus partidos a lo largo de dos semanas (Fusai, Habsudova, Golarsa, Schett, Novotna -que defend¨ªa el t¨ªtulo-, Stevenson, y Graf en la final) y gan¨® el torneo sin haber perdido ninguna manga a lo largo de toda la competici¨®n.
M¨¢s profesional
Sin embargo, la victoria en el torneo de Wimbledon y la que hab¨ªa conseguido anteriormente en el Open de Estados Unidos, el mes de septiembre del pasado a?o, fueron la consecuencia directa de una apuesta personal que ella realiz¨® en 1996, cuando su entrenador le hizo comprender que su carrera no la llevar¨ªa a ninguna parte si no tomaba la decisi¨®n de ser m¨¢s profesional. Su reto comenz¨® poco despu¨¦s de haber ganado la medalla de oro de los Juegos Ol¨ªmpicos de Atlanta. Y su decisi¨®n la llev¨® a adelgazar m¨¢s de 20 kilos en cuesti¨®n de unos pocos meses.
"Se acabaron las hamburguesas y las patatas fritas", declar¨® en una entrevista realizada en 1996. Hasta entonces su carrera se hab¨ªa construido en base a la potencia de sus golpes y a su calidad natural para entender el juego del tenis.
A partir de ese momento, sum¨® a esas dos cualidades una mucho mejor condici¨®n f¨ªsica y m¨¢s velocidad en los desplazamientos. Y esto ha sido crucial en el desarrollo de su carrera. Era lo que le faltaba para ser n¨²mero uno del tenis femenino (lo fue 17 semanas, entre octubre de 1998 y febrero de 1999, y lo volver¨¢ a ser a partir de hoy), y para poder aspirar a ganar sus primeros Grand Slams.
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