El fil¨®n de Castro Urdiales
"Castro Urdiales es una moderna y cosmopolita localidad de la costa m¨¢s oriental de Cantabria, lim¨ªtrofe con el Pa¨ªs Vasco, que viene gozando del favor de la alta burgues¨ªa vizca¨ªna como centro de veraneo desde principios de siglo". A esta descripci¨®n le ocurre como a las fotograf¨ªas antiguas: el tiempo amarillea sus colores y s¨®lo nos reflejan realidades pasadas. A pesar de que el Gobierno de Cantabria lo mantenga en sus folletos tur¨ªsticos, Castro no goza ya s¨®lo "del favor de la alta burges¨ªa vizca¨ªna", sino de Vizcaya entera. Las causas son muchas y variadas. "Es precioso", dicen unos; "se respira tranquilidad, no hay pintadas, ni pancartas ofensivas", afirman otros; "los pisos est¨¢n mucho mas baratos que en Bilbao", sentencian todos. El censo electoral de 1995 era de 11.908 personas, el pasado 13 de junio tuvieron derecho a voto 14.911 ciudadanos. Esta es una pista. Y otra: son 18.990 las personas empadronadas, pero "las que viven todos los d¨ªas" son m¨¢s de 25.000, seg¨²n fuentes municipales, que han deducido estos datos contrastando el consumo de luz, agua y la cantidad de basura depositada. ?Quienes son estos nuevos vecinos? ?Por qu¨¦ han venido y qu¨¦ consecuencias tiene su llegada? Tres datos ayudan a trazar el perfil: desde hace un par de a?os los nacidos fuera han superado a los naturales del municipio. Una de las causas de esta situaci¨®n se debe a que desde hace un a?o los residentes han decidido ser tambi¨¦n vecinos y se est¨¢n empadronando a un ritmo de un centenar al mes. Adem¨¢s, en 1998 esta localidad super¨® en licencias de construcci¨®n a Santander. La satisfacci¨®n que han provocado en el equipo de gobierno municipal estos resultados, no aleja la preocupaci¨®n por las consecuencias que tiene para su gesti¨®n el crecimiento desmesurado. Castro recibe financiaci¨®n para cada uno los servicios que presta en funci¨®n de la poblaci¨®n que aparece en el censo, pero hay mas de 6.000 personas que viven pero "no aparecen" en ning¨²n documento. Y esto por no hablar del verano, cuando la poblaci¨®n se multiplica por dos. El aparcamiento es otro problema grave. Se ha impuesto el estacionamiento vigilado durante el verano, pero los turismos se aparcan hasta en los jardines, cuando la necesidad de aparcar cerca de la playa para no cargar con los trastos aprieta. Con todo, el problema m¨¢s grave, es el de la atenci¨®n m¨¦dica. El servicio de urgencias recibe constantemente una avalancha de personas que no tienen un m¨¦dico adjudicado por que no son residentes en Castro. Uno de los "nuevos" vecinos es Carlos, un ertzaina de 39 a?os. Dice que Castro es "un pueblillo encantador" donde ha podido rehacer su vida, despu¨¦s de haberse separado hace un a?o. "No ten¨ªa dinero para comprarme un piso en Bilbao y aqu¨ª la relaci¨®n precio-calidad es magn¨ªfica". No tiene ning¨²n problema en decir en que trabaja y no ha detectado reacciones negativas, sino "todo lo contrario". Castro sigue siendo un pueblo en muchos aspectos: las necrol¨®gicas con la imagen del fallecido se colocan en las puertas de los comercios y a¨²n m¨¢s, se grapan en los ¨¢rboles de los parques. En la zapater¨ªa m¨¢s centrica del pueblo, cuando el cliente pega la nariz al escaparate puede ver en la cartulina del precio, pintadas con rotulador negro frases como "muy c¨®modo", "elegante", o "¨²ltima moda"acompa?ando a cada zapato. Pero justo enfrente, una valla publicitaria anuncia que el pr¨®ximo 10 de julio, Mike Oldfield dar¨¢ un concierto en el Estadio Municipal Riomar. Quien no haya visitado esta villa marinera en 10 a?os, puede no reconocerla ahora. Su perfil se ha erizado de gruas. En dos calles: La Mar y Ardiales se concentran la mayor¨ªa de las 19 inmobiliarias, que venden, sin problemas, pisos de tres dormitorios, en urbanizaci¨®n con piscina, pista de tenis y garaje y trasteros desde 17 millones de pesetas. Las constructoras han elegido S¨¢mano, una pedan¨ªa a cinco kil¨®metros del centro, para sembrarla de chal¨¦s, pareados y adosados por entre 22 y 30 millones. Al calor de la publicidad de estas viviendas acudieron Ram¨®n y Seg¨²n, 57 y 50 a?os, desde Sestao. Van y vienen, pero esperan con anhelo el d¨ªa de la jubilaci¨®n para quedarse de forma definitiva. Es el sue?o que han conseguido Mari Paz y Laudelino que reparten su tiempo entre Torremolinos y Castro, despu¨¦s de jubilarse y dejar Algorta.
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