Una campa?a infructuosa
"Las corridas y los encierros son una tr¨¢gica tradici¨®n". Ingrid Newkirk, estadounidense, lo tiene claro. Ingrid es la presidenta de PETA (People for the Ethical Treatment of Animals-Personas por un Trato ?tico hacia los Animales), que este a?o ha trasladado con escaso ¨¦xito su protesta a Pamplona. Apenas sesenta personas secundaron d¨ªas atr¨¢s la manifestaci¨®n convocada por PETA y apoyada por el grupo alav¨¦s ATEA (Asociaci¨®n para un Trato ?tico a los Animales) para protestar contra el maltrato que las corridas de toros, los encierros y en general los espect¨¢culos taurinos suponen para los astados. La decisi¨®n de aumentar las protestas durante los sanfermines se ha debido a la enorme publicidad que los encierros y la feria pamplonesa obtienen en los medios de comunicaci¨®n norteamericanos. Pero el esfuerzo de PETA, organizaci¨®n creada en 1980 y que agrupa a 600.000 miembros s¨®lo en aquel pa¨ªs, ha pasado desapercibido entre sus paisanos de visita en Navarra. Colocaron una pancarta con la inscripci¨®n Stop the bloody bullfight (Alto a las sangrientas corridas de toros), poco antes de uno de los encierros, han distribuido folletos entre los anglosajones pidiendo que no acudan a la plaza ni corran los encierros e incluso insertaron un anuncio en la edici¨®n del peri¨®dico norteamericano USA Today exponiendo las razones de su protesta. Pero cada d¨ªa cientos de estadounidenses siguen corriendo los encierros y acudiendo a las corridas de la Monumental. Aunque Ingrid Newkirk recuerda que, seg¨²n un estudio dado a conocer por The New York Times, "el 90% de los turistas que asiste al tormento del animal en una corrida no vuelve a ver otra nunca". "Yo vengo desde hace cinco a?os. Tengo amigos aqu¨ª. Me gusta la juerga, la m¨²sica y hago como ellos, apenas miro al ruedo", indica Stephen Lark, un agente de seguros de Boston que acude asiduamente al tendido de sol pamplon¨¦s. "Creo que muchos repetimos m¨¢s por lo bien que lo pasamos bebiendo y bailando que por el toreo, aunque no nos disgusta si el matador lo hace bien", asegura Janet Miller, de 35 a?os, californiana y "enamorada" de San Ferm¨ªn. Ninguno de los dos ha o¨ªdo hablar de la campa?a de PETA. Sheba Riches, de PETA, no lo ve as¨ª: "Es mentira que la corrida sea un desaf¨ªo de un hombre y una bestia. El toro no tiene ninguna oportunidad". Riches sostiene rotunda que "muchos toreros han reconocido que los toros son debilitados con pesas alrededor del cuello, tranquilizantes, laxantes, o golpes en los ri?ones". Y afirma que en ocasiones se unta los ojos de los animales con vaselina para que no vean. De momento, el mensaje antitaurino no cuaja. La fascinaci¨®n del rito y el misticismo del torero enfrentado a la muerte son superiores y arrastran a miles de yanquis. Incluso algunos, como Joe Distler, 33 a?os corriendo encierros, son homenajeados por su afici¨®n. Distler, de 55 a?os, profesor de la Universidad de Nueva York, califica de "pasi¨®n" su amor por la fiesta. Cuando se jubile quiere quedarse a vivir en Pamplona.
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