Zorionak
Pusieron un cartel enorme en la barrera, junto a la puerta de chiqueros. Dec¨ªa "Zorionak Juan Mari" que, como todo el mundo sabe, era un asunto referido a Juan Mari. No hay como saber idiomas. A lo mejor el cartel y Morante de la Puebla -el toreo que hizo, se quiere decir- constituyeron lo ¨²nico destacable de la corrida. Destac¨® asimismo la tormenta pero ¨¦sa ten¨ªa poco que ver con la corrida: ven¨ªa de fuera. La verdad es que toda la tarde se estuvieron cerniendo sobre el coso nubarrones de mal ag¨¹ero, adelantaron la noche, el meteoro rugi¨® al fin y fue cuando Morante de la Puebla se llev¨® el Jandilla al platillo y lo tore¨® como s¨®lo saben hacerlo los toreros buenos.
Todo lo anterior deber¨ªa quedar relegado al olvido. De lo que llaman toros hubo poco, de lo que se tiene por toreo a¨²n menos. S¨ª, Morante de la Puebla se ech¨® presto la muleta a la izquierda para torear por naturales al tercer Jandilla pero como si se operaba. De un lado, el toro embest¨ªa con ¨¢spera incertidumbre; de otro el gran p¨²blico -o sea, la mayor¨ªa- a¨²n cre¨ªa en las figuras.
Jandilla / Ponce, Rivera, Morante
Toros de Jandilla, desiguales de presencia, la mayor¨ªa aborregados; 3? y 6?, con trap¨ªo y casta.Enrique Ponce: pinchazo, bajonazo -aviso- y dobla el toro (silencio); pinchazo, media ladeada -aviso- y dobla el toro (silencio). Rivera Ord¨®?ez: seis pinchazos -aviso-, tres pinchazos m¨¢s y estocada ladeada (silencio); siete pinchazos, rueda de peones -aviso- y descabello (pitos). Morante de la Puebla: dos pinchazos y estocada (silencio); pinchazo y estocada (oreja). Plaza de Pamplona, 12 de julio. 8? corrida de feria. Lleno.
Lo importante en el planeta de los toros -y en el universo mundo- es tener nombre y novela. Lo de "Cr¨¦ate buena fama y ¨¦chate a dormir", que era impresi¨®n barruntativa en tiempo de nuestros abuelos, es ahora ley, m¨¢s axiom¨¢tica que la de Boylle-Mariotte.
Enrique Ponce, por ejemplo, figura paradigm¨¢tica del toreo, no daba las ver¨®nicas y le coreaban ol¨¦s; no profundizaba, ni reun¨ªa, ni ligaba la manta de derechazos que peg¨® y se los oleaban tambi¨¦n. Luego entr¨® en fase supers¨®nica: dio tres naturales a toda velocidad al gordinfl¨®n, cornicorto sospechoso y pastue?o toro, tap¨® raudo su insustancialidad mediante un molinete vertiginoso, sigui¨® por derechazos hecho una moto, y sin duda para calentar el ambiente meti¨® tres pases de rodillas, arroj¨® lejos los trastos, hizo un desplante abri¨¦ndose la chaquetilla y mostrando el chaleco al estilo Juan Jos¨¦ Padilla el d¨ªa anterior...
No se sabr¨ªa explicar muy bien lo que sucedi¨® entonces. Porque el jubiloso estruendo de las pe?as, al ver aquello, baj¨® el diapas¨®n. A los mozos de las pe?as hay que entenderlos. A los mozos de las pe?as no se les enga?a con una ca?a. Un alarde temerario les arrebata pero si sospechan que el torero se est¨¢ poniendo tremendista para quedarse con ellos, le pueden decir cuatro cosas. No consta que se las dijeran a Ponce, es cierto. Pero despu¨¦s de que matara al toro olvidaron su existencia y se pusieron a cantar La chica ye-ye.
Al cuarto toro, de condici¨®n borrego, le aplic¨® Ponce otra faena largu¨ªsima a base de los derechazos y una tanda testimonial de izquierdazos, mientras la gente merendaba con fruici¨®n y apenas le hac¨ªa caso. Oy¨® un aviso, que ya eran dos en la tarde. Y suma y sigue. Acaso no haya conocido la fiesta torero alguno que haya recibido tantos avisos como Enrique Ponce.
Rivera Ord¨®?ez le igual¨® en avisos y ya eran cuatro. La marca de Rivera, cuya vulgaridad muleteril estuvo a punto de poner de los nervios a la concurrencia, no se cifra en los avisos sino en los pinchazos. Diecis¨¦is, m¨¢s un espadazo y un descabello necesit¨® para matar a sus dos toros. Y le pitaron.
La verdad es que Rivera Ord¨®?ez se encontr¨® con la antipat¨ªa de alg¨²n sector, qui¨¦n sabe por qu¨¦ pasados desencuentros. Incluso le sacaron una pancarta intolerable en la que le llamaban Kondesito. Hubo, pues, dos carteles que parec¨ªan surrealistas: uno para Juan Mari, otro para el Kondesito. Ninguno de los dos -menos mal- se met¨ªa en pol¨ªtica, a diferencia de los que colgaron de la andanada en d¨ªas anteriores, uno con la escueta palabra "Carceleros" -dedicada al PP y al PSOE-, otro con la leyenda "A mayor oreja, mayor sordera". Se ve que tiraban a dar.
Lo de Juan Mari tom¨® realce en el momento de la merienda, pues las comparsas le tocaron el cumplea?os feliz -felicidades: zorionak- y corri¨® por el tendido de sol una tarta que degustaron los colegas de su pe?a.
Y, de s¨²bito, un rel¨¢mpago culebre¨® fulgurante a la altura de la torre de los Escolapios, que emerge tras los tejadillos. Y rugi¨® el trueno. Y Morante de la Puebla se puso a torear en el centro del redondel. Y ahora era Morante el oleado y musicado -seg¨²n dec¨ªan los revisteros cl¨¢sicos-, y los ayudados y la trincherilla rubricaron su torer¨ªa. Y sin ser figura ni tener novela ni nada, se gan¨® a ley una oreja, le aclamaron ?torero! y le dijeron ?zoroniak! No por mucho tiempo pues la borrasca empez¨® a soltar gotas como txapelas y la afici¨®n se apresur¨® a recoger las bolsas de bocadillos, las ollas, las neveras, la cajica de empi?onados y tom¨® las de Villadiego.
Babelia
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