Un encanto penetrante
La sombra de Alfredo Kraus plane¨® ayer incesantemente en el Teatro Real durante la representaci¨®n de Werther. Era inevitable. El tenor canario ha hecho del atormentado personaje una de las creaciones vocales del siglo, volcando en ¨¦l toda su sabidur¨ªa del canto, el fraseo, la dicci¨®n y el estilo. Le sustitu¨ªa Ram¨®n Vargas, ?vaya compromiso en un lugar donde Kraus tiene infinidad de incondicionales!, pero el tenor mexicano aguant¨® perfectamente la presi¨®n e hizo un Werther lleno de atractivo, muy diferente al de Kraus, desde luego, pero con un alto grado de romanticismo contenido y efusividad l¨ªrica. Werther es una ¨®pera en la que prevalece, por encima de todo, la melod¨ªa. A Massenet se le toma a veces a chirigota, pero su peso en la l¨ªrica francesa del XIX es determinante, sobre todo en el desarrollo de una forma de canto muy idiom¨¢tica, con gran atenci¨®n a la fon¨¦tica y con unos apuntes que empiezan a anunciar a Debussy. Se dice de ¨¦l, a veces, que es un m¨²sico para modistillas por el sentimentalismo que envuelve sus melodramas. Bueno, es un punto de vista. Si se entra en sus planteamientos, la m¨²sica de Massenet tiene, especialmente en obras como Manon o Werther, un encanto penetrante.
Werther
De Massenet, a partir de un libreto basado en Las desventuras del joven Werther, de Goethe. Director musical: Julius Rudel. Director de escena: Nicolas J?el. Orquesta Sinf¨®nica de Madrid, Escolan¨ªa Nuestra Se?ora del Recuerdo. Con Ram¨®n Vargas (Werther), Carmen Oprisanu (Charlotte), Mar¨ªa Jos¨¦ Moreno (Sophie), Enrique Baquerizo (Albert), Jos¨¦ Ruiz (Schmidt) y Miguel L¨®pez Galindo (Johann). Coproducci¨®n del Teatro Capitalio de Toulouse y Music Center ?pera de Los ?ngeles. Teatro Real. Madrid, 14 de julio.
Reparto magn¨ªfico
Hay mucho que cantar en Werther. Es una forma de canto sutil, de l¨ªnea elegante, sinuoso, un punto evanescente. El reparto de ayer en el Real fue magn¨ªfico en sus tres personajes principales y cumplidor en el resto. Esto es una noticia importante: al fin, un reparto bien elegido. Ram¨®n Vargas, Carmen Oprisanu y Mar¨ªa Jos¨¦ Moreno hicieron que la representaci¨®n fluyese sin altibajos. El veterano director Julius Rudel, estupendo concertador, domin¨® desde el foso el ritmo general de la escena, con un tejido orquestal que impuls¨® la creaci¨®n de climas y situaciones dram¨¢ticas. No empez¨® fino, pero despu¨¦s del primer acto dej¨® aparcadas las posibles faltas de nitidez y se volc¨® en la proyecci¨®n de unas melod¨ªas envolventes desde la escena bien acentuadas por la orquesta. Carmen Oprisanu tiene una voz c¨¢lida. No solamente eso: tiene temperamento y buen gusto. Su escena de la carta del tercer acto fue muy convincente dram¨¢ticamente y tambi¨¦n la de la muerte de Werther. Mar¨ªa Jos¨¦ Moreno se mueve cada vez con m¨¢s soltura en un escenario, derrochando desparpajo, nervio, espontaneidad y buena t¨¦cnica. Vargas, como dec¨ªamos al principio, se desenvolvi¨® con un lirismo muy medido y con una seguridad y entrega encomiables. Sali¨® m¨¢s que airoso de sus esperados Oh, Nature del primer acto y del ?Pourquoi me reveiller? del tercero. Al final acab¨® exhausto.
La direcci¨®n esc¨¦nica de Nicolas J?el se movi¨® en el terreno naturalista. Los dos mejores actos fueron los intermedios: claros, con espacios vac¨ªos para el movimiento dram¨¢tico, evocadores. El primero pec¨® de exceso de convencionalismo y en el ¨²ltimo se le fue la mano por hacer demasiado evidente la mezcla de factores neocl¨¢sicos y rom¨¢nticos. Una mayor desnudez habr¨ªa potenciado desde la pl¨¢stica po¨¦tica la escena del suicidio. Fue, en cualquier caso, un trabajo m¨¢s que aceptable.
Curiosamente, el Teatro Real termin¨® en punta su desigual temporada. Sin riesgos esc¨¦nicos, con una batuta solvente y un reparto vocal apropiado. Es un nivel al menos satisfactorio. Las batutas inspiradas, los directores de escena rompedores, se supone que alg¨²n d¨ªa tendr¨¢n tambi¨¦n que venir, toquemos madera. Pero al menos este Werther ha estado bien cantado y correctamente acompa?ado desde el foso y la escena. No es poco, tal como est¨¢n los tiempos.
Un tel¨¦fono m¨®vil son¨® sin piedad en el momento m¨¢s dram¨¢tico de la escena final. Sin comentarios.
Babelia
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