La sed que nos acecha
No se necesita ser un genio de la prospectiva para anticipar que el agua ser¨¢ uno de los bienes escasos m¨¢s valorados en el milenio que nos llega. Sobre todo, en latitudes, como el Pa¨ªs Valenciano, con seculares d¨¦ficit h¨ªdricos y acentuados h¨¢bitos despilfarradores. Se puede pensar, ciertamente, en que la t¨¦cnica alumbre una soluci¨®n, hoy imprevista. De momento, lo constatable es que algunas poblaciones del litoral ya pasan sed y se atisba el remedio, pues ni siquiera se disciplina el consumo. Las autoridades se encomiendan al milagro. Siempre llega al quite de la necesidad el alumbramiento de un pozo, por m¨¢s que sea de agua salobre, que otorga franqu¨ªa para promover m¨¢s y m¨¢s urbanizaciones tapizadas de c¨¦sped y dotadas de piscina unifamiliar. ?Faltar¨ªa m¨¢s! Al fin y al cabo el agua se cotiza todav¨ªa a precio de ganga. Lo malo ser¨¢ que un d¨ªa paguemos justos por pecadores e imprevisores, en el supuesto ¨®ptimo de que haya agua para todos. Como predica un amigo optimista, siempre nos quedar¨¢ el mar y el vino.
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